“Nuestro desafío es cautivar a la ciudadanía con propuestas concretas dando garantías de cumplimiento”

Así lo señaló la secretaria general del Partido Comunista (PC), Bárbara Figueroa, al referirse a la alta desconfianza que existe de parte de la ciudadanía hacia las instituciones. En un momento clave de la carrera presidencial, como es la recta final hacia la primera vuelta del 16 de noviembre, Bárbara Figueroa -reconocida sindicalista y ex presidenta de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT)- aborda con franqueza los principales desafíos de la campaña de Jeannette Jara, candidata presidencial que logró una inédita alianza desde la Democracia Cristiana (DC) hasta el Partido Comunista y sectores de izquierda fuera del oficialismo. Desde un escritorio austero, con solo objetos de papelería ordenados metódicamente, la dirigenta analiza la unidad histórica de su sector y el rol clave que jugará el PC para superar el clima de desconfianza.
María Paz Muñoz Marín. Periodista PC. Santiago. 16/10/2025. ¿Cuál es su balance de lo que ha sido la campaña presidencial de Jeannette Jara? ¿Qué hitos destacaría de este proceso?
La campaña presidencial de Jeannette Jara ha tenido un balance altamente positivo desde las primarias hasta la primera vuelta. Un hito destacable es la amplia convergencia política alcanzada, que integró a todos los partidos del oficialismo y sumó el respaldo de la Democracia Cristiana, ampliando significativamente la base de apoyo. Este proceso ha permitido articular un trabajo conjunto con diversas fuerzas políticas y sociales, proyectando una candidatura con un respaldo transversal.
En segundo lugar, fue crucial la incorporación de las voces del mundo social. La candidatura sumó con gran entusiasmo a organizaciones de base, sindicatos (incluida la CUT) y comités de vivienda. Esto permitió a la campaña trascender las fronteras de los partidos, permeando e integrando activamente al tejido social del país, un logro muy significativo.
Finalmente, un tercer hito fundamental fue la construcción programática. A pesar de los cuestionamientos, el programa es el resultado de un esfuerzo colectivo único, iniciando con la convergencia de las propuestas de las candidaturas de Carolina Tohá, Jaime Mulet y Gonzalo Winter. Luego, se complementó con el trabajo de 26 comisiones y se legitimó con el recorrido nacional de la candidata a través de los diálogos “Soluciones para Chile”, contrastando las propuestas directamente con la ciudadanía y las organizaciones territoriales. Este modelo de campaña garantiza a la población que, desde el primer día, se actuará para solucionar las urgencias de las familias.
Esta elección se da en un clima político polarizado y con alta desconfianza ciudadana hacia las instituciones. ¿Cómo evalúa el clima electoral y cómo ha afectado eso la forma de hacer campaña?
La elección no se da en un clima polarizado, ya que las propuestas de nuestra candidata, como fortalecer la salud pública y lograr salarios justos, son de sentido común para la ciudadanía.
Sin embargo, sí existe una alta desconfianza ciudadana hacia las instituciones, que es nuestro mayor desafío. Buscamos cautivar a la ciudadanía con propuestas concretas y garantías de cumplimiento.
Candidaturas que presentan propuestas sin explicar el financiamiento o que recurren a campañas de desprestigio solo minan más la confianza y promueven la indiferencia. Este problema se hace evidente en la lógica que han pretendido instalar figuras como Kast o Kaiser, al proponer sin especificar cómo llevar a cabo sus iniciativas, se corre el riesgo de impactar negativamente en la confianza en la política. No explicar las propuestas no solo es irresponsable, sino que favorece la desafección y el no creer en la política como instrumento para mejorar la vida cotidiana. Por ello, necesitamos empoderar al votante para que decida con esperanza, entendiendo que su voto favorecerá directamente su vida cotidiana.
Uno de los elementos centrales de esta candidatura ha sido el respaldo que abarca desde la Democracia Cristiana hasta el Partido Comunista y diversos sectores progresistas. ¿Qué relevancia le atribuye a esa amplitud de apoyos? ¿Cree que se logró disipar las controversias iniciales en torno al programa y consolidar una propuesta unitaria y convocante?
