Universidades, rebeldía, solidaridad y macartismo
Mosaicos de casas de campañas, paradas o sentadas en calles interiores, ocupación de recintos, carteles, cánticos y banderas, policías encapuchados o con enormes escudos de protección y pistolas eléctricas, arrestos violentos, desalojos, enfrentamientos enfurecidos, es la escenografía actual de decenas de campus universitarios en Estados Unidos. Una a una se sumaron otras universidades en esta revuelta. Ya son más de 60. Jóvenes judíos, musulmanes, cristianos, ateos y de otros credos religiosos, se han unido en el impactante movimiento. El líder republicano de la Cámara de Representantes Mike Johnson, dijo que “es el momento apropiado para la Guardia Nacional. Tenemos que poner orden en estos campus”. Las universidades estadounidenses se han visto acosadas por los donantes que no conciben otra cosa que un apoyo irrestricto a Israel.
Randy Alonso Falcón. Periodista. “Cubadebate”. La Habana. 3/5/2024. “Los estudiantes que son el baluarte de la libertad, y su ejército más firme…”. José Martí.
Mosaicos de casas de campañas, paradas o sentadas en calles interiores, ocupación de recintos, carteles, cánticos y banderas, policías encapuchados o con enormes escudos de protección y pistolas eléctricas, arrestos violentos, desalojos, enfrentamientos enfurecidos, es la escenografía actual de decenas de campus universitarios en Estados Unidos.
Estudiantes, docentes y otros participantes se han manifestado por estos días en solidaridad con el pueblo palestino y exigiendo el fin de la guerra de Israel que ha asesinado a más de 34.000 habitantes de Gaza.
Los estudiantes también están pidiendo a sus colegios y universidades que desinviertan o corten los lazos financieros con Israel o con las empresas que se benefician de su invasión de Gaza.
Nada igual se vivía en las universidades de esa nación desde los ya lejanos 60s y 70s, cuando los estudiantes fueron parte muy activa de las protestas contra la brutal guerra imperialista en Vietnam. Precisamente un 17 abril, pero de 1965, tuvo lugar la primera gran manifestación nacional antibélica, y fue organizada por los estudiantes, con una marcha en Washington frente a la Casa Blanca y el Capitolio. Fue la mayor demostración contra la guerra hasta entonces.
Irsa Hirsi es una de las estudiantes que “plantó campamento” en el campus de la afamada Universidad de Columbia el pasado 17 de abril. Ella estudia en el Barnard College y es hija de la congresista estadounidense de origen somalí Ilhan Omar. Fue detenida y suspendida de los estudios por las autoridades de su colegio universitario.
Omar, la representante demócrata de Minnesota, ha respaldado a su hija en una publicación en las redes sociales, escribiendo que estaba “extremadamente orgullosa”.
Ella siempre ha liderado con coraje y compasión, desde organizar una huelga escolar en todo el estado en el 20 aniversario de Columbine a la edad de 15 años, hasta liderar la mayor manifestación climática juvenil en el Capitolio de nuestra nación a los 16 años, y ahora empujar a su escuela para que se oponga al genocidio”, escribió.
Columbia prendió la chispa
En la neoyorkina Universidad de Columbia brotó este movimiento de protesta y solidaridad que hoy estremece a la sociedad estadounidense. La sentada organizada allí el 17 de abril coincidió con el día en que la directiva de la institución tuvo que someterse al interrogatorio inquisidor del Congreso de los Estados Unidos por supuestas manifestaciones antisemitas en los centros de educación superior.
Acoquinada por el acoso congresional, la rectora de la Universidad ordenó al siguiente día que se desbaratara la manifestación de solidaridad con Palestina, permitió la entrada de la policía de Nueva York al campus universitario y el arresto de un centenar de jóvenes.
Pero, lejos de cortar los ímpetus, su acción despertó la rebeldía. Nuevos jóvenes se adhirieron a la protesta. Más casas de campaña se levantaron en el campus universitario. Más banderas palestinas fueron plantadas en el campamento.
