Poder Constituido contra Poder Constituyente

“Democracia progresiva es concebida como un régimen político que, combinando las instituciones representativas tradicionales con nuevos órganos de democracia directa, se orienta progresivamente (…) a la superación del capitalismo mediante profundas reformas estructurales”. Carlos Nelson Coutinho.

Fernando Bahamondes. Profesor. Punta Arenas. 28/07/2021. Vivimos en la burbuja del poder constituido; ejecutivo, legislativo y judicial que, revestido por el régimen político, posee fecha de extinción. Este poder se enfrenta a un poder constituyente representado por ahora en la Convención Constitucional.

La Convención Constitucional nació el 15 de noviembre de 2019 con un problema de origen que no le permite autodeterminarse para realizar un trabajo político en profundidad, se debe reconocer como un profundo avance la presencia de los escaños reservados a los pueblos originarios, la paridad de género y la inclusión de independientes, esta lógica señala un camino para todo tipo de elección en órganos colegiados de aquí en adelante.

La yuxtaposición de poderes significa un choque institucional-legal contra el poder constituyente político-legitimo en un corto espacio de tiempo donde paralelamente se corre una carrera presidencial. Este conflicto adquiere mayor envergadura si se considera como agotada la democracia liberal y sus formas de representación.

La pregunta resolverá en parte la elección presidencial de noviembre y diciembre es si el sector político que acceda a la primera magistratura será una obstrucción o compañía del poder constituyente. Descartando a la derecha que ha sido doblemente derrotada, primero apoyando el rechazo y, luego, en la propia Convención al no obtener el tercio con el único objetivo de vetar transformaciones.

A su vez, la ex Concertación levanta y sostiene candidaturas presidenciales a propósito de la rencilla política entre partidos y las posibilidades de ganar espacios electorales en cupos en una lista parlamentaria común. No existe épica, relato en incluso propuesta en el caso de la candidata demócrata cristiana.

La democracia representativa mal acostumbró a la ciudadanía a clausurar el proceso político en el voto en función de una o un candidato. Es cierto que las personas, los partidos o movimientos políticos poseen una historia que los identifica y los diferencia de otros. No obstante, el presente político de nuestro país indica que la centralidad en la disputa presidencial se encuentra alojada en el programa de gobierno.

Un segundo ejercicio es el entendimiento que los propios partidos políticos poseen de sí mismos y del pueblo. En tal sentido, el siglo XXI nos perspectiva a pensar a los partidos políticos como instrumentos, medios de transformación política-social, por ello no son un fin en sí mismos.

En tal sentido que nos deja la primaria entre los candidatos del FA y Apruebo Dignidad. En el caso de Gabriel Boric un guiño electoral hacia la centroizquierda y un discurso que se basa en crecer hacia ese sector camino a la contienda presidencial. A su vez Daniel Jadue buscó extender un puente con organizaciones y movimientos sociales, lo cual logró parcialmente porque el mundo social tiene particularidades y porque subyace un problema endémico en el sistema político chileno que es el de la participación. Esta será una primera tensión que la coalición deberá resolver.

Lo cual nos hace preguntarnos, nuevamente, si el tránsito es factible desde lo social a lo político o desde lo político a lo social.

En el primer caso, desde lo social a lo político, parece poco factible porque la categoría pueblo se puede visualizar a partir de dos mundos. Uno relativamente organizado, de forma incipiente a través de múltiples movimientos sociales alojados en territorios o luchando por demandas de diversa naturaleza. En este espacio parece difícil poder concretar acuerdos duraderos y, aún menos, lograr rápidamente levantar una candidatura presidencial. El tiempo apremia y en pocos días se debe inscribir candidatos.

El segundo mundo, pueblo es una masa desorganizada que carece de participación. Eventualmente se pronuncia, en momentos específicos y en muchos casos es presa de los dictámenes de los medios de comunicación tradicionales.

En síntesis, el único paso posible es desde lo político a lo social. El desafío de la izquierda y los sectores progresistas es que el programa presidencial se encuentre abierto a las organizaciones y movimientos sociales. Estructuralmente la apertura programática debe buscar la convergencia político-social, que supere el restringido ámbito de la democracia representativa y la lógica de lo meramente electoral.

El futuro gobierno, si llegara a ser de la izquierda y los sectores progresistas, deberá ser entendido como otra parte del Poder Constituyente, junto a la Convención Constitucional y las organizaciones y movimientos sociales. Generando un esfuerzo titánico para incentivar la participación tanto electoral como activa de aquellos que hasta el día de hoy no lo hacen. al considerar estos elementos los 3/3 son una ficción.