HABLEMOS DE LA TELE. Avances y retrocesos
Los medios de comunicación y las redes sociales cumplen un importantísimo rol en procesos políticos democráticos como el que acabamos de vivir en Chile. Independiente de los resultados electorales que dieron el triunfo al ultraderechista José Antonio Kast, es dable analizar a fondo comportamientos y perspectivas que comportan un eficiente e indispensable papel de los medios para contribuir a la convivencia social.
José Luis Córdova. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 23/12/2025. Los medios de comunicación y las redes sociales cumplen un importantísimo rol en procesos políticos democráticos como el que acabamos de vivir en Chile. Independiente de los resultados electorales que dieron el triunfo al ultraderechista José Antonio Kast, es dable analizar a fondo comportamientos y perspectivas que comportan un eficiente e indispensable papel de los medios para contribuir a la convivencia social.
El cuestionable hegemonismo de la llamada “gran prensa” y su influencia incontrarrestable en la televisión y las radioemisoras convierten a diarios como El Mercurio, La Segunda, La Tercera y las Últimas Noticias como eficaces voceros del empresariado, las transnacionales y el retail que conducen publicitariamente el desarrollo de estos medios.
Los departamentos de prensa de los canales de televisión abierta no tienen otras posibilidades que ceñirse a las pautas que determinan los medios hegemónicos y su ideología neoliberal en el mercado de las ideas y de las comunicaciones. El heroico mantenimiento de órganos autónomos, independientes constituye una verdadera hazaña intelectual y política y lo será especialmente en el futuro.
Una sola voz al respecto redunda perjudicialmente en el derecho a la información, la genuina libertad de prensa y de expresión, desplazando el interés “ciudadano” o “comunitario” a los objetivos comerciales de los detentores del poder.
Las campañas de prensa confunden entre la entretención, la política y la información como si estas esferas autónomas confluyeran en un esparcimiento ajeno al espíritu crítico necesario para enfrentar la realidad que viven televidentes, auditores y público en general.
El lamentable ejemplo de la colega Constanza Santa María -quien utilizó una “fake news” (noticia falsa) para tratar de emplazar a la candidata Jeannette Jara sobre el tema de deudas de Tag es algo que no debería repetirse en ningún caso. Asimismo, José Antonio Neme se permitió dar a conocer su decisión de no participar en la elección de segunda vuelta. Tan censurable como los rostros sonrientes de Matías del Río, Iván Núñez y Mónica Rincón tras la derrota de Jara.
Si bien la institucionalidad alcanza a canales y radioemisoras, en el campo de las redes sociales y en las diversas plataformas tecnológicas se vive un discutible libre albedrío. Los medios de comunicación simulan gozar de libertades, desmienten la autocensura, pero, indudablemente, se rigen por las leyes del mercado y los intereses creados del gran capital.
Los eventos políticos van más allá de los procesos electorales y reproducen los anhelos y aspiraciones de los ciudadanos y sus comunidades en los diversos territorios. En este plano no cabe la uniformidad sino los acuerdos de mayoría, las negociaciones; ceder y no imponer condiciones ante las falencias, irregularidades y errores de las autoridades por muy democráticamente electas que hayan sido.
La comunidad tiene el deber de observar y denunciar posturas y tendencias que puedan perjudicar el normal desenvolvimiento de nuestra sociedad, el desarrollo sociopolítico y económico del país, así como proteger y defender los avances logrados en materias culturales, científicas, de género, artísticas, deportivas y otras en busca de una mejor convivencia superando el anticomunismo y otros prejuicios discriminatorios.
Las innovaciones tecnológicas deben colaborar en estos procesos, fortaleciendo a los medios de comunicación y las redes sociales como eficaces y eficientes instrumentos para garantizar el derecho a la información, la libertad de expresión y por ende la democratización definitiva de nuestro país. Poco han avanzado en realidad estos medios en este largo período desde la recuperación de la democracia. En todo caso, lo mínimo sería no retroceder en los avances conseguidos hasta ahora.
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