Una a una se sumaron otras universidades en esta revuelta. Ya son más de 60. La nueva ola de protestas se ha extendido de costa a costa, pasando por Yale, la Universidad del Sur de California, la Universidad de Emory, la Universidad de Texas en Austin y la Universidad de Minnesota.
En muchos campus, incluidos Brown, la Universidad de Pensilvania, la Universidad de Rice, Virginia Tech y el Emerson College, los estudiantes establecieron campamentos similares al de Columbia y los llamaron “campamento de solidaridad con Gaza” o “zona liberada”.
Jóvenes judíos, musulmanes, cristianos, ateos y de otros credos religiosos, se han unido en el impactante movimiento.
Columbia tiene una tradición combativa de su estudiantado, pese a ser una universidad de élite donde se forman los principales “cuadros” del imperio. En abril de 1968, durante una semana, esa universidad fue sacudida por protestas contra la relación de la universidad con un instituto que hacía investigación armamentística para la guerra de Vietnam; otros se oponían a la forma en que la elitista escuela trataba a los residentes negros y de otras minorías raciales en las comunidades aledañas a la institución, así como el ambiente que vivían los estudiantes pertenecientes a minorías. Pocos días antes había sido asesinado Martin Luther King. Pocos días después estallaría el mayo parisino.
La protesta terminó como ahora con una invasión policial y más de 700 arrestos; pero quedó una huella que recogen los manifestantes de hoy.
Desde entonces, en el campus de esa universidad privada que forma parte de la selecta Ivy League, ha habido protestas contra el apartheid de Sudáfrica, la guerra de Irak, las inversiones en carburantes fósiles o el acoso sexual, pero a ningún rector se le había ocurrido pedir nuevamente la intervención de la policía a esta escala contra sus estudiantes.
“Cuando vas a Columbia, sabes que vas a una institución que ocupa un lugar de honor en la historia de la protesta estadounidense”, dijo a la AP Mark Naison, profesor de Historia y Estudios Afroamericanos y Africanos de la Universidad de Fordham y participante en las manifestaciones de 1968. “Siempre que hay un movimiento, sabes que Columbia va a ser parte de eso”.
Maryam Iqbal, una estudiante de Barnard College arrestada en la primera redada de la policía en el campamento levantado en la Universidad de Columbia, criticó la cobertura mediática de las protestas que no refleja también la difícil situación de los palestinos.. “No vamos a protestar para que la gente mire nuestro campamento. Estamos protestando para que la gente vea el genocidio”, dijo en una entrevista telefónica, porque le prohibieron la entrada al campus. “Existen estos grandes medios de comunicación que están dando noticias de última hora de que Columbia canceló las clases presenciales, pero no de que se descubrieron fosas comunes en Gaza”.
Maryam fue suspendida de estudios y sacada de su dormitorio universitario inmediatamente.
Macartismo redivivo
Sionistas y fundamentalistas cristianos, trumpistas y otros extremistas en el poder en Estados Unidos, andan muy preocupados por los acontecimientos; y hasta la propia administración Biden está temerosa porque el creciente movimiento amenaza con reducir la participación electoral, sobre todo de jóvenes, y con ello se complica la relección del demócrata.
Se intenta a toda costa imponer en la sociedad la visión de que toda manifestación antisionista es un acto antisemita; y debe ser castigado.
En ese ambiente oscurantista, la Universidad del Sur de California le negó la posibilidad de pronunciar el discurso en la graduación a la mejor estudiante -por sus altas calificaciones y participación en la vida universitaria-, quien ha respaldado públicamente la causa palestina. La semana pasada, un día después que más de 90 manifestantes fueron arrestados por policías antimotines, la escuela anunció la cancelación de su principal evento de graduación, que tendría lugar el 10 de mayo.
Las fuerzas trumpistas y sionistas en el Congreso, han sometido a los dirigentes de las principales universidades a interrogatorios al mejor estilo maccartista.
