La vida de Luis Emilio Recabarren
Las grandes cualidades de organizador y la orientación revolucionaria que imprime a su vida se destacan nítidamente en sus actividades en pro de la creación y extensión de grandes organizaciones de masas, con programas claros y cada vez más clasistas.
Rufino Rozas. Santiago. 29/12/2021. Hablar sobre la vida de Recabarren, no es tarea fácil. Jamás hombre alguno logrará hacer una semblanza exacta de las múltiples actividades del más querido y respetado de los luchadores obreros, del jefe máximo del proletariado chileno.
Recabarren y la prensa
Luis Emilio Recabarren empieza a destacar su personalidad vigorosa a los 14 años de edad (1891), enrolándose en las filas contrarias al Gobierno de Balmaceda, y publicando un pequeño periódico antigobiernista: “El Opositor”.
Indudablemente que no podemos tomar esa posición política como la brújula que marcará la línea a seguir en el curso de su vida¸ pero sí cabe destacar el espíritu de organización que en él se advierte, el interés y la tenacidad por la fundación de periódicos, a la que consagra lo mejor de sus energías y de sus desvelos.
Más todavía: los periódicos que crea en adelante, sirven para orientar a las masas obreras en sus luchas y encauzarlas por el camino de la revolución.
Siendo militante del Partido Demócrata, partido que fuera de avanzada en esa época, de acuerdo a las condiciones económicas y políticas existentes, funda, en 1898, en Valparaíso, “La Democracia”, periódico en el cual hace sus primeras armas como periodista obrero, revelándose como el elemento de avanzada de su Partido.
Es este mismo muchacho (21 años), el que ha de convertirse en el campeón de la prensa obrera. Funda periódicos donde quiera que llega. Ayuda, materialmente, a crearlos en otras localidades.
Así lo vemos fundar “El Proletario” de Tocopilla, de Tocopilla, en 1904; “El Grito Popular”, de Iquique, en 1911; “ El Despertar de los Trabajadores”, de la misma localidad, en 1912, periódico éste que es levantado, tipo a tipo, chivalete a chivalete, máquina a máquina, por este gran cerebro creador y organizador, periódico del cual salen materiales para crear poco tiempo después “El Socialista” (más tarde “El Comunista”), de Antofagasta.
Es con materiales de “El Despertar” y “El Socialista” que se funda, en 1915, “La Vanguardia” (luego “El Socialista” y después “La Comuna”) de Viña del Mar. Esta imprenta, en cuyos materiales están representados el esfuerzo personal de Recabarren y la ayuda económica que él obtenía de las masas obreras de la pampa, se encuentra hoy en poder del tránsfuga Manuel Leiva, quien la explota en su personal beneficio.
De esas imprentas salen también los materiales para “La Defensa Obrera”, de Tocopilla, y “La Jornada Comunista”, de Valdivia.
Pero donde se destaca con mayor relieve su espíritu audaz para estas grandes empresas es “La Federación Obrera” (más tarde “Justicia”), órgano de la FOCH.
La FOCH, no tenía, hasta 1919, una imprenta propia. Recabarren concibe la idea de adquirir una gran imprenta. Propone su compra, negociación que se hace por medio de letras, que son pagadas con los dineros de las utilidades que arroja la nueva empresa y con las cotizaciones pro imprenta propia (50 centavos mensuales), que paga cada afiliado de la FOCH.
Esta imprenta, que tantos sacrificios costó a Recabarren, que fuera la que minó su organismo, pero que ha minado, también, los cimientos del régimen capitalista, no se encuentra en poder de ninguna organización obrera.
Esos tipos, esos chivaletes, esas máquinas, todos esos fierros, que tienen en sí la vida de nuestro maestro, fueron usurpados por el Al Capone del movimiento obrero chileno, Manuel Hidalgo.
El interés de Recabarren por fundar periódicos para la clase obrera, pasa las fronteras. En Buenos Aires funda “La Internacional”, órgano del Partido Socialista Revolucionario, más tarde Partido Comunista, del cual fue nuestro camarada su primer Secretario General, en los momentos más difíciles de la política internacional, en el período de la guerra europea.
En todos los diarios que fundara, Recabarren dejó impreso el sello de su personalidad: ejemplo de constancia y laboriosidad: siempre el primero en llegar (7 de la mañana) y el último en retirarse (2 o 3 de la madrugada); escribiendo, administrando, vigilando las prensas, limpiando los talleres, enfrentándose a los chivaletes para componer un trozo; enseñando a sus compañeros, de los que logró formar una generación de periodistas obreros.
