NOTAS DEL REPORTEO. Datos y antecedentes de la operación de piratería de Estados Unidos

¿Qué unidades integran la flotilla naval y aérea militar de Estados Unidos desplegada en el mar caribeño? ¿Cuáles han sido sus acciones hasta la fecha? ¿Se apunta al narcotráfico o al gobierno de Venezuela? ¿Por qué las fuerzas bélicas están en área por donde pasa el 5% de la droga de la zona y no en el Pacífico por donde pasa el 87%? Por el momento, los ataques militares no se detendrán, advirtió Pete Hegseth, jefe del Pentágono. Mientras EU destruye lanchas y mata gente, Venezuela intercepta embarcación, incauta la droga y detiene a los narcos. Mary Ellen O’Connell, de la Universidad de Notre Dame, declaró que con los ataques, EU “violó principios fundamentales del derecho internacional”. Sarah Harrison, exconsejera del Pentágono, indicó que “esto no es una guerra. Las fuerzas estadounidenses salieron y cometieron asesinatos”. La narrativa que instala Trump ofreciendo 50 millones de dólares por la captura de un presidente latinoamericano y hablando de un cártel del narco desconocido. El papel del Comando Sur en el Caribe que, de paso, se posiciona con determinación en la zona austral argentina, cerca de la frontera con Chile.
Hugo Guzmán. Periodista. Santiago. 19/9/2025. 1.- “Liquidamos tres barcos, en realidad, no dos. Pero ustedes vieron dos”. La afirmación es de Donald Trump, el jefe de la Casa Blanca. Se refiere a tres lanchas destruidas desde barcos de guerra de Estados Unidos (EU) en aguas del Caribe, con un saldo -extraoficial- de unas 15 personas muertas. Es, hasta ahora, el resultado de la operación militar del gobierno estadounidense con el objetivo, se dijo, de combatir el tráfico de drogas hacia su país. Oficialmente, se desplegó la siguiente fuerza naval y aérea de EU: Un grupo anfibio con buques de asalto compuestos por el “USS Iwo Jima” (LHD-7), el “USS Fort Lauderdale” (LPD-28) y el “USS San Antonio” (LPD-17); los destructores “USS Jason Dunham” (DDG-109), “USS Gravely” (DDG-107), “USS Sampson” (DDG-102); el crucero lanzamisiles “USS Lake Erie” (CG-70); aviones de reconocimiento P-8; un submarino de ataque rápido; y 10 cazas F-35 de última generación. El jefe del Pentágono, Pete Hegseth, confirmó que “tenemos activos en el aire, activos en el agua, activos en barcos, porque esta es una misión muy seria para nosotros” y aseveró que no se detendrán los ataques. Hace varios días, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, sostuvo que “el Presidente Trump ha sido muy claro y consecuente. Está dispuesto a utilizar todos los recursos de su poder para detener la entrada de drogas a nuestro país y llevar a los responsables ante la Justicia”. Quedó claro el uso de “todos los recursos” pero resultó falso eso de llevar a “los responsables ante la Justicia” porque los mataron. Los buques de guerra estadounidenses están apuntando a otros objetivos. Hace una semana, el barco de bandera venezolana “Carmen Rosa”, tripulado por nueve pescadores atuneros venezolanos, fue interceptado y agredido desde el destructor “USS Jason Dunham”, a 48 millas náuticas al noreste de la Isla La Blanquilla, en aguas que corresponden la zona económica exclusiva de Venezuela. Paralelo a todo esto, el ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, reportó que EU está intensificando vuelos militares de Inteligencia para recabar información de su país, donde participan aeronaves como los “Boeing RC-135”, diseñados para “recopilar y procesar información en tiempo real”. Hizo ver que “su alcance llega a territorio venezolano”. De acuerdo con el jefe militar, esto tiene que ver con un “plan de amenaza militar y de intervención” para “desplazar al Presidente Nicolás Maduro” del gobierno de su país. Hay que considerar que la Casa Blanca colocó una recompensa de 50 millones de dólares a quien ayude a capturar a Maduro, ya que lo puso como jefe del “Cártel de los Soles”, una supuesta banda narco que dio a conocer Trump y algunos de sus funcionarios y que para muchas instituciones del continente es desconocido. Son los datos, hasta esta fecha, de la nueva operación de EU en zonas de la región y en contra de Venezuela y su gobierno. Que traen a la memoria las más recientes invasiones de Estados Unidos, a Granada, en 1983, y a Panamá, en 1989, para derrocar a los gobiernos de esos países, con saldo de cientos de civiles muertos a manos del Ejército estadounidense.