Las rectoras de Harvard University , la Universidad de Pensilvania y del MIT se vieron forzados a renunciar o pedir disculpas tras ser inquiridas en diciembre pasado en el Capitolio, por la supuesta tolerancia de actos antisemitas en sus instituciones.
La lección fue bien aprendida por la rectora de la Universidad de Columbia, la Dra. Minouche Sahfick, al comparecer ante los congresistas el pasado 17 de abril.
Al igual que en la audiencias anteriores dirigidas a universidades élite, la embestida fue liderada por republicanos de extrema derecha. Se pidió a bocajarro y con nombres y apellidos la renuncia de profesores titulares y el despido de docentes contratados.
Un congresista describió a un docente que se opuso al genocidio como “un infeliz”. El representante Joe Wilson (republicano de Carolina del Sur) pidió la censura de los profesores y estudiantes que sostienen que el capitalismo es “un sistema de opresión económica”.
Aunque la rectora Shafik arremetió el pasado 18 de abril contra la sentada propalestina de estudiantes en el campus de esa universidad, su escarmiento no fue suficiente para los neomacartistas.
La semana pasada, el líder republicano de la Cámara de Representantes Mike Johnson, le pidió la renuncia durante una tensa conferencia de prensa, tras su visita a Columbia, en la que la multitud le interrumpió varias veces y en ocasiones abucheó ruidosamente tanto a él como a otros legisladores republicanos que le acompañaban.
“Estoy aquí hoy uniéndome a mis colegas y pidiéndole a la presidenta Shafik que renuncie si no puede poner orden inmediatamente en este caos”, dijo Johnson.
“Mi intención es llamar al presidente Biden después de que nos vayamos de aquí, compartir con él lo que vimos con nuestros propios ojos y exigirle que tome medidas. Hay una autoridad ejecutiva que sería apropiada. Si esto no se contiene rápidamente, y si no se detienen estas amenazas e intimidaciones, es el momento apropiado para la Guardia Nacional”, señaló. “Tenemos que poner orden en estos campus”.
En Los Ángeles, un noticiero de televisión local de ABC News trasmitió una entrevista con Lazar Allano, padre de una estudiante en la USC que forma parte de este movimiento.
“Estoy aquí para apoyar a mi hija, está estudiando aquí, están protestando contra un genocidio. Ningún joven merece ser asesinado. Mi hija empezó a organizar, dice que tenemos que apoyar a Palestina”.
No money
Después del 7 de octubre, al calor de los debates políticos, ideológicos y culturales que se han desatado, las universidades estadounidenses se han visto acosadas por los donantes que no conciben otra cosa que un apoyo irrestricto a Israel, más allá de los crímenes que comete todos los días contra el pueblo palestino.
Varios estadounidenses acaudalados han amenazado con retirar su apoyo financiero a prestigiosas escuelas privadas como la Universidad de Harvard, en Massachusetts, o la Universidad de Pensilvania, conocida como UPenn.
La Fundación Wexner, que trabaja para preparar a jóvenes líderes judíos en Norteamérica e Israel, puso fin a su asociación con la Escuela Kennedy de Harvard.
Citando lo que denominó el “lamentable fracaso de los dirigentes de Harvard a la hora de adoptar una postura clara e inequívoca contra los bárbaros asesinatos de civiles israelíes inocentes a manos de terroristas”, la familia Wexner, fundadora de la cadena Bath & Body Works, rompió formalmente sus vínculos con la facultad.
Mientras tanto, Marc Rowan, director general del fondo de inversión Apollo Global Management y uno de los principales donantes de la UPenn, exigió la dimisión de la presidenta de la universidad, Elizabeth Magill, la cual finalmente ocurrió el pasado diciembre.
La criticó en particular por haber acogido un festival de literatura palestina en el que, según él, participaron algunos “conocidos antisemitas y fomentadores del odio y el racismo”.
