HABLEMOS DE LA TELE. Miel sobre hojuelas

La poca responsabilidad e improvisaciones no sólo corrieron por parte de los periodistas y comunicadores sino también, lamentablemente, entre autoridades de Gobierno que no tenían por qué adelantarse a comentar partes de las investigaciones en curso. Política y farándula se fusionaron.

José Luis Córdova. Periodista. “El Siglo”. 31/10/2024. Nada mejor para nuestra alicaída televisión que los mediáticos casos del exsubsecretario del Interior, Manuel Monsalve, y del futbolista Jorge “Mago” Valdivia. Los departamentos de prensa de todos los canales se sobaron las manos con pautas “periodísticas” dedicadas exclusivamente a las denuncias por violación que afectan a ambos personajes.

Para variar, los colegas -“noteros”, animadores y “opinólogos”- mostraron graves y serios desconocimiento de los procedimientos judiciales y mezclaron formalizaciones, audiencia de cautelas de garantías, juicios y hasta sentencias alternativas en cada caso con un desparpajo impresionante.

La poca responsabilidad e improvisaciones no sólo corrieron por parte de los periodistas y comunicadores sino también, lamentablemente, entre autoridades de Gobierno que no tenían por qué adelantarse a comentar partes de las investigaciones en curso. Política y farándula se fusionaron.

El festín de sensacionalismo y morbo desplazó todas las demás informaciones de hechos importantes ocurridos en Chile y en el exterior en estos días. Los restaurantes peruanos y los pisco sours se convirtieron en varitas mágicas para competir por la teleaudiencia y el rating, aparte de opiniones desmesuradas de personajes como Rojo Edwards, la diputada Joanna Pérez (exDC) y la mismísima Evelyn Matthei.

Pero, en definitiva, los procesos judiciales siguen su curso -en forma reservada- en medio de filtraciones y especulaciones de supuestos “expertos” que atizan el fuego sobre hechos que revictimizan a las personas que denuncian abusos sexuales en estos casos altamente mediáticos.

En todas las regiones del país -en barrios y poblaciones- se reitera este tipo de acusaciones sin la resonancia que han alcanzado las acciones condenables de un alto personero público y de un ex deportista de gran popularidad.

El hecho condenable de una violación se ha naturalizado al punto de no orientarse a la protección de la víctima -como ordena la legislación vigente- sino que comunicacionalmente aporta más réditos centrar la atención en los supuestos perpetradores de estos hechos.

Oficialismo y oposición, izquierda, centro y derecha compitieron abiertamente en especulaciones, afanes conspirativos y acusaciones cruzadas de todo tipo al respecto.

La insistencia de canales como Mega, incluso con exhibición de escenas dramatizadas de los hechos supera cualquier estándar ético permitido. El secretismo o reserva durante la investigación es permanentemente obviado o superado por voceros entre abogados, exfiscales, expolicías y otros “especialistas”.

Una vez más, la televisión se hace un festín entre farandulero y judicial poniendo en entredicho no sólo a las autoridades, sino también a las instituciones del Estado, amenazadas deliberadamente con cada vez menos prestigio y reconocimiento ciudadano.

Las críticas y autocríticas son bienvenidas cuando son responsables y documentadas, lo que no parece garantizarse en la actual vorágine de acusaciones y especulaciones sin que los tribunales culminen su labor. Miel sobre hojuelas para intereses espurios que no necesariamente favorecen o protegen a las víctimas de estos deleznables acontecimientos.

 

 

 

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