Caso Monsalve. “Está claro que aquí hay un déficit” en aplicación de protocolos: Teresa Valdés

Teresa Valdés Echenique, coordinadora del Observatorio de Género y Equidad, abordó la situación de acusación por violación contra el exsubsecretario de Interior y enfatizó que “si se aplicaron protocolos, no fueron eficaces”. Indicó que “el sello feminista del Gobierno quedó cuestionado porque se supone que si el Gobierno tiene un sello, todas sus autoridades lo comparten y forman parte de ese sello feminista” y por eso, acotó, “no es raro que se diga que Monsalve traicionó al Gobierno, en el sentido de que había una propuesta transformadora, una propuesta cultural, y él hizo caso omiso de eso”. Hablando sobre la condición de la víctima, la reconocida experta en temas de derechos de la mujer, expresó que estuvo en “una situación de desventaja para expresar su voluntad” y que “es evidente que con este caso se repone el miedo a denunciar. La mujer que denuncia queda en despoblado, expuesta a todo tipo de cuestionamientos”. Apuntó que con este episodio de acoso sexual o violencia sexual contra una mujer y subalterna en una entidad pública, se evidencia que el tema “es un terreno en el cual se requiere muchísima más acción y más intervención”.

Hugo Guzmán R. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 26/10/2024. ¿Cómo crees que se ha manejado el resguardo, la contención, el apoyo a la víctima que denunció por violación al exsubsecretario Manuel Monsalve?

La contención y el apoyo a la víctima se hizo como corresponde, de acuerdo a la normativa actual. Hay algo que a mucha gente le cuesta entender, y es que parte de la protección y la contención es mantener distancia respecto de ella. Las personas y las instituciones que tienen que relacionarse con ella tienen que hacerlo muy privadamente. Eso cuesta entenderlo, pareciera que todas y todos quisiéramos ir a abrazar a la víctima, pero no es ese el tema, el tema es cómo se la deja a ella que viva un proceso que es extremadamente doloroso. Por eso, que el sistema público ofrezca apoyo terapéutico, psicológico, etcétera, es lo que se puede hacer, pensando además que la persona que sería culpable trabaja o trabajaba en el Estado, y habría cometido el delito. La mejor manera de cuidarla y protegerla es precisamente no aumentando la habladuría, ni decir que se hizo tal o cual cosa, ni hablar de ella, sino que debe haber un solo canal que va a través de quienes han tomado contacto con ella, la Unidad de Protección de Víctimas y Testigos que es lo que ordena la legislación. Otra cosa es lo que ha pasado con los medios de comunicación y con ese deseo terrible de ver sangre, de ver dramas, el escándalo, hay un problema con los medios. Pero en términos de la víctima, lo que dice cualquier terapeuta, cualquier experto en estos temas, que la manera de cuidarla es precisamente manteniendo un solo canal de comunicación con ella y no estar hablando de ella permanentemente.

¿Qué gravedad le atribuyes a las declaraciones del Fiscal Xavier Armendáriz  sobre acciones que ordenó Monsalve a funcionarios de la Policía de Investigaciones (PDI) como acercarse a la víctima, contactarla, además de revisar cámaras en varios sitios?

Es muy grave lo que informó el Fiscal respecto a las acciones de Monsalve, que incluyeron acercarse a la víctima. La verdad es que no sabemos si se acercaron o no, sabemos que Monsalve pidió que fueran al edificio donde ella vive, bueno, en estas horas se van conociendo más informaciones. Eso es grave, qué decir de revisar las cámaras y el Fiscal dijo varias cosas más. Me impresiona que hayan pasado tres semanas antes que él se haya preocupado de ver qué pasaba con las cámaras, empezar a formular hipótesis de lo que le habría sucedido. Es muy grave, insisto, y creo que Monsalve está en una situación en que tendrá que responder sobre todo esto y por faltas y delitos varios.

¿Agrava todo la situación de subordinación laboral que tenía la víctima, minimiza que ella haya aceptado reunirse con su jefe un fin de semana en un espacio no laboral?

La subordinación laboral es clave en este caso. Es evidente que ella está en una situación de desventaja de poder para expresar su voluntad. Eso es muy interesante porque en el análisis, en lo que se plantea hoy respecto del consentimiento, cuando hay dependencia, la persona dependiente tiene más dificultad en expresar su voluntad. Por tanto, todo lo que suceda en el contexto en una relación de dependencia jerárquica, queda sometido a que el consentimiento está alterado. Puedes tener una mujer empoderada, clara, fuerte, pero estructuralmente se considera que esa condición impide el consentimiento como corresponde. Siempre lo más difícil es negarse a una invitación en condición de dependencia. Más aun cuando hay, teóricamente, una adhesión a la tarea, a una voluntad que se comparte, a objetivos que se comparten. También es situarse en el terreno de la suspicacia y entonces para una dependiente, además joven, que tiene una historia cultural diferente, es más difícil rechazar una invitación de la autoridad. Por eso mismo no se considera consentimiento libre cuando existe esa situación, ese consentimiento a ir a almorzar está en duda.

¿Aplicaba o no la Ley Karin?

Para que aplicara la Ley Karin, la víctima tendría que haber estampado una denuncia a los superiores del Ministerio del Interior. Ella optó por una denuncia a la Fiscalía. En el caso de delitos sexuales, las personas adultas deciden ante quien denuncian. Sin embargo, una vez conocida la denuncia, sí se aplican medidas de protección. De hecho, la víctima pidió licencia y el acusado fue destituido asegurando el alejamiento. Se le ofreció, por la vía que corresponde, asesoramiento y apoyo psicológico, y también asistencia legal, si la requiriera. Sin embargo, el Ministerio tiene una deuda en cuanto a la aplicación de medidas preventivas, puesto que las instituciones del Estado tienen la obligación de contar con un protocolo de prevención del acoso laboral y sexual, difundir las prácticas que son consideradas acoso sexual, para promover el buen trato, lo que se llama “ambientes laborales saludables y de respeto a la dignidad de las personas”.