Contar con un amplio respaldo que va desde la Democracia Cristiana hasta el Partido Comunista y diversos sectores es la expresión más nítida de nuestra capacidad de convocatoria y gobernabilidad.
El programa, basado en cuatro ejes estratégicos, es un mérito de la unidad lograda y fue construido en diálogo con los territorios.
La diversidad del sector, lejos de ser un problema, nos ofrece más garantías de gobernabilidad que cualquier otro. Nuestros hechos lo demuestran: logramos una primaria, un programa conjunto y consolidamos la unidad. Esto nos permite centrar el debate en las urgencias de las familias trabajadoras. A diferencia de nosotros, la derecha no fue capaz de realizar una primaria ni resolver sus diferencias internas.
Todo indica que la presidencial se definirá en segunda vuelta en diciembre. Frente a ese escenario, ¿Cómo se proyecta esta alianza política? ¿Habrá nuevos énfasis o propuestas para ampliar el respaldo electoral y atraer a votantes de otras candidaturas?
Ante un eventual escenario de segunda vuelta, el objetivo es construir una amplia alianza política y social para frenar un retroceso en derechos sociales y laborales. La llegada de un gobierno de derecha representaría un riesgo concreto, pues implicaría una mayor flexibilidad laboral y el debilitamiento sindical, amenazando derechos esenciales como la indemnización por años de servicio, la jornada laboral y las condiciones básicas de trabajo. Esto profundizaría las desigualdades y significaría la pérdida de avances ya conquistados, como ocurrió durante los gobiernos de Piñera. Por ello, más que dar un cheque en blanco, se busca generar unidad y conciencia sobre lo que está en juego, sumando a todas las voces que quieran defender derechos y proteger los logros alcanzados
Distintos análisis apuntan a que la derecha y la extrema derecha podrían alcanzar mayoría en el Congreso, mientras que el oficialismo mejoraría su representación, aunque sin lograr una ventaja clara. ¿Qué tan decisivo será este equilibrio de fuerzas legislativas para avanzar en el programa de gobierno y en la agenda de cambios que plantea el progresismo?
Nuestra apuesta es clara: aspiramos a tener un Parlamento que permita gobernar con Jeannette Jara. Por lo tanto, el objetivo sigue siendo obtener mayorías legislativas tanto en la Cámara de Diputados y Diputadas como en el Senado. Esto ha implicado un despliegue territorial intensivo para destacar que nuestros postulantes son los candidatos de Jeannette Jara, y que su labor legislativa buscará consolidar y hacer avanzar las propuestas de nuestra candidata presidencial.
No es una tarea sencilla, y los análisis indican que debemos redoblar los esfuerzos para ser competitivos en la disputa parlamentaria. Sin embargo, mantenemos la convicción de que es una meta posible.
No podemos soslayar el impacto que tendrá el hecho de no haber logrado la lista única, lo cual es un factor real que afectará los resultados de nuestro sector. Pero más allá de este dato de la realidad, esperamos que el mensaje de «sentido de cuerpo» y de «trabajo en equipo» junto a Jeannette Jara como Presidenta, sea el aliciente clave para conseguir el respaldo ciudadano que nos otorgue la mayoría necesaria. La consecución de esta mayoría será, sin duda, un factor decisivo para avanzar con celeridad en la agenda de cambios que plantea el progresismo.
Durante la campaña no faltaron episodios tensos y controversias públicas entre los partidos y vocerías que respaldan a Jara. Más allá del resultado electoral, ¿cree que quedaron heridas en esa alianza o existen condiciones para mantener la unidad política en la etapa que viene?
Reitero, la unidad sólo tiene sentido si se basa en la diversidad. Por lo tanto, más allá de los episodios tensos o controversias públicas que hayan existido, lo fundamental es que el centro no son los partidos ni la opinión de dirigentes particulares. Lo clave es el proyecto común que nos une: el bienestar de Chile y de sus familias trabajadoras.
Podemos discrepar en las formas, en los plazos o en las prioridades, y es sano que así sea. Sin embargo, ninguna de esas diferencias pone en tela de juicio que la única vía para defender los avances sociales, enfrentar los desafíos de seguridad, e impulsar el crecimiento y la creación de empleo es mantenernos unidos.