2.-Hay varios datos y consideraciones que se están planteando ante esta situación, definida por analistas como graves y preocupantes. De acuerdo a datos del organismo de Naciones Unidas sobre Drogas y Delitos, en cuanto a operaciones narcos en la zona que proviene de Colombia, por el mar caribeño pasa sólo el 5% de la droga, y el 87% pasa por el Océano Pacífico. Pero Trump ordenó la operación militar en El Caribe, no en el Pacífico. Ahí ya hay una interrogante, sino un cuestionamiento. De acuerdo con autoridades estadounidenses, todo el operativo militar y ataque a lanchas y muerte de sus tripulantes ocurrió “en el área de responsabilidad del Comando Sur” del Ejército de EU, lo que ratifica la concepción de ese país de dominio hegemónico militar en América Latina y El Caribe. Según la Convención de Naciones Unidas sobre Derecho del Mar, ningún gobierno o fuerza armada puede atacar embarcaciones en aguas internacionales, menos con fines letales y sin la existencia de procesamientos judiciales. La analista Irene León, hizo ver que según el Informe Mundial sobre las Drogas en la zona donde están las naves de EU “casi no opera” el narco, y que “Venezuela, blanco de ataque en ese operativo, no figura en el mapa de productores y es casi nula la incidencia del tráfico proveniente de Colombia”. En esa línea, en la semana que termina se produjo un hecho que grafica lo improcedente de las acciones de fuerzas estadounidenses. Resulta que la Inteligencia de Venezuela detectó la salida desde Colombia de una embarcación (lancha tipo Go-Fats) con más de 3 mil kilos de cocaína, y con cuatro tripulantes; esperaron unas 20 horas dando seguimiento, hasta que en aguas venezolanas detuvieron la lancha, incautaron la droga, apresaron a los sujetos que serán juzgados, y no hubo asesinato de nadie ni destrucción de la embarcación y la evidencia. Eso contrasta con los operativos de EU.
3.-Ante la destrucción de las tres embarcaciones y el aniquilamiento de sus tripulantes, Estados Unidos no ha entregado evidencia alguna de qué y cuánta droga se trasladaba, quiénes eran los muertos, ni razón de por qué no fueron detenidos, procesados y la droga incautada, como marca la normativa internacional. Juristas y expertos en varios países sostuvieron en estos días que lo que procedía, cuando menos, y aunque fuese también irregular o ilegal, era detener esas lanchas, apresar a los involucrados e iniciar una investigación y proceso. Luke Moffett, profesor de la Queens University de Belfast, experto en reparaciones, derechos humanos y derecho internacional humanitario, le dijo a BBC Verify que “se puede utilizar la fuerza para detener una embarcación, pero generalmente deben emplearse medidas no letales”. También citada por la BBC, la profesora Mary Ellen O’Connell, de la Facultad de Derecho de la Universidad de Notre Dame, indicó que el ataque “violó principios fundamentales del derecho internacional”. Simón Gómez Guaimara, experto venezolano en derecho internacional, declaró a DW que “hemos visto el uso de misiles contra embarcaciones sospechosas, que –sin lugar a dudas– son una flagrante violación de los derechos humanos. Esto específicamente viola el derecho a la vida. Son ejecuciones extrajudiciales que el derecho internacional prohíbe”. La congresista estadounidense, Sara Jacobs, manifestó que “estoy profundamente preocupada por este nuevo informe que indica que la administración Trump lanzó múltiples ataques contra el barco frente a Venezuela. Ni siquiera se molestaron en solicitar la autorización del Congreso, presumieron de estos asesinatos y adelantaron que habría más”. Sarah Harrison, exconsejera del Pentágono y actual analista del International Crisis Group, afirmó que “esto no es una guerra. Las fuerzas estadounidenses salieron y cometieron asesinatos. No existe ningún conflicto armado entre Estados Unidos y ningún cártel ni país latinoamericano. La designación de cualquiera de estos grupos como terrorista extranjero no cambia eso. No autoriza el uso de la fuerza contra ellos”. En una nota de CNN, que ayuda a encuadrar todo lo que ocurre, se indicó: “En 2001, el Congreso determinó explícitamente que Estados Unidos estaba en guerra con Al Qaeda, clasificándolos oficialmente como combatientes a quienes Estados Unidos tiene permitido matar legalmente, tanto en virtud del derecho nacional como del internacional. No ha hecho lo mismo con el Tren de Aragua. La designación del grupo como organización terrorista extranjera (OTE) según la legislación estadounidense otorga al presidente la autoridad para imponer sanciones económicas y legales, pero no autoriza automáticamente el uso de fuerza letal”. Hay preocupación de analistas en cuanto a que la decisión de Trump de definir como “organización terrorista” al Tren de Aragua, lo lleve a efectuar operaciones policiales y militares extraterritoriales en países de América Latina donde opera esa banda criminal.