¿Se aplicaron bien y oportunamente protocolos y criterios o normas ante una acusación de violación contra un alto funcionario de Gobierno, se actuó a tiempo?

Está claro que aquí hay un déficit. No sabemos qué protocolos hay en el Ministerio del Interior, si hay algo de acuerdo con la Ley Karin, si hay algo en relación a reglamentación anterior, el acoso laboral y sexual es previo a la Ley Karin. Está claro que si se aplicaron protocolos, no fueron eficaces. Es difícil esto, porque entra en el abanico de lo que cae como acoso sexual, que es algo amplio, tiene que ver con invadir la privacidad de la persona, imponer algo referido a la sexualidad y la intimidad de la persona, es un abanico amplio, y nuestra cultura está empapada de cosas negativas en este tema. Puede haber un protocolo, una normativa, pero no necesariamente se cumple. Es un terreno en el cual se requiere muchísima más acción y más intervención. Una se pregunta si todos los funcionarios públicos deberían asistir, en el momento de ser contratados, a una capacitación, a una puesta al día, al conocimiento de lo que es el acoso laboral y sexual, y cuáles son las responsabilidades respecto de ello. Este es un campo donde claramente hay mucho más que hacer.

¿Se debilitó el sello feminista del Gobierno?

El sello feminista del Gobierno quedó cuestionado porque se supone que si el Gobierno tiene un sello, todas sus autoridades lo comparten y forman parte de ese sello feminista. Aquí claramente alguien se salió de lo más básico del sello feminista que es no violentar, no ejercer violencia sexual. Es lo más básico de lo que uno pediría de personas que se digan feministas. Sin embargo, es difícil cuestionar al Gobierno como tal porque el Gobierno no es una Iglesia, no es un regimiento, no es un partido político, es una sumatoria de personas individuales que son responsables de sus actos. El sello feminista del Gobierno apunta a desarrollar políticas públicas, a formular leyes, a promover que no se discrimine, no se violente, no se subordine a las mujeres. Aparece una herida grave porque una de sus autoridades más importantes, además a cargo de la seguridad pública, ha vulnerado algo tan importante como es la intimidad de una subordinada. No es el Gobierno, es la persona, y alguien puede decir cómo lo permitió, pero no tiene cómo impedirlo. Esto obliga al debate cultural, al debate de cómo se avanza realmente en algo que es mucho más extendido de lo que parece. Hay alcaldes, parlamentarios, jugadores de fútbol, que han estado o que están metidos en este tipo de casos. Considerar que los cuerpos de las mujeres están para satisfacer las fantasías y las necesidades masculinas, sigue siendo una práctica muy extendida en nuestra sociedad. Lo que queda claro es que Monsalve no compartía los principios ni la ética que pone el sello feminista, está clarísimo que no. Nos tenemos que preguntar ahora si para formar Gobierno y definir autoridades, hay que tener un compromiso mucho mayor. Por eso no es raro que se diga que el señor Monsalve traicionó al Gobierno, en el sentido de que había una propuesta transformadora, una propuesta cultural, y él hizo caso omiso de eso y ejerció como el más tradicional de los machos chilenos e hizo lo que le parecía y lo que quería.

¿Este caso demuestra que seguimos atrasados en materia de protección de mujeres víctimas de abuso sexual, de violación?

Es clarísimo que seguimos atrasados y este caso demuestra que es muy necesaria la educación sexual integral desde la infancia, porque es una educación protectora. Precisamente te lleva a fortalecer a las niñas y las mujeres, a reconocer su intimidad y saber poner límites, saber cuándo decir No, y a los niños y niñas aprender a respetar las necesidades del otro y la otra. Ese también es un déficit que tenemos y desgraciadamente todavía en los adultos, en los varones adultos, en distintos ambientes, se celebra esto del macho sexualizado, que es seductor, y eso significa que queda mucho por hacer.

Esto volvió a colocar el tema sobre el miedo de las mujeres a denunciar, el temor a denunciar a alguien que es autoridad, que es figura pública, el miedo a que no le creerán a la víctima, que van a proteger al acusado, lo que también tiene que ver con el atrasado en hacer las denuncias.

Es evidente que con este caso se repone el miedo a denunciar. La mujer que denuncia queda en despoblado, expuesta a todo tipo de cuestionamientos porque todavía en nuestra sociedad no se entiende que cuando no hay consentimiento es violación, y que el consentimiento es un proceso. La mujer puede haber estado toda la tarde conversando, incluso se puede haber tomado unos tragos, pero eso no quiere decir que estaba garantizo un consentimiento. En estos días en Naciones Unidas andan circulando distintos volantes con diversa información, salir a comer no es consentimiento, ir a tomar un trago no es un consentimiento, invitar a tu casa no es consentimiento. Las que hemos vivido acoso sexual somos muchísimas y es un problema denunciar, hoy quedas expuesta a quedar en despoblado y a la falta de empatía con la condición específica que vives. Al final, no hay que perder de vista que el responsable en todo esto es el que viola, no la víctima. Y se pasa el peso de la prueba a la mujer, cuando el responsable es el que ejerció violencia.

Foto: LatFem.

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