EL EDITORIAL. Derechos y opciones de chilenas y chilenos no deben estar supeditas a una corriente religiosa

La contradictoria referencia del jefe de la Iglesia Católica a teórica amenaza a la democracia y el Estado de Derecho por discusión de proyectos de aborto legal y eutanasia. Atentar contra la democracia y el Estado de Derecho sería instalar que en Chile las leyes deben estar determinadas por la doctrina de la Iglesia Católica. No se trata de discusiones valóricas, parciales, religiosas, sino de reflexiones y decisiones que tiene que ver con derechos civiles de las personas en circunstancias dramáticas.

“El Siglo”. El Editorial. Santiago. 19/9/2025. Legislaciones destinadas a garantizar derechos civiles y opciones personales de chilenas y chilenos no deben ser supeditadas a una o más corrientes religiosas, más existiendo en el país un Estado laico y conocidas demandas provenientes desde la ciudadanía.

Por ello, aparecen inadecuadas las duras palabras del jefe de la Iglesia Católica, Fernando Chomali, en el último Te Deum, en cuanto al análisis legislativo de proyectos que garanticen el derecho al aborto legal y la eutanasia, promovidos por el gobierno y demandados por diversidad de sectores de la sociedad chilena.

En su argumentación, claramente de tono religioso más que de derecho, Chomali señaló que están “amenazados los fundamentos de la democracia y el Estado de Derecho, sobre todo cuando se pretende aprobar leyes claramente injustas como el aborto y la eutanasia” y aventuró que eso daña “el alma del país”.

Sin embargo, amenazar la democracia y el Estado de Derecho sería imponer a toda la ciudadanía la doctrina de una Iglesia, sin respetar otros idearios; sería privar al Ejecutivo, al Legislativo y representaciones de la sociedad civil el discutir y aprobar o no leyes que se consideran necesarias; atentar contra la democracia y el Estado de Derecho sería instalar que en Chile las leyes deben estar determinadas por la doctrina de la Iglesia Católica. ¿Le parecerá injusto aprobar esas leyes a las mujeres que, en su derecho y por circunstancias dramáticas, deciden interrumpir el embarazo? ¿Le parecerá injusto aprobar esas leyes a las cientos de personas que, en su derecho, optan por una muerte asistida ante la imposibilidad de la cura y detener horribles sufrimientos? ¿Otorgar derechos y colocar a Chile en un estándar mundial en estas materias es dañar el alma nacional? Valdría recordar que, como en esta ocasión, la jerarquía católica se opuso agresivamente a la ley de divorcio, precisamente diciendo que se atentaba contra el alma de Chile, de la familia, de las personas. La ley se aprobó y cientos de miles de personas, sino un par de millones, se divorcian, muchas de ellas católicas, y como dato adicional, hay un aumento inmenso de Acuerdos de Unión Civil (AUC) por encima de los matrimonios tradicionales. Nada de eso daña el alma nacional, por el contrario, muestra una sana convivencia y respeto a derechos civiles.

Al afirmar que discutir proyectos de aborto legal y eutanasia amenaza “los fundamentos de la democracia y el Estado de Derecho”, suena como una instrucción, una orden, una corrección doctrinaria religiosa particular que el Arzobispo de Santiago, Fernado Chomali, quiere imponer a sectores políticos, al Legislativo y al conjunto de la sociedad chilena.

El jefe de la Iglesia Católica pasa por alto que la fortaleza democrática y el reforzamiento del Estado de Derecho en Chile pasa por respetar la diversidad que compone la sociedad, pasa por estar abiertos a debates en el marco del respeto y el consenso, pasa por evitar imposiciones de un solo sector, y pasa por el escrutinio democrático que se da en espacios como los procesos electorales y el Congreso, elegido democráticamente por el pueblo.

Por lo demás, los proyectos a discusión, no apuntan a obligar a nadie a optar por el aborto o la eutanasia, sino más bien, abre la posibilidad de garantizar esa posibilidad tomada voluntariamente y en consciencia. Los católicos y las católicas seguirán con su derecho intacto a no abortar y a no recurrir a la muerte asistida.

No se trata de discusiones valóricas, parciales, religiosas, sino de reflexiones y decisiones que tiene que ver con derechos civiles y opciones de las personas en circunstancias dramáticas.

Avanzar en leyes que posibiliten a las mujeres abortar por circunstancias y razones determinadas, lo mismo que den la opción de la muerte asistida ante dramáticas situaciones sin perspectiva de mejora, robustece los derechos de chilenas y chilenos, no obligada a nadie a nada, abre opciones a decisiones personales válidas, y regula una realidad existente e indesmentible. Resulta impropio que la jerarquía católica esté en una ofensiva en contra de esos derechos ciudadanos, incluso en tonos altisonantes y agresivos.

 

 

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