EL EDITORIAL. Incentivar la batalla contra la corrupción, el abuso, la mentira y las incivilidades

En ello tienen una primera y alta responsabilidad las representaciones de sectores democráticos, progresistas y de izquierda. Hay que restituir valores cívicos, reforzar valores democráticos, fortalecer la convivencia social y democrática, promover la probidad y las buenas prácticas, acentuar la veracidad y la respuesta concreta, materializar la buena gestión, aplicar justicia, mejorar la calidad de la democracia.

“El Siglo”. El Editorial. Santiago. 13/6/2025. El pueblo lleva tiempo conociendo diversidad de hechos vinculados a la corrupción, las irregularidades, las malas prácticas, los abusos, las mentiras y las incivilidades, que se suceden en el mundo público y privado, en entidades estatales y sectores empresariales-financieros.

La ciudadanía está cansada e indignada y esos hechos llegan a tener efectos devastadores en la credibilidad en las instituciones públicas y privadas.

Aquello de que “las instituciones funcionan” ya parece una retórica desgastada cuando, además, se observan niveles de impunidad y de alargamiento de procesos contra quienes cometieron delitos, actos de corrupción y atentados a la probidad.

Específicamente en las últimas semanas se produjo una acentuación de incivilidades de parte de actoras y actores políticos que también dañan la convivencia social y la credibilidad de parte de ciudadanas y ciudadanos sobre la actividad política.

Por eso es imperativo incentivar la batalla contra la corrupción, el abuso, la mentira, y las incivilidades. En ello tienen una primera y alta responsabilidad las representaciones de sectores democráticos, progresistas y de izquierda.

Hay que restituir valores cívicos, reforzar valores democráticos, fortalecer la convivencia social y democrática, promover la probidad y las buenas prácticas, acentuar la veracidad y la respuesta concreta, materializar la buena gestión, aplicar justicia, mejorar la calidad de la democracia.

En ese marco toma mucho sentido y tiene un alcance ciudadano, el planteamiento de Jeannette Jara, candidata presidencial, en cuanto a comprometerse a “no mentir jamás”, resaltando un valor que hoy la gente echa de menos en la práctica política.

La mentira no sólo es engañar, decir algo que no corresponde a la verdad. También se miente cuando se anuncia un análisis o una autocrítica que, al final, nunca llega, cuando se promete o compromete algo que nunca cuaja, cuando se entrega un dato falso o se altera una realidad histórica. Por ello, no mentir es un valor determinante en la acción política e institucional.

La sociedad en su conjunto está asistiendo a una degradación ética, institucional, social, civilizatoria que se da en el marco de un modelo cultural y económico que promueve todo aquello, sumado al egoísmo, el individualismo, la discriminación, el miedo, el odio y la injusticia.

Por eso es imprescindible la propuesta, la acción y la batalla del ideario democrático, progresista, transformador, justo, digno y de valores humanos. Una batalla que debe darse en todos los niveles, en todos los espacios, en todos los ámbitos. Un batalla que debe darse incluso dentro de los propios sectores que promueven valores sociales, democráticos, solidarios, inclusivos y civilizatorios, sin contemplaciones. Es parte de una batalla cultural, de una batalla por una sociedad sana, digna y muy humana.

 

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