Brigadas Ramona Parra: 50 años del arte del pueblo.

Un eslabón más de la expresión popular

Desde los tiempos inmemoriales la raza humana se ha visto en la necesidad de testimoniar, registrar, enseñar o expresar lo que observa o experimenta a su alrededor.

Primero cuando estaba todo por hacer o pensar frente a un medio agresivo que le imponía ciertas conductas, como agruparse y ordenar sus existencias con el único afán de sobrevivir, de procurar descendencia. Entonces cada idea o acción se graficaba con una rama en la tierra seca, la vasta pradera fue nuestra primera aula. Prácticas que se fueron mejorando hasta deducir que las cavernas eran el sitio adecuado para estas andanzas y allí estamparon las primeras lecciones de caza, estrategias para sobreponerse a las hambrunas. En periodos de sequías el acceso a las aguas era vital como lo expresa magistralmente Stanley Kubrick en la película “Odisea en el espacio”. Pero aquí se ve también como en la feroz batalla por el agua descubren como un hueso puede transformarse en una eficaz arma y con este descubrimiento aparece el poder y con el poder termina la convivencia comunitaria, el comunismo primitivo. Desde allí hasta nuestros días se ordena la estructura social en capaz o clases de acuerdo al poder acumulado. Dominación y explotación son sus signos.

Ya no fue el medio natural desconocido a quien hubo que enfrentar, sino, a personas de su misma raza que se encaramaron con distintos subterfugios en alturas colmadas de privilegios.

Entonces cuando vamos a los anales, a las enciclopedias nos encontramos con la historia envuelta en una espiral de sangre, cadenas, coronas, despotismo absurdo que empaña, humedece en lágrimas el fino papel de sus ediciones.

En Chile, nuestro país, a principios del siglo pasado, la condición del pueblo trabajador era lamentable. Excluidos de las riquezas que ellos mismos generaban, humillados en sus esfuerzos por sobrevivir, eran presa fácil del analfabetismo, el alcohol, la enfermedad, la violencia ciega y la desesperanza. Entonces salían de los túneles, de la pampa calichera, de las maestranzas con manos crispadas, empapadas en aceites quemados para escribir la palabra “huelga” y en una actitud definitoria firmaban EQCC (El que caga caga). Con los años se organizaron y crearon sindicatos. Cada peso o derecho adquirido fue a costa de sus mejores hijos o hijas. Ramona Parra en 1946 cae fulminada a balazos en la plaza Bulnes de Santiago. Joven trabajadora en los laboratorios farmacéuticos Recalcine, encargada de propaganda en su estructura comunal política, el Partido Comunista de Chile. Esta violenta espiral de la historia no deja de agredir a las mayorías, pero el pueblo sencillo y trabajador responde con lo mejor que guarda en sus corazones maltratados: versos, canciones, expresiones corporales y mucho color. Nace la Brigada Ramona Parra, surge de hogares llenos de carencias, jóvenes que están determinados, brocha en mano, darle cara a los satisfechos, a los que les sobra de todo pero núnca dan nada, los que heredan privilegios, los que imponen su cultura. “Porque dios así lo quiso”, dicen ellos, los señoritos.

Chile entero es el soporte para dejar estampada la denuncia, el reclamo, nuestra verdad. Tierra de color negro y rojo al principio, revuelta en el sumo de pencas de tuna para la adherencia necesaria. “Viet-Nam vencerá” trazábamos en los muros urbanos. El pueblo era informado por el pueblo, no más prensa clasista. Después con la alegría de ser Gobierno agregamos colores y figuras al mensaje.” Los niños nacen para ser felices”. “El cobre para Chile” y tantas otras demandas que durante mucho tiempo fueron tipiadas en mimeógrafos clandestinos y que ahora estaban a la luz del día en las paredes de todo Chile para que los laborantes se enteraran en el trayecto a sus trabajos. Es una hermosa historia de esfuerzo colectivo, perseverante, creativo y que cada año camina con el sello de sus nuevos exponentes.

Se ha escrito mucho de esta odisea proletaria y tengo la certeza que se seguirá escribiendo pues he sido testigo de la vehemencia juvenil demostrada al momento de colorear nuestras poblaciones.

Alfonso Ruiz Pajarito.
BRP-1970