Kenneth Griffin, consejero delegado del fondo de inversión Citadel y uno de los mayores donantes de Harvard, y Ronald Lauder, heredero del grupo de cosméticos Estée Lauder y otro importante patrocinador de UPenn, también han expresado su descontento con estas instituciones, según medios estadounidenses.
La profesora de economía de Emory, Caroline Fohlin, fue proyectada violentamente contra el suelo por un policía por salir en ayuda de un estudiante que estaba siendo arrestado en el campus de su universidad. El video de su arresto, donde llamó fascistas a los violentos agentes, se viralizó en las redes digitales.
Democráticos arrestos
En la “tierra de la democracia” no hay espacio para la disidencia. O se defiende al protectorado yanqui de Israel o puedes ir a la cárcel.
De manera inusual, las fuerzas policiales, y hasta la Guardia Nacional, entran a los campos universitarios al llamado de las autoridades institucionales, golpean a los jóvenes, los rocían con gas pimienta y los arrestan.
Decenas de los jóvenes manifestantes fueron notificados por sus instituciones de que han sido suspendidos en sus estudios, como represalia a su participación en las manifestaciones. Algunos pierden su dormitorio universitario, que es garantía de tranquilidad para los estudiantes en medio del alto precio de los alquileres.
La policía de Nueva York, con su división élite, arremetió con ímpetu nuevamente el lunes 29 de abril en el campus de la Universidad de Columbia y arrestó a otro centenar de manifestantes que habían tomado, como los protestantes de 1968, la emblemática instalación del Hamilton Hall, en solidaridad con los estudiantes que han sido suspendidos por participar en las protestas
Esa misma noche cargaron con otros cientos de manifestantes en CUNY, una universidad pública neoyorquina.
El expresidente y candidato Donald Trump celebró la acción contra los universitarios: “Yo digo que eliminemos los campamentos de inmediato, venzamos a los radicales y recuperemos nuestros campus para todos los estudiantes normales que quieren un lugar seguro donde aprender”. Y aseguró que la actuación de la Policía fue “hermosa de ver”.
En Texas, el Gobernador republicano y antinmigrante Greg Abbot, ordenó desmantelar los campamentos y mandó a la carga a su policía. Más de cincuenta arrestos fueron efectuados en la Universidad de Texas en Austin. Agentes con equipos antidisturbios rodearon a unos 100 manifestantes sentados, arrastrándolos o sacándolos uno por uno, en medio de gritos, describe la prensa estadounidense.
Desde el 18 de abril, cuando detuvieron a los 108 de Columbia, ya son más de 2200 los manifestantes arrestados. Por decenas y cientos son detenidos con violencia y sin miramientos: 93 en el Sur de California, 118 en el Emerson College en Boston, 102 en la Universidad Northeastern también en Boston, 69 en la Universidad Estatal de Arizona, 40 en la Universidad de Texas en Austin y muchos más cada día que pasa. Según conteo de la AP al menos 56 operaciones de detención han sido ejecutadas en 43 colegios y universidades estadounidenses.
Una rápida mirada al cast de noticias este 2 de mayo hace saltar estos detalles de la represión en curso:
Un campamento en el Dartmouth College en New Hampshire fue desmantelado por la policía el miércoles por la noche, pocas horas después de que manifestantes propalestinos levantaran un puñado de tiendas de campaña. Los agentes arrestaron a varias personas, incluido al menos un profesor, según informes de los medios locales.
Los anuncios transmitidos por la policía en el campus de la Universidad de California en Los Ángeles dijeron a los manifestantes que se dispersaran o serían arrestados
La policía de la Universidad del Norte de Arizona arrestó durante la noche a 24 manifestantes, 22 de los cuales son estudiantes de la NAU.
Agentes del Departamento de Policía de Nueva York ingresaron a un edificio de la Universidad de Fordham en Manhattan por la noche y comenzaron a arrestar a los manifestantes que habían establecido un campamento en el interior. Los estudiantes habían permanecido dentro de Lowenstein Hall incluso después de que se les notificara que habían sido suspendidos y que se les prohibiría el acceso al campus, a los exámenes finales y a las actividades de graduación.
