Unidad del pueblo para vencer

“Yo estimo que no hay otro remedio, en verdad, que tomar la ofensiva; de lo contrario seremos diezmados (…) Reaccionemos, pues, y levantemos sin temor la bandera de lucha, y propaganda, de manera que conquistemos en los comicios electorales el puesto que corresponde al pueblo y que hoy ocupa ilícitamente la oligarquía”: Luis Emilio Recabarren.
Hernán González. Profesor. Valparaíso. 8/2025. El fin de semana que pasó, la senadora independiente Fabiola Campillai entregó su apoyo a la candidatura de Jeanette Jara a la Presidencia de la República. Un apoyo que viene a enriquecer la unidad de los que luchan por más democracia, más justicia social, más igualdad, más participación, más dignidad para el pueblo.
Poco antes, lo habían hecho también los partidos de izquierda que no participan de alguna de las coaliciones de gobierno, como el Partido Igualdad, el Partido Popular e Izquierda Libertaria. La unidad del pueblo se abre paso abarcando, como no se veía desde las históricas jornadas del 2 y 3 de julio de 1986, desde la izquierda al PDC. Luego de éstas la dictadura se vio en la obligación de adelantar el itinerario constitucional de traspaso a un gobierno civil.
La situación es crítica. En apariencia, todo funciona más o menos como corresponde excepto porque, en el fondo, la polarización política de la que hablan medios y opinólogos a partir del resultado de las encuestas -como si se tratara de una epidemia- da cuenta de que chilenos y chilenas no están dispuestos a votar nuevamente como lo venían haciendo en los últimos tres decenios a lo menos.
Eso, lógicamente, despierta la inquietud del empresariado que ha adoptado un tono desembozadamente protagónico, saltándose a sus tradicionales representantes y abandonando su apariencia de neutralidad. Ello pues, haciendo gala de un agudo sentido de la realidad, percibe la posibilidad de perder el puesto que ha ocupado en la dirección de los asuntos públicos en los últimos años. El interés nacional -el de la mayoría- fue reemplazado, en efecto, por el de los grandes empresarios de bancos y financieras; empresas que extraen los recursos que pertenecen a todos y todas para su propio beneficio; y los medios de comunicación hegemónicos que les sirven.
La mayoría no es solamente un número. Hace alusión a los que producen, a los que crean; a los que trabajan y por lo tanto es una palabra que contiene mucho más que una cantidad. Contiene belleza, cultura, prosperidad; diversidad cultural, social y ecológica. Es la que debiera guiar, como pensaba Recabarren y por lo cual vivió y luchó, la dirección de las políticas públicas. Ya nadie se cree la teoría del chorreo, que a estas alturas no parece más que el eco de una canción pasada de moda pese al batallón de ricachones que salió en las últimas semanas a defender lo que «con tanto esfuerzo» lograron durante la época de bonanza del neoliberalismo.
Es la razón para que las fuerzas de izquierda y progresistas, una vez constituida su unidad más amplia, pasen a la ofensiva y se dispongan a ganar las próximas elecciones y ser gobierno para realizar las reformas que le devuelvan a la mayoría, al pueblo, a los pueblos de Chile, el lugar que les corresponde en la dirección de los asuntos del Estado.
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