“En el universo de votantes, más que un ‘centro político’ hay un ‘centro oscilatorio’”: Pedro Santander

El académico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, advirtió que “la marea que impulsa la onda oscilatoria la llamaría ‘sentido común’” y enfatizó que “el electorado chileno quiere y necesita soluciones a corto plazo que sean de sentido común”. De cara a la carrera presidencial, el periodista y doctor en lingüística afirmó que en las candidaturas “es un equilibrio complejo” lo de “atributos personales y propuestas programáticas”; aseveró que “si sólo se tiene lo primero y no lo segundo, la candidatura se puede transformar en un payaseo”. En esa línea, se refirió a la constante de acusar como algo negativo la ideología o ideologización de los mensajes y las propuestas: “Palabras que antes eran comunes en la discusión pública, hoy son demonizadas; es el caso, entre otros, de la palabra ‘ideología’”. Indicó que “el objetivo es despolitizar” y apuntó que “cada vez que la derecha acusa a alguien o a algo de estar ‘ideologizado’ hay que entenderlo en ese contexto falaz y falso que han logrado construir, de que ya no hay historia y de que ya no hay ideologías”. En entrevista, el Licenciado en Comunicación Social de la Universidad de Chile, sostuvo que “la desinformación jugará un rol importante” en estas elecciones: “En primer lugar, porque el uso de la IA lo posibilita de un modo además barato, porque las redes sociales son las principales fuentes de información y de masificación de los mensajes”. Y sobre el predominio de medios conservadores y no potenciar medios alternativos, indicó que “ningún gobierno ‘progresista’ en Chile se ha tomado en serio este punto, aunque todos dicen que es una cuestión importante y se lamentan por la mala prensa”.

 Hugo Guzmán R. Periodista. Santiago. 7/2025. Se acusó que la cumbre Democracia Siempre, a la que asistieron los presidentes de Chile, Uruguay, Brasil, Colombia y España estaba ideologizada. Se dijo también que tal o cual campaña no debe ser ideológica o que está ideologizada. ¿Esta demonizada la palabra ideología? ¿Es posible hacer política, campañas, desideologizadas?

Los discursos, las palabras, los conceptos en uso o en desuso reflejan relaciones de fuerza. En las últimas décadas, sobre todo luego de la caída del llamado socialismo real, la derecha la tiene y con poco contrapeso, tanto en el plano político, económico, como también en el discursivo. En ese sentido, palabras que antes eran comunes en la discusión pública, en el debate académico, en la discusión social hoy son demonizadas; es el caso, entre otros, de la palabra “ideología”. Este concepto está en la misma sintonía que otros que usa la derecha, como ese del “fin de la historia”. Sólo habría capitalismo, ya no hay historia en tanto ya no habría otro sistema mejor que la civilización humana pudiera crear para organizarse social y económicamente. Consiguientemente, cualquier propuesta o idea que se haga en un sentido contrario, se califica de “ideológica” en tanto se opondría a la “razón tecnocrática” que -según ellos- caracteriza al funcionamiento de las sociedades capitalistas. De este modo, cuando se acusa a algo de ser “ideológico” se lo está acusando de ser no tener sustento técnico y, por lo tanto, de ser casi que un capricho sin sustento. El objetivo es, como siempre, despolitizar y la discusión técnica sería, en ese sentido, lo correcto, como si los técnicos no estuvieran influidos por intereses. Cada vez que la derecha acusa a alguien o a algo de estar “ideologizado” hay que entenderlo en ese contexto falaz y falso que han logrado construir, de que ya no hay historia y de que ya no hay ideologías. Sólo democracia capitalista y tecnocracia. Para esta construcción -que es profundamente ideológica- han sido muy importantes el giro posmoderno que buena parte de la intelectualidad occidental adoptó a partir de los ‘80 y el control sobre los medios de comunicación, por lo tanto, de buena parte del debate público. Esto es muy ideológico, evidentemente, lo que pasa es que es también muy hegemónico y gracias a eso se hace pasar por “no ideológico”, lo que, a su vez, es una de los mayores triunfos de la ideología, es decir, hacer pasar como natural y obvio lo que es histórico y discutible. Usar las palabras en un sentido distorsionador e hipócrita para falsear la realidad es algo que el pensamiento crítico y, específicamente, el pensamiento marxista detectó y descubrió tempranamente. Marx, siendo un joven periodista de 24 años ya denunciaba ese tipo de retórica en la Gaceta del Rhin; Bertolt Brecht tiene una hermosa frase al respecto: “El capitalismo…ese caballero que no le gusta que se lo llame por su nombre”. Y el Ché apuntaba a esa misma hipocresía discursiva con la que se cubre este sistema la cuando decía que “el capitalismo es el genocida más respetado del mundo”.

Es obvio que las candidatas y candidatos tienen perfiles, atributos, empatías. ¿Pero dónde está el límite, comunicacionalmente, en priorizar eso sobre ideas, posiciones políticas y propuestas?

