Cambia, todo cambia…

En nuestra región, se ha dado un paso colosal, con implacable prolijidad, sumándose a una cuenta que vuelve a crecer.
Mario Toer (*). 12/2021. Estamos por abandonar un año muy duro para toda la humanidad, como muy pocos, y las tradicionales fiestas y el verano en nuestro hemisferio nos llevan a uno nuevo, donde hay razones para esperar alejarnos de la pandemia y aguardar algo mejor. No es predecible que sea un año espectacular, pero sí va a reunir acontecimientos que pueden preanunciar un mejor porvenir.
En el mundo, lo más notorio será la intensificación de la pugna por ocupar posiciones de parte de las que hoy son las dos principales potencias, donde es previsible que la sabia relectura del maestro de Tréveris y el creativo aprovechamiento de la fuerza del oponente, según las milenarias artes marciales orientales, permiten confirmar un horizonte donde la marcha inconmovible de la República Popular China sigue mostrando al mundo que hay otra manera de afrontar la existencia que la que impera en el llamado Occidente.
Los consejos de Deng Xiaoping de mantener el bajo perfil a ultranza ya resultan difíciles de atender. Todo ya es demasiado evidente, y el rival está en alerta permanente. Lindante en la paranoia. Lo vemos en la insistente campaña mediática y diplomática anti China y los movimientos de las flotas imperiales. Por su parte, se intensifica el plan siniestro de escarmiento con Assange, cuya denuncia debería ser prioridad para todos quienes tenemos buena voluntad. Tendremos que sumar iniciativas para que el despecho y resentimiento del Imperio en decadencia no aliente provocaciones temerarias de variado tenor, y que prevalezca el buen sentido, aunque no haya abundado en el pasado. Habrá que tornar evidente de que es posible aceptar un segundo puesto y disfrutar de los notorios beneficios que seguirán disponibles en tal caso. No está en los planes de nadie borrarlos del planeta. Tendrán que conformarse con atender a sus propios maleficios. Que son enormes.
Quien preside China ha comenzado a utilizar tonos más altos, acordes con las dimensiones del país y la índole de las transformaciones que se promueven sin pausa. Por el “camino de la seda” no veremos pasar tanques ni uniformados. Seguramente lo harán los imparables adelantos de la ciencia y la tecnología. El poder mediático planetario es muy poderoso pero se queda cada vez con menos libreto. ¿Falta de democracia? ¿Quién en su sano juicio va a convocar a las multitudes a alzar la voz contra el gobierno que más ha hecho progresar a sus habitantes en la historia de la humanidad y en menos tiempo? El resto del planeta tendrá que seguir ubicándose con tino en este novedoso y enorme tablero. Los que más necesitados estamos y más tenemos que ganar, podemos sonreír, aunque sea para adentro, con “bajo perfil”. No hay porqué atropellarse.
En nuestra región, se ha dado un paso colosal, con implacable prolijidad, sumándose a una cuenta que vuelve a crecer. Boric se parece a Salvador Allende, por su templanza, equilibrio y tenacidad. Claro, es mucho más joven, como previendo que su tarea va a ser bastante más duradera. Asumió la disputa de una segunda vuelta que no estaba definida. Y consiguió hacer prevalecer el recuerdo del espanto del terror pinochetista por sobre la manida leyenda negra del anticomunismo que reiteran las derechas del planeta. En Chile los comunistas han vuelto a mostrar su innegable oficio para saber sumar y perseverar pese al terror que los ha perseguido.
El frente vencedor tuvo la capacidad de contradecir otro discurso trillado: el que la derecha es la que puede ocuparse de la seguridad y enfrentar el delito. Falsedad flagrante que, entre nosotros, algunos compañeros no han sabido responder. El partido del orden somos nosotros, porque traemos justicia, porque necesitamos mandar en las esquinas, porque queremos erradicar el delito de pequeña y gran escala, con la firmeza que se requiera, porque no solo son una pesadilla para el pueblo hoy sino que son el parapeto de los que quieren que la impunidad y el arbitrio sigan reinando. Y esa será la batalla decisiva, porque el pueblo podrá participar, sentirse protagonista y reconocer para siempre quién es quién, brindando su confianza a quien la merece y animándose a pasos ulteriores para que la justicia sea pareja, para todos.
El triunfo categórico ha fortalecido a la promisoria constituyente y nos da aire a nosotros, a peruanos y bolivianos, convocándonos nuevamente a que también sepamos sumar, dejando atrás errores pasados, nuevos o antiguos. Y por sobre todo ilumina el horizonte del año que comienza. Que como dijimos puede preanunciar un mejor porvenir, particularmente para nuestra región. En el decisivo Brasil, quien se las ingeniara para llegar al gobierno con las mismas recetas del derrotado en Chile, está en una cuesta abajo que parece terminar en el mar. Y no en una bella playa, en un acantilado…Y lo previsible, por amplio margen, es que el que habían encerrado para permitirle un triunfo espurio, !Lula! vuelva a la presidencia.
Como si fuera poco, la otra promesa en ciernes es el paso sensiblemente firme de Gustavo Petro en Colombia, mostrando que un nuevo orden es posible, con el consiguiente derrumbe del uribismo histórico, con su tenebroso entramado. Hoy no saben a qué recurrir, que no sea el insistente terror. De no mediar imponderables, que no se pueden descartar, a sabiendas de la catadura de los que defienden sus privilegios, habrá que afrontar, con México, la reciente e encomiable incorporación de Honduras, más la persistencia de quienes vienen soportando aberrantes bloqueos, componer un territorio consistente que contribuya a que los que tienen que abrir la mano lo hagan, porque no les queda otra.
En nuestro país, tendremos que seguir aprendiendo a encontrar puntos en común, sin dejar de darlos no dejarnos enredar en los debates inaccesibles para las mayorías, inspirarnos en los avances de nuestros vecinos, responder a la justa demanda de orden y retroceso del delito en todos los planos de lucha contra él y no olvidar la sabia lección que enseña que a los enemigos se los enfrenta de uno en uno. Y en la ocasión oportuna. En su medida y armoniosamente.
El año que se inicia nos trae aire fresco, tiene que darnos bríos y permitir sumarnos con lo mejor de nosotros. Siempre fue nuestra vocación.
(*)Mario Toer. Profesor Consulto UBA. Titular de Política Latinoamericana.