34 personas arrestadas en la Universidad de Wisconsin en Madison.
Varias personas fueron arrestadas por la policía con equipo antimotines la madrugada del miércoles en la Universidad de Arizona en Tucson después de que el presidente Robert Robbins ordenara a los funcionarios escolares que «hicieran cumplir de inmediato las políticas de uso del campus». Y unas 20 personas fueron arrestadas en la Universidad del Norte de Arizona en Flagstaff el martes por la noche por cargos de allanamiento de morada.
Gobernador de Georgia: “No vamos a permitir que Georgia se convierta en la próxima Universidad de Columbia”. El gobernador republicano Brian Kemp dice que apoya castigos severos para los arrestados en las recientes protestas en la Universidad de Georgia y la Universidad de Emory.
El rector de la universidad estatal de Florida ordenó a los presidentes de los campus que tomen las medidas necesarias para evitar la interrupción de las ceremonias de graduación por parte de los manifestantes.La orden cubre a la Universidad de Florida, la Universidad Estatal de Florida, la Universidad de Florida Central, la Universidad A&M de Florida y otras ocho.
El ambiente represivo y la atmósfera de persecución ha provocado incluso que grupos proisraelíes ataquen violentamente las manifestaciones solidarias con Palestina, como ocurrió la noche del lunes en la Universidad de Los Ángeles, sin que la policía interviniera con vigor para frenar el enfrentamiento, que dejó unos 15 heridos.
De acuerdo a testigos y medios que se encontraban en el lugar, los choques en UCLA empezaron cuando contramanifestantes proisraelíes con capuchas y máscaras blancas aparecieron en el campus a alrededor de las 11 de la noche, hora local. Imágenes grabadas en la escena los muestran arrojando objetos contra los manifestantes y tratando de derribar las vallas del perímetro de seguridad que rodea la acampada.
El epílogo ha sido la arremetida policial de este jueves contra los jóvenes acampados en solidaridad con los que hoy mismo están siendo bombardeados en Gaza. Al menos 132 manifestantes fueron detenidos.
Ariela Rosenzweig, estudiante de último año de la Universidad de Brown que ha pedido que la escuela desinvierta en empresas vinculadas a Israel, dijo que esperaba que el movimiento condujera a un efecto en cascada no solo de las universidades, sino de otras partes de la sociedad que retiraran su apoyo a Israel.
“Soy miembro de esta comunidad, y no quiero que esta comunidad en particular se beneficie del apartheid, de la guerra, del genocidio”, dijo, refiriéndose a Brown.
Inversiones mortales
“Revelen, desinviertan, no nos detendremos, no descansaremos”, coreaban en su campamento los manifestantes de Columbia. El más contundente reclamo de los universitarios es que sus instituciones dejen de hacer inversiones en empresas o proyectos que tengan vínculos con el gobierno de Israel.
Los estudiantes de Columbia quieren que su escuela venda participaciones en Google, porque el conglomerado tecnológico tiene un gran contrato con el gobierno israelí en áreas vinculadas a la tecnología para usos militares, y en Airbnb, que brinda alojamientos en asentamientos israelíes ilegales en la Cisjordania ocupada.
Los estudiantes de Yale y Cornell exigen a sus instituciones docentes que dejen de invertir en fabricantes de armas.
Los estudiantes han establecido paralelismos entre el movimiento actual y el activismo en la década de 1980, cuando los manifestantes atacaron a las empresas que hacían negocios con Sudáfrica mientras estaba bajo el régimen del apartheid. Columbia también fue noticia entonces cuando vendió 39 millones de dólares en acciones que tenía en empresas como Coca-Cola, Ford Motor y Mobil Oil tras semanas de protestas de estudiantes en su campus.
Otras escuelas siguieron su ejemplo. En total, más de 150 universidades desinvirtieron en empresas que hacían negocios en Sudáfrica, como parte de un tapiz de sanciones impuestas contra el país.