Bueno, es un equilibrio complejo el que hoy hay que encontrar entre atributos personales y las propuestas programáticas. Si sólo se tiene lo primero y no lo segundo, la candidatura se puede transformar en un payaseo, y si sólo lo segundo, sin lo primero, la candidatura será inocua. Hoy, debido a los contextos en los que las campañas se despliegan y debido al desprestigio de la actividad política  hay un clivaje que es clave en las campañas: ¿“Le creo o no le creo?” Más que “izquierda/derecha”, “comunismo/fascismo” o “capital/trabajo”, con lo que se logre convencer y generar credibilidad en los votantes. (Evelyn) Matthei claramente no lo tiene, (Jeannette) Jara sí tiene eso. En el teatro le llaman “fiato”, en el marketing “bonding”, etcétera. Pero si no tiene sustento en propuestas políticas e incluso en promesas de campaña atractivas y realizables, puede ser pinchado fácilmente como, en mi opinión, les pasó a otros candidatos como Marco Enríquez Ominami o (Franco) Parisi.

Mediática y políticamente aparecen muchos definiéndose “de centro”. Otros que hablan de “correrse al centro” o “buscar el centro”. ¿Existe el centro, cómo se le ubica en un área de expresión de ideas?

Creo que la despolitización de la población chilena que tanto la derecha como la Concertación impulsó desde 1990 en adelante hace que muchos de esos ejes hoy no tengan mucho sentido para amplias capas de la población. Todos los estudios electorales demuestran hoy que hay una importante oscilación en el electorado que un día puede votar por (José Antonio) Kast y luego por (Gabriel) Boric. Creo que en el universo de votantes, más que un “centro político”  hay un “centro oscilatorio” que, según las mareas, se inclina hacia un eje o luego hacia el otro. La marea que impulsa la onda oscilatoria la llamaría “sentido común” que, en conjunción y combinación con el tema anterior de la “conexión” entre candidato o candidata y electorado, logran incidir en conductas de voto. Chile es un país complicado para vivir para la mayoría de la población, bajos sueldos, ausencia creciente del Estado, poca seguridad social, mala salud, etc. El electorado chileno quiere y necesita soluciones a corto plazo que sean de sentido común.

¿Crees que la desinformación y el miedo van a jugar un rol en esta campaña?

Sin duda, si no, pregúntele a Matthei. No sólo en esta, en toda campaña, sin excepción, la desinformación jugará un rol importante. Es inevitable, sea por varias razones. En primer lugar, porque el uso de la IA (Inteligencia Artificial) lo posibilita de un modo además barato, porque las redes sociales son las principales fuentes de información y de masificación de los mensajes, porque el consumo de redes sociales, sobre todo a través de dispositivos móviles es permanente y porque la regulación para frenar la desinformación es completamente insuficiente. La derecha se opuso tenazmente el 2023 a la Comisión Asesora contra la Desinformación que el gobierno impulsó, la llevó incluso al Tribunal Constitucional. “Tiene olorcillo a Venezuela”, denunció incluso el entonces jefe de la bancada de diputados de RN (Renovación Nacional). Hoy, todo lo que le pasó a Matthei lo previó esa Comisión. Quizá ahora estarán más sensibles ante el tema y se pueda legislar. Como sea, estoy convencido que sólo medidas radicales, no de medias tintas, pueden lograr cierto efecto en este terreno, pero debemos tener claro que lo que está en juego es también algo radical: la erosión de la democracia.

Ya se sabe el papel de medios convencionales y conservadores, es cosa de leer sus editoriales. ¿Crees que las candidaturas progresistas y de izquierda deberían darle más importancia a la prensa alternativa y progresista, al menos para llegar a ciertos nichos?

Ningún gobierno “progresista” en Chile se ha tomado en serio este punto, aunque todos dicen que es una cuestión importante y se lamentan por la mala prensa. Hoy la cuestión comunicacional es una cuestión de Estado, sobre todo para los gobiernos progresistas que tienen toda una estructura  mediático-comunicacional en contra, y que sufren eso durante su gestión. Sin embargo, vemos lo de siempre: iniciativas timoratas, débiles, preocupadas de que la derecha no se enoje cuando se trata del campo comunicacional. La derecha no tiene complejos con eso. (Sebastián) Piñera cerró La Nación nada más llegar al gobierno y llenó TVN de editores afines. La primera medida de (Mauricio) Macri en Argentina fue sacar a Telesur de pantalla, (Javier) Milei intervino inmediatamente el sistema de medios públicos. Pero en Chile ningún gobierno ha dados pasos para democratizar el sistema comunicacional. Los máximos dirigentes del sector progresista podrían hacerlo, al menos, dando exclusivas, entrevistas, a medios que no son de la derecha, es decir, apoyar marcando agenda y de este modo, llevando audiencia, a pantallas progresistas. Es lo que se ha hecho en México y en Colombia, por ejemplo.

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