Como escritor, un periodista obrero ha dicho de él, a raíz de su muerte: “Vaciaba su alma en sus escritos. Su frase era cortante, convencida, convincente, llevando al lector, como de la mano, a beber de la fuente de su rica y florida verba”.
En el campo sindical
Las grandes cualidades de organizador y la orientación revolucionaria que imprime a su vida se destacan nítidamente en sus actividades en pro de la creación y extensión de grandes organizaciones de masas, con programas claros y cada vez más clasistas.
No sólo lanza consignas. Es el primer ejecutor de ellas.
Es él quien se reúne con pequeños grupos, los orienta, los conduce a los movimientos por sus reivindicaciones, se coloca a la cabeza de sus huelgas y llega hasta la cárcel como consecuencia de su labor enérgica, clara y consecuente.
La Mancomunal de Obreros (1904), la Instructiva Obrera (hasta 1912), la Unión Gremial(desde 1912), organización esta última que realiza grandes movilizaciones portuarios y ferroviarios, al mismo tiempo que crea cooperativas( de pan y de consumos), son poderosas armas de defensa de los trabajadores del salitre, en las cuales Reca, como cariñosamente se le llama, ocupa los primeros puestos de dirección, de combate y de peligro, dejando impresas en ellas sus cualidades de verdadero líder y formando cuadros de dirigentes que más tarde han de tener una actuación descollante en el movimiento obrero chileno: Elías Lafertte, Luis Víctor Cruz, Galvarino Gil Araya( fallecido en 1926), todos gráficos como Recabarren, entre ellos.
Pero donde más resalta su clarividencia de luchador obrero, que marcha al ritmo del desenvolvimiento económico del régimen, es en la Federación Obrera de Chile (FOCH).
Esta organización, fundada en 1909 por los ferroviarios de Santiago, que constituyen su primer Consejo, se encontraba, desde sus comienzos, bajo la dirección de los conservadores, con participación, más adelante y hasta 1919, de los demócratas.
Recabarren ve en ella a la organización que, transformando su programa de colaboración con el sistema capitalista, en un programa de lucha clasista, ha de conducir a los trabajadores de Chile a grandes movimientos de masas. Y con una visión clara del porvenir lanza, en 1919, en Tarapacá y Antofagasta, la consigna “convertir los organismos de la Unión Gremial en Consejos de la FOCH”. Esta misma tarea se realiza a insinuación suya en la zona carbonífera.
Llega la Convención de 1919 y se libra la gran batalla: colaboracionistas y clasistas, en la que estos últimos, dirigidos por Recabarren, obtienen un triunfo aplastante, eliminando de la dirección a los elementos conservadores.
Se había operado en la FOCH un proceso lógico y justo que los acontecimientos mundiales marcaban imperativamente. La terminación de la guerra, la radicalización de las masas obreras, el triunfo de la Revolución Rusa, habían tenido su repercusión en las masas obreras de Chile, consecuente y revolucionariamente dirigidas por Recabarren.
Es verdad que aún quedan en el seno de la FOCH elementos colaboracionistas; pero contra ellos habrá de librarse una nueva batalla, que ha de significar un nuevo triunfo para los militantes clasistas. En diciembre de 1921, en Rancagua, se plantea la adhesión a la Internacional Sindical Roja, que es aprobada por la inmensa mayoría, siendo recibida con gran entusiasmo por parte de las masas a través de todo el país, masas que consagran a Recabarren, como justo premio a su claridad, sinceridad y devoción revolucionaria, su líder máximo.
Recabarren conferencista
Como conferencista, “cuando hablaba a multitudes, las tenía pendiente de su palabra fácil y galana, ejerciendo sobre ellas la fascinación que produce el convencimiento de una verdad hondamente sentida”, ha dicho de él un escritor.
En esta actividad de su vida era inagotable. Raro era el día en que no estuviera frente a la masa, ya en un salón obrero, ya sobre un cajón frente a la puerta de una fábrica.
Cuando realizaba giras, su trabajo era sencillamente abrumador. En una gira al sur del país, que duró treinta días, hizo cerca de cien conferencias de dos horas de duración cada una. En su última gira al norte, después de su regreso de la Unión Soviética (1923), dio cerca de 40 conferencias en 15 días, sin descuidar un momento las reuniones partidarias y sindicales, ni las conversaciones con hombres, mujeres y niños, ni mucho menos el escribir para los diarios, cartas para la dirección y para sus compañeros a través del país, tarea esta última que efectuaba aún en las horas de comida.
