HABLEMOS DE LA TELE. Periodismo en declive

Bajo el paraguas de la libre elección, se pasa por alto la profesionalización de una disciplina tan respetable como el ejercicio de un periodismo cuyo Colegio de la Orden ni siquiera tiene la tuición ética ni menos la capacidad de fiscalización sobre las remuneraciones. La libertad de expresión y de prensa no tiene límites en democracia, pero la responsabilidad y el respeto por el proceso de democratización iniciado en 1990 todavía no culmina.

José Luis Córdova. Periodista. Santiago. 6/10/2025. Hoy día parece impensable e irreal que los periodistas gozaran un arancel predeterminado, es decir, remuneraciones fijas establecidas para directores de medios de comunicación, editores, redactores y reporteros. Hasta el 11 de septiembre de 1973 era así, tal como la tuición de la ética en manos del Colegio de Periodistas de Chile. Incluso la mayoría de los medios exigían el título profesional para ejercer este oficio, por ejemplo, en los canales de televisión, propiedad por entonces de las universidades públicas y un flamante canal estatal (TVN).

Hoy día ni siquiera se sabe si ciertos profesionales -muy populares en televisión- estudiaron o son egresados de escuelas de periodismo, pero se desempeñan como periodistas, conductores, animadores, locutores y hasta modelos publicitarios obligados a leer comerciales ante las cámaras.

Pero por sobre todo, con sueldos bastante diferenciados (según su “fama”) se permiten violar preceptos éticos, convertirse en verdaderos Catones, opinantes y desafiantes ante cualquier autoridad o personalidad pública. Se transforman en críticos de gestión, “analistas” políticos y se abanderizan en temas tan discutibles como la emigración, los procesos electorales, el desarrollo económico y las cuestiones sociales. Como cualquier ciudadano no sería reprochable, pero en su profesión, al servicio de los propietarios de los medios, resulta chocante la “imparcialidad” u “objetividad” de ciertos afamados noteros, “movilistas” y otras especialidades modernas en los medios.

Bajo el paraguas de la libre elección, se pasa por alto la profesionalización de una disciplina tan respetable como el ejercicio de un periodismo cuyo Colegio de la Orden ni siquiera tiene la tuición ética ni menos la capacidad de fiscalización sobre las remuneraciones. La libertad de expresión y de prensa no tiene límites en democracia, pero la responsabilidad y el respeto por el proceso de democratización iniciado en 1990 todavía no culmina.

Los egresados de las numerosas escuelas de periodismo -de varias universidades particulares (con fines exclusivos de lucro)- no tienen asegurados puestos de trabajo, carrera profesional ni siquiera compatibles. Salvo que logren cierta “fama”, independiente de sus capacidades y por sólo efecto del marketing y el rating en el caso de la televisión.

En estas circunstancias, ¿cómo evitar los excesos en que caen, por ejemplo, los Neme, Rodríguez, Mosciatti, Núñez, Santa María o Rincón? Quien manda es la “popularidad”, la consistencia en la farándula y la empatía de ex actores o actrices, modelos, locutores y otros oficios convertidos de la noche a la mañana en periodistas.

Si bien el periodismo dista mucho de ser una ciencia, al menos constituye una técnica que merece estudios, entrenamiento y especialización en diferentes ramas -entre ellas para la televisión, para la política- y otras que merecen consideraciones éticas y responsabilidad social como cualquier otra profesión que lo amerite como el derecho, la medicina y otras disciplinas en el ordenamiento institucional actual. No cualquiera puede disponer de un medio como la televisión para hacer, decir o mostrar lo que le venga en ganas, como está ocurriendo precisamente en esta época con los nefastos resultados que los mismos televidentes denuncian y lamentan.

Los recientes nombramientos del exsenador, exembajador e ingeniero agrónomo  Jaime Gazmuri como presidente del directorio de TVN, la querida colega Marcia Scantlbury como  directora de TVN en reemplazo de Adriana del Piano, ¿podrán convertirse en sostenedores de un periodismo en  franca declinación ante las cámaras?

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