Israel bombardea televisión pública iraní en plena transmisión y desata ola de condenas internacionales

El bombardeo perpetrado por Israel contra la sede del IRIB en Teherán, durante una transmisión en vivo, constituye una violación directa de principios fundamentales internacionales de protección a la prensa y los periodistas. Desde medios iraníes se ha informado que, pese a conocer el riesgo, el equipo de prensa decidió permanecer en su puesto para continuar informando. La ONU, la Comisión Internacional de Juristas, así como gobiernos de Rusia, Turquía, Egipto, Qatar, Arabia Saudita, Sudáfrica, Nigeria y otros países del sur global condenaron la ofensiva como una violación de la soberanía iraní y del derecho internacional.
Claudia Aranda. “Pressenza”. 16/6/2125. El ataque contra IRIB viola normas fundamentales del derecho internacional humanitario y refuerza las acusaciones de crimen de guerra contra Israel.
En estricto rigor, si realmente el mundo se hiciera, al menos, responsable de sus propias reglas, lo que ha hecho Israel lo convierte en un Estado terrorista propiamente tal.
Analicemos ajustados a derecho.
Protección de medios en tiempos de guerra: el marco internacional violado
Los medios de comunicación están protegidos por diversos tratados internacionales que reconocen su rol como pilares de la democracia, aún en contextos bélicos. La Carta de las Naciones Unidas, los Convenios de Ginebra y la Resolución 1738 del Consejo de Seguridad de la ONU (2006) establecen con claridad la prohibición de ataques deliberados contra periodistas, medios y trabajadores de la información. Además, el Protocolo I de los Convenios de Ginebra reconoce a los periodistas como civiles no combatientes.
En este marco, el bombardeo perpetrado por Israel el 16 de junio contra la sede del IRIB en Teherán, durante una transmisión en vivo, constituye una violación directa de esos principios fundamentales. La agresión se produjo a las 16:53 hora israelí (18:53 en Irán), interrumpiendo la señal y provocando el caos entre periodistas y personal técnico. Aunque la señal fue restablecida minutos después, las imágenes de destrucción y pánico recorrieron el mundo.
La periodista Sahar Emami, quien estaba al aire al momento del impacto, regresó minutos más tarde a cámara desde otro estudio y desafió al agresor con una frase que ha generado amplio debate: “No están golpeando lo suficientemente fuerte. Ataquen de nuevo”. Desde medios iraníes se ha informado que, pese a conocer el riesgo, el equipo de prensa decidió permanecer en su puesto para continuar informando.
Este tipo de ataques deja a la ciudadanía y a la humanidad entera en un estado de desprotección. Como advirtió el periodista Julian Assange: “Si las guerras pueden comenzar con mentiras, la paz puede comenzar con la verdad”.
Reacciones inmediatas y generalizadas
El ataque provocó una ola de reacciones en Irán y el resto del mundo. El líder supremo iraní, Ali Khamenei, lo calificó como “un crimen que tendrá respuesta”. Portavoces militares afirmaron que se había cruzado una “línea roja” y citaron el Artículo 51 de la Carta de la ONU como base jurídica para una eventual represalia.
En el plano internacional, la ONU, la Comisión Internacional de Juristas, así como gobiernos de Rusia, Turquía, Egipto, Qatar, Arabia Saudita, Sudáfrica, Nigeria y otros países del sur global condenaron la ofensiva como una violación de la soberanía iraní y del derecho internacional.
La Unión Europea, si bien no utilizó términos de condena, expresó “grave preocupación” y pidió a todas las partes “máxima moderación”. Organismos defensores de la libertad de prensa como Reporteros Sin Fronteras y el Comité para la Protección de los Periodistas calificaron el hecho como crimen de guerra, al tratarse de un ataque deliberado a infraestructura civil y mediática no militar.
Consecuencias legales y configuraciones políticas
Desde una perspectiva legal, el bombardeo vulnera:
El Artículo 2.4 de la Carta de la ONU, que prohíbe el uso de la fuerza salvo en legítima defensa con amenaza inminente comprobable.
El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, que tipifica como crimen de guerra el ataque a objetivos civiles y como crimen de agresión la violación armada de la soberanía de otro Estado.
Los Convenios de Ginebra y el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, que protegen el ejercicio del periodismo incluso en conflictos armados.
Expertos legales y observadores internacionales coinciden en que Israel ha consolidado, con este acto, un patrón que configura no sólo responsabilidad penal internacional, sino también una forma de terrorismo estatal al atacar, de manera deliberada y con fines políticos, a civiles y trabajadores de prensa. El respaldo tácito o explícito de Estados Unidos a estas operaciones refuerza la acusación de complicidad en crímenes que deben ser juzgados por instancias internacionales.
Propuesta de paz: hacia un punto de inflexión real
Frente a este nuevo episodio, cada vez más actores diplomáticos, jurídicos y ciudadanos reconocen que la única salida real comienza por aceptar que el modelo actual ha fracasado. Como primer escalón sólido para la paz, es necesario:
- Reconocer públicamente que estos hechos constituyen violaciones flagrantes del derecho internacional.
2. Detener toda forma de agresión preventiva contra objetivos civiles.
3. Reabrir canales de diplomacia multilateral con mediación imparcial.
4. Establecer zonas protegidas alrededor de medios, hospitales y escuelas, con presencia internacional.
5. Crear una comisión independiente para investigar y juzgar crímenes de guerra.
6. Redactar un pacto vinculante contra las guerras preventivas, prohibiendo explícitamente el uso de argumentos estratégicos como el supuesto “riesgo nuclear” para justificar bombardeos.
7. Apostar por la diplomacia cultural y educativa como herramienta de prevención a largo plazo.
La paz no puede ser un decorado. Si el mundo no está dispuesto a reconocer los hechos y llamar a las cosas por su nombre, seguirá perpetuando un sistema de impunidad. Y como la historia enseña, toda impunidad -más tarde o más temprano- se convierte en un boomerang.
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