Bajo esta concepción estratégica, no solo debemos proyectar la unidad en el ejercicio de un próximo gobierno. Nuestro mayor desafío es generar las condiciones para conformarnos como una coalición política estable y duradera que, independiente de si estamos en el gobierno o en la oposición, se proyecte como un referente programático y político para el país.
Independientemente de los resultados del 16 de noviembre, ¿Cómo evalúa la posición en la que llega el Partido Comunista a esta elección? ¿Qué rol espera que juegue en el nuevo ciclo político?
El Partido llega a esta elección indiscutiblemente fortalecido. Liderar y ganar la primaria presidencial fue un hito de magnitud insospechada, y asumimos con orgullo y responsabilidad que uno de nuestros mejores cuadros sea hoy la candidata presidencial del sector.
Nuestro objetivo inmediato es claro: aumentar el músculo legislativo. Necesitamos aumentar nuestra representación en el Senado y mantener los escaños en la Cámara para impulsar las transformaciones. Desde el Parlamento, ya hemos sido un motor fundamental, apoyando la agenda de gobierno y promoviendo sellos propios, como la ley de 40 horas.
Respecto al próximo ciclo, si somos gobierno, nuestro rol será el de un actor clave, pero horizontal dentro de la coalición. Esperamos fomentar un diálogo permanente y robusto entre la institucionalidad y los actores sociales y sindicales, pues la participación popular activa es la base para construir una democracia viva y profunda.
El debate electoral ha estado fuertemente marcado por partidos y candidaturas, pero con menor visibilidad del mundo social. ¿Comparte esa apreciación? ¿Qué papel imagina para los movimientos sociales y la sociedad civil organizada a partir del próximo año, sea cual sea el resultado electoral?
Sí, comparto esa apreciación. La democracia se fortalece cuando abrimos las puertas a la participación activa.
Pretender asumir los desafíos del país solo vía Gobierno o Parlamento es insuficiente en materias tan claves como la seguridad. En este ámbito, la voz de los gobiernos regionales y especialmente, de las alcaldías es fundamental para recoger sus buenas experiencias. Lo mismo ocurre con la relación con Carabineros y las FF.AA., que deben enfrentar de manera conjunta las respuestas más eficaces para el control fronterizo, el ingreso irregular de migrantes, el combate al narcotráfico y el crimen organizado.
Así como son esenciales estos diálogos en demandas y urgencias tan sentidas para la ciudadanía, con ese mismo ahínco debemos proyectar el diálogo y el trabajo con el mundo organizado, los movimientos sociales y el movimiento sindical.
No podemos pretender limitar el rol de los actores sociales al ejercicio de la legítima manifestación. Debemos tener apertura a sus propuestas y ser capaces de construir de manera conjunta caminos para avanzar en el desafío de generar más crecimiento económico, sin pérdida de derechos y con más y mejores empleos, y de desarrollar buenas políticas sociales pertinentes a cada realidad.
En ese sentido, el diálogo con el mundo social y sindical organizado es un activo para ser más eficientes como Estado y llegar con respuestas concretas a los territorios.
Algunos sectores han insistido en instalar la idea de “miedo” frente a un eventual gobierno de izquierda. ¿Cree que esa estrategia ha tenido efecto en la campaña? ¿Cómo la han enfrentado?
Sí, la derecha ha intentado instalar el miedo como el sentimiento principal en este tiempo político, una táctica que aprovecha temores concretos y reales. Sin embargo, estamos en un momento mundial de incertidumbre, y nuestra propuesta busca hacerse cargo de esos temores, ofreciendo en la familia el refugio y el espacio de contención que disipa los miedos.
Los chilenos temen perder lo que tienen y que sus familias sufran. Como Estado, nuestro deber es proteger a las familias, garantizar derechos sociales esenciales como educación, salud y vivienda, y permitir que se proyecte el futuro económico sin riesgos, con empleo y salarios dignos, liberándose del agobio de la deuda. Nuestra respuesta, en definitiva, es contraponer al discurso del miedo el de la esperanza, la que solo se construye de manera colectiva. Es posible un mejor porvenir, pero eso no se construirá si persisten los abusos, si retrocedemos en derechos, o si volvemos atrás en lo avanzado. El porvenir puede ser mejor, avanzando todos juntos, sin dejar a nadie atrás.
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