4.-Esta especie de operación de piratería del siglo XXI de parte de Estados Unidos se vio aplicada en los últimos meses cuando de manera irregular/ilegal se puso a cientos de personas de distintas nacionalidades en aviones para ser enviados a cárceles o recintos de reclusión en otros países -caso especial El Salvador- después de expulsarlos de territorio estadounidense. Eso en el marco de la cazaría indiscriminada de migrantes, donde no sólo se detuvo y expulsó a criminales, sino a cientos de trabajadores agrícolas, de comercio y servicios. Un formato que EU aplicó para detener a ciudadanos principalmente de países árabes para enviarlos a cárceles clandestinas o bases en distintos países, aplicarles torturas, sin enjuiciarlos ni colocarlos a disposición de estamentos de justicia ocurridos los ataques del 11 de septiembre de 2001.
5.-Nada hace suponer que el uso de fuerza militar naval, aérea y de Inteligencia se detendrá. El desplazamiento bélico se mantiene en el mar Caribe y podría extenderse. Las agresiones contra Venezuela están a la mano. Es parte de esa operación pirata que incluye la estrategia estadounidense actual en América Latina y El Caribe. Ya el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Lin Jian, advirtió sobre “las prácticas de coerción, intimidación y dominación” de Estados Unidos en el continente. Desde la Cancillería cubana se señaló que “la acumulación e incremento de medios y efectivos militares en el mar Caribe, el uso de la fuerza para atacar embarcaciones civiles y asesinar a sus tripulantes y la intercepción y detención injustificadas de una nave, en violación de normas internacionales, confirman la naturaleza hostil e irresponsable de la operación en curso”. Se añadió que “a esto se suma la diseminación de mensajes de guerra sicológica por parte del Gobierno de los Estados Unidos, para tratar de legitimar estas acciones ante la opinión pública con el burdo pretexto de que Venezuela representa una amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos y el bienestar de sus ciudadanos”. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) expresó su profunda preocupación “por el reciente despliegue militar extraregional en la región” y se recordó el compromiso con “la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza, la solución pacífica de controversias, la promoción del diálogo y el multilateralismo, el respeto irrestricto a la soberanía e integridad territorial, la no injerencia en los asuntos internos de los Estados y el derecho inalienable de los pueblos a la autodeterminación”. Se dijo en una declaración firmada por decenas de países que “reconocemos ( ) que el crimen organizado transnacional y el narcotráfico constituyen una amenaza significativa para alcanzar sociedades pacíficas e inclusivas, por lo que reafirman su voluntad de combatirlos de manera prioritaria, aumentando la cooperación y la coordinación regional e internacional en el marco del respeto al Derecho Internacional y cumpliendo con los marcos legales y convenios internacionales vigentes”.
6.-En todo este contexto, un aspirante a la Presidencia de Chile, del Partido Nacional Libertario, de extrema derecha, expresó su respaldo a una posible intervención militar de Estados Unidos en Venezuela, para así terminar con el gobierno de esa nación. El tono de enfrentamiento a la administración de Maduro es fuerte en Chile y podría existir simpatía con el objetivo estadounidense de invasión, aunque no confesada. Por lo demás, en general, la derecha y la extrema derecha chilena tienen en su doctrina el uso de fuerza militar para dirimir crisis políticas y han sintonizado históricamente con las decisiones de injerencia y promoción de golpes de Estado por parte de Estados Unidos, algo demostrado por indagaciones del Senado estadounidense, procesos judiciales e investigaciones académicas y periodísticas. Llama la atención, eso sí, cierta despreocupación u omisión en Chile, respecto a las tácticas estadounidenses actuales dirigidas a objetivos de injerencia y refuerzo con aliados incondicionales. Por ejemplo, los acercamientos del Comando Sur con altos mandos y autoridades de Argentina para instalar una base militar en la zona austral, cerca de la frontera con Chile, aumentar el desplazamiento de fuerzas militares estadounidenses en esa zona, la sugerencia -se dice que medio en broma, medio en serio- de Trump al expresidente argentino, Mauricio Macri, de “conquistar” territorio chileno para “acceder a ambos océanos”, y la aseveración del actual mandatario, Javier “el loco” Milei, de que “el mejor recurso para defender nuestra soberanía es la alianza con Estados Unidos”. A eso se agrega el interés sostenido del Comando Sur del Ejército de EU para mantener control del Estrecho de Magallanes, expresado, entre otras cosas, advirtiendo, en boca del general Alvin Holsey, que “la presencia e influencia del Partido Comunista chino en el Cono Sur tiene consecuencias de gran alcance, especialmente en áreas como el Estrecho de Magallanes, un punto de estrangulamiento clave para el comercio global y la seguridad marítima”. Puede ser especulativo, pero todo eso también parece empalmar con la operación de piratería de Estados Unidos en zonas de la región.
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