La administración de la Universidad de Columbia afirmó que no desinvertiría en Israel. También lo hizo la de Yale, aduciendo la confidencialidad de sus inversiones y la competitividad para lograrla.
La Universidad de California también dijo que la desinversión no se llevará a cabo. “La Universidad de California se ha opuesto sistemáticamente a los llamados a boicotear y desinvertir en Israel. Si bien la Universidad reafirma el derecho de los miembros de nuestra comunidad a expresar diversos puntos de vista, un boicot de este tipo afecta la libertad académica de nuestros estudiantes y profesores, además del intercambio ilimitado de ideas en nuestros campus”, dijo el sistema escolar estatal en un comunicado.
Pero ya comienzan a verse los primeros resultados. El lunes 29 de abril, la Universidad Estatal de Portland dijo que suspendería los obsequios y subvenciones de Boeing después de que estudiantes y profesores pidieran a la universidad que rompiera vínculos con empresas que apoyan a Israel.
En Brown, la presidenta de la universidad, Christina Paxson, envió una carta a los manifestantes diciendo que aceptaría escuchar una propuesta de desinversión si se disolvía el campamento de la escuela, según el periódico estudiantil Brown Daily Herald. La propuesta funcionó.
Jacob Ginn, estudiante de segundo año de la licenciatura de sociología en la Universidad de Carolina del Norte, ha estado protestando en la acampada organizada en su campus.
“Estamos preparados para todo y permaneceremos aquí hasta que la universidad cumpla nuestras exigencias, y nos mantendremos firmes y fuertes ante cualquier brutalidad y represión con la que intenten atacarnos”, dijo Ginn en referencia a una posible redada policial al campamento.
Pese a la represión, los arrestos, las amenazas de medidas disciplinarias y el clima hostil contra los estudiantes antiguerra, el movimiento de protesta no se ha detenido.
Los estudiantes se han mantenido firmes en sus posiciones en la mayoría de las universidades como Harvard, Pensilvania y Yale, entre otras.
En los lugares donde han sido expulsados de los campus universitarios, se han mantenido en protesta en las calles.
Un creciente número de profesores se están involucrando en defensa de sus estudiantes arrestados o suspendidos
“Estamos con nuestros estudiantes”, se leía el 1 de mayo en una pancarta que portaban los docentes de la UCLA en California, en solidaridad con la acampada.
Fueron decenas y algunos vistieron sus insignias doctorales mientras marcharon por una calle del campus universitario.
“Los estudiantes protestan ahora por Gaza como en su día lo hicieron quienes protestaron por Vietnam”, dice a BBC Mundo Ananya Roy, directora fundadora del Instituto Luskin de UCLA sobre la Desigualdad y la Democracia y profesora de Planeamiento Urbano, Bienestar Social y Geografía.
Jóvenes universitarios de la Sorbona, en París, McGill en Canadá,Roma 3, el Politécnico de Turín, universidades de Irán, Jordania, Japón, Alemania, Australia, y en otras partes del mundo se han sumado al clamor de sus pares estadounidenses.
El estudiantado internacional vuelve a dar muestras de que más allá del apoliticismo y el individualismo al que lo conducen las políticas del capital, la conciencia humana no se ha perdido del todo. La causa del pueblo palestino ha despertado conciencias y se ha vuelto en contra de los genocidas y sus cómplices.
Con tono irascible el Ministro israelí de Economía e Industria, Nir Barkat ha dicho en Tel Aviv: “La opinión pública estadounidense es una amenaza existencial para Israel”.
El sionismo y sus cómplices están perdiendo la batalla moral y simbólica. Los estudiantes, nuevamente, son baluarte de la libertad.
Fuentes: The New York Times, AP, The Washington Post, Los Angeles Times, Yale News, La Opinión, Democracy Now
*Este artículo fue actualizado en cifra de detenidos y ampliado el 3 de mayo de 2024 a las 09:00 (hora de Cuba)
La entrada Universidades, rebeldía, solidaridad y macartismo se publicó primero en El Siglo.