Recabarren y la cultura
Dediquemos siquiera unas breves líneas a las actividades culturales de Recabarren, de las cuales fue un fervoroso impulsor entre las masas obreras.
Sus folletos, que eran esperados con ansias, se encontraban en todos los hogares obreros. Fue el gran organizador de los conjuntos teatrales, de centros de estudios sociales, de escuelas nocturnas, de bibliotecas y de grupos corales, que, al mismo tiempo que lograban elevar la cultura de sus componentes, servían de vehículos de propaganda revolucionaria.
Recabarren, las mujeres y los niños
Es demasiada conocida la influencia que Recabarren ejercía sobre las mujeres y los niños. Para las primeras era un padre; para los segundos, un abuelo.
El cariño que todos sentían por él, el respeto que les inspiraba, no tendrá paralelo en la historia obrera de nuestro país.
Es que Recabarren era su gran maestro, su gran guía.
Era él quien había encendido la antorcha que iluminaba sus cerebros; era él quien había enseñado a luchar a esas mujeres que en el Carbón peleaban codo a codo con sus compañeros contra los guardias blancos de las compañías, o se tendían sobre la línea férrea para impedir que el ferrocarril transportara tropas que irían a ahogar en sangre una huelga en la pampa de Antofagasta.
Por eso es que, cuando llegaba Recabarren a algún sitio de trabajo, las mujeres y los niños eran su guardia de honor, guardia difícil de romper; por eso es que -cuando la policía de Santiago, al mando de Jaramillo y Concha Pedregal, disolvía a palos y balas la manifestación femenina del 27 de mayo de 1922- al llegar Recabarren, sin ningún temor, al sitio de los sucesos, esas mujeres y esos niños, ensangrentados muchos de ellos, reaccionan, vuelven a la Alameda y se agrupan en torno de su maestro; es por eso que, al tener conocimiento de su muerte, esas mujeres y esos niños lloran inconsolables a su querido viejito Reca.
La modestia de Recabarren
La modestia de Recabarren debe servir de ejemplo a todos, por eso dedicamos unas breves líneas a ella.
Hemos visto a Recabarren bajo el sol abrasador de la pampa, o soportando las inclemencias del invierno en el sur del país, caminar cuatro, seis, ocho kilómetros portando una maleta de libros en cada mano, libros que no le reportan ningún beneficio personal, pues todas las utilidades de las ventas son para las imprentas obreras; lo hemos visto en Antofagasta , por ejemplo, en los primeros tiempos de “El Socialista”, dormir sobre un pobre jergón y teniendo como velador un cajón parafinero; lo hemos visto pernoctar a plena intemperie cuando los carabineros le impedían la entrada a las oficinas salitreras y a los pueblos de la pampa, sin demostrar el menor signo de abatimiento o de disgusto, alentando, por el contrario, estoicamente, a hombres, mujeres y niños que le rodean.
Recabarren y el partido
Hemos dicho ya que Recabarren es un luchador obrero que marcha al ritmo del desenvolvimiento económico del régimen, y he ahí la razón de su posición política a través de su vida.
Es demócrata en 1898; llega a ser secretario de ese Partido en Valparaíso, y también fundador de uno de sus diarios en ese mismo puerto. Pero, desde sus comienzos, es el jefe del ala izquierda de su partido. No transige con los renuncios y vacilaciones de la derecha y del centro, vacilaciones y renuncios que han llevado a ese partido, como lo anticipara nuestro camarada, a su entrega total a la reacción.
Recabarren no cifra solamente en la labor parlamentaria la lucha por las aspiraciones de las masas obreras. Él la radica también en el campo gremial, primero, y en el campo sindical, después.
Pero su laboriosidad, por su lealtad a la clase obrera, es elegido diputado por Antofagasta en 1906, cargo del que es despojado por la reacción imperante, con la complicidad de algunos elementos de su propio partido.
En 1911, desde las columnas de “El Grito Popular”, realiza una tarea de desenmascaramiento de los dirigentes traidores del Partido Demócrata, lo que le vale que estos, atropellando las resoluciones de la mayoría de los demócratas iquiqueños, que lo habían proclamado candidato a diputado, desconozcan su candidatura e impongan la de Pedro Araya. Esto trae, como consecuencia, la formación del Partido Demócrata Socialista, con Recabarren a la cabeza.
Se efectúan las elecciones, en 1912, y en las urnas se arrebata el triunfo a Recabarren.
