HABLEMOS DE LA TELE. Rostros con y sin antifaces

Julio César Rodríguez, Mónica Rincón, Rodrigo Sepúlveda, Monserrat Álvarez y Matías del Río no se privan de ventilar abiertamente sus preferencias políticas, discutiendo de igual a igual con sus entrevistados, debatiendo desembozadamente con autoridades de gobierno, superando con creces su oficio de “periodistas” que los obligaría a ser veraces, oportunos e imparciales.

José Luis Córdova. Periodista. 07/06/2021. Aunque diariamente todos usamos mascarillas por la pandemia, animadores y conductores de televisión utilizan, en algunos casos, antifaces para eludir responsabilidades y otros se han desprendido públicamente de sus máscaras, exhibiendo sus verdaderos rostros.

A estas alturas por ejemplo, sabemos que Mónica Rincón, Constanza Santa María, Macarena Pizarro y Carolina Escobar son feministas acérrimas; que Matías del Río, Fernando Paulsen, Rodrigo Sepúlveda, Gonzalo Ramírez e Iván Núñez son defensores del actual status quo. Sin embargo, hay algunos lectores de noticias, como Ramón Ulloa, Humberto Sichel, Patricia Venegas, Priscila Vargas, Juan Manuel Astorga, Andrea Aristegui y José Luis Reppening que muestran más pudor y no expresan mayores preferencias en materias políticas.

Mientras, Julio César Rodríguez, Mónica Rincón, Rodrigo Sepúlveda, Monserrat Álvarez y Matías del Río no se privan de ventilar abiertamente sus preferencias políticas, discutiendo de igual a igual con sus entrevistados, debatiendo desembozadamente con autoridades de gobierno, superando con creces su oficio de “periodistas” que los obligaría a ser veraces, oportunos e imparciales.

El otrora prestigioso género de entrevistas periodísticas se ha convertido en un diálogo superficial, inconducente y a menudo irrespetuoso, generalmente como instrumento de relaciones públicas para el presidente y sus ministros, de marketing para pre  candidatos y/o francamente puro tandeo desatado para dirigentes y parlamentarios.

Quince diputados han sido sancionados por la Comisión de Ética de la Cámara de Diputados por aparecer en matinales en horas de sesiones de comisiones o de Sala: la mayoría son militantes de RN, como Eduardo y Jorge Durán, Tomás Fuentes y Camilo Moran, del mismo partido; Karol Cariola del PC y Juan Fuenzalida UDI.

Personajes como el ministro Enrique París muestran su poca perspicacia y nula flexibilidad para enfrentar a “periodistas” que lo emplazan o desafían sin ambages, mientras el senador Moreira hace gala de humor, ironías y sarcasmos ante estos mismos “profesionales” de la tele. Nadie contrapregunta ni toca temas considerados “valóricos” o “tabús”, mientras insisten en comparar la situación social y política de nuestro país con Venezuela, Islandia, Cuba, Noruega y hasta Corea del Norte.

La subsecretaria de Salud, Paula Daza ha sido objeto de imitaciones, de bromas de pésimo gusto y hasta fue “merecedora” del Copihue de Oro, distinción que entrega el diario La Cuarta para los “artistas” más populares de la farándula local, así como el año pasado se designó “Gran compipa” del movimiento Guachaca al mediático doctor Sebastián Ugarte.

Triste espectáculo para un medio de comunicación -como la televisión- que tiene responsabilidades para informar, entretener y formar, sobre todo en momentos trascendentales como los que estamos viviendo en pleno proceso constitucional, cuando se necesita una ciudadanía empoderada, participativa y deliberante para construir un país mejor.

Los espacios de humor político como “Políticamente incorrecto” y “Mi barrio” muestran mucho menos creatividad que los matinales y -en materia de francas humoradas y farsas- esos animadores le dan cancha, tiro y lado a los conductores de programas periodísticos que pretenden disputar sintonía entre broma y broma a costa de quien sea.

El periodismo enfrascado en contiendas por el entretenimiento poco aporta en materia informativa, de interpretación u opinión. El tandeo incesante contribuye a confundir los roles de convencionales constituyentes con los gobernadores regionales e incluso con alcaldes y concejales, desconociendo atribuciones, derechos y obligaciones de cada uno de estos cargos sin que surja la opinión sensata de comunicadores responsables.

De poco a nada valen los antifaces que algunos pretenden lucir ante las cámaras, basta con las mascarillas sanitarias y los escudos faciales porque sus rostros ya los conocemos. Las campañas electorales y la instalación de la convención constitucional pasarán a la historia con un pobre aporte de la televisión chilena y sus protagonistas de distinto signos. Con y sin antifaces de nuestros mal llamados “comunicadores”.