Recabarren vibra con la época: el 18 de enero de 1912 funda “El Despertar de los Trabajadores”, desde el cual ejecuta un plan de clarificación política hasta llegar, en el mes de mayo del mismo año, a fundar la primera Sección del Partido Socialista de Chile, partido que se extiende por todo el paía, y muy especialmente en la región salitrera.
En 1920, es proclamado candidato a la Presidencia de la República por el Congreso Nacional del Partido, celebrado en Antofagasta.
En 1921, es elegido diputado por Antofagasta. Su labor parlamentaria, bastante vasta, no desmintió su lealtad para con las masas proletarias; cada una de sus intervenciones era un latigazo a la burguesía nacional y al imperialismo.
Ese mismo año se celebra en Rancagua el Congreso Nacional del Partido Socialista. Recabarren plantea la transformación del Partido Socialista en Comunista y su adhesión a la Internacional Comunista.
Pese a la oposición de elementos derechistas, encabezados por Hidalgo- que traicionaba , de esta forma, por segunda vez a la clase obrera, quedándose en los rangos de la II Internacional- el planteamiento de Recabarren es aprobado por enorme mayoría. Nuestro Partido pasaba a ser, desde ese momento, el Partido Comunista de Chile.
Recabarren y los sectores populares
Recabarren, proletario auténtico, que conservara siempre una recta línea política de defensa de los intereses de su clase, jamás despreció la unidad de ésta con los demás sectores populares, para la lucha contra el imperialismo y la oligarquía nacional.
Por el contrario, fue un impulsor de ella.
De ahí el enorme cariño que por él sentían los campesinos; la influencia que logró tener en las organizaciones de empleados y de estudiantes, y la simpatía y el respeto con que contaba entre elementos de la burguesía nacional no entregada al imperialismo.
Recabarren, la paz y la URSS
Recabarren, que en 1908 hiciera un viaje a Europa, recorriendo España Francia y Bélgica, país este último donde recibió una fuerte influencia de la II Internacional, no tuvo un momento de vacilación frente al problema de la guerra.
En los momentos en que los social-traidores votaban en sus respectivos países los créditos de guerra y pasaban a ocupar puestos de significación en sus gobiernos, en Argentina, los dirigentes socialistas -los mismos que, hace poco, en nombre de una demagógica “lucha de clase contra clase”(?) han permitido el triunfo de la Concordancia(reacción), negándose a apoyar a la combinación de las fuerzas populares- planteaban la adhesión a las políticas de la II Internacional.
Recabarren, que se encontraba en Buenos Aires, se puso a la cabeza de los militantes que rompieron con la traición y, obedeciendo a la consigna “Contra la Guerra”, libraron una enérgica pelea en el seno del Partido Socialista. Vencidos, porque eran una fuerza minoritaria, y no queriendo hacerse parte de tan monstruosa traición, fundaron el Partido Socialista Revolucionario (hoy Comunista), del cual fue Recabarren su primer Secretario General, y publicaron “La Internacional”, que sirvió para orientar a los socialistas uruguayos, que rompieron también, encontrándose Recabarren en Montevideo, con la II Internacional.
Militante abnegado de la Internacional Comunista y de la Internacional Sindical Roja, Recabarren es el más ardiente defensor de la Unión Soviética.
Antes de dirigirse a la URSS realiza una fervorosa propaganda en todo el país, en Argentina y en el Uruguay.
En su estada en la URSS (1922), tiene oportunidad de ponerse en contacto directo con los dirigentes de las internacionales del proletariado revolucionario y concurre a los Congresos de la Internacional Sindical Roja y de la Internacional de Mineros, donde adquiere una mayor suma de conocimientos, que da a conocer en Conferencias, que realiza durante una larga gira de norte a sur de la República.
Recabarren en las prisiones
La defensa sistemática que Recabarren hizo de los postulados de la clase obrera chilena, le valió una encarnizada persecución de parte de la burguesía nacional.
Desde muy joven (1901), ya Recabarren es arrastrado a la cárcel, en Valparaíso, y continúa así su vida, entre la cárcel, el destierro y las relegaciones, y junto con esto, el odio de la burguesía nacional, que pide su cabeza, especialmente después de las masacres de Iquique (1907), y San Gregorio (1921)
Sin embargo, estas prisiones, que conmueven a las masas, movilizándolas en defensa de su maestro, no logran amilanarlo en lo más mínimo. Por el contrario, desde la cárcel sigue orientando al proletariado en las luchas por sus reivindicaciones, y a su salida, la primera tarea que realiza es ponerse al frente de los movimientos de masas.