Pepe Mujica, un Tupamaro

Pepe, cuando los tiempos marcaban otros tipos de violencias, fue guerrillero. En 1964, se integró el MLN-Tupamaros, participó en múltiples acciones, entre ellas la toma de la ciudad de Pando. A la salida de la cárcel, cuando cae la dictadura, todos lo recuerdan en la reconstrucción de la organización, en lo que llamamos “mateadas”. “Es el compañero que sembró organización, que aglutinó una cantidad de ideales y de luchas dispersas en nuestro Uruguay. Es la fuerza viva del interior, de nuestro interior profundo, del paisano, del asalariado rural, del productor familiar”.

Gabriela Cultelli(*). Montevideo. 16/5/2025. Una bailarina baila “La muerte del cisne” en una vereda montevideana, y en la noche, frente a un muro iluminado por velas donde se puede leer “Gracias Pepe por tanta poesía”. Cerca de allí, la enorme cola de personas que hasta avanzada la madrugada del miércoles pasaban a rendir homenaje a este singular hombre, que no solo los representaba, si no que era uno más de ellos, ellas. Lloraban, cantaban, rezaban, leían poemas, le dejaban dibujos, flores y banderas a los pies del féretro. El puño se alzaba en ese saludo que sólo los y las que luchan saben interpretar. El jueves fue similar, una fila de pueblo juntaba sus manos al corazón, y luego a las 5 de la tarde, bajó el féretro a la explanada donde todos y junto a las voces inquebrantables de Numa Moráes y el dúo Larbanois & Carrero, grandes de la música popular, lo despedimos cantando “A Don José”. Aquella canción que originalmente fue creada para homenajear a José Artigas, vuelve desde el sentir más profundo, con la muerte de este, otro José de la historia.

“Con libertad, no ofendo ni temo.

Que Don José

Oriental en la vida

Y en la muerte también”

El día anterior, el miércoles, el cortejo fúnebre recorrió por horas las calles de Montevideo. Salían a su paso las empleadas, las limpiadoras, los hombres en situación de calle, los negros del barrio sur llegaron con sus tambores tocando a duelo. Era el clamor de los pobres de la tierra. Y cuando el cortejo se detuvo ante el local del MLN-Tupamaros, apenas podemos relatar la fuerza de aquel grito de los bravos hombres y mujeres que allí lo esperaban “MLN, Tupamaros; MLN, Tupamaros” y los vimos llorar. Hombres y Mujeres con mayúscula, las y los más veteranos sobrevivientes de tantas luchas, los jóvenes acarreando banderas. Y el jueves, fue Mauricio Rosencof, el gran poeta y escritor, tupamaro rehén de la dictadura junto a Pepe, quien no por gusto le tocó hacer el “discurso” de despedida, y terminó con aquel poema suyo de tiempos de prisión: “y si este fuera mi último poema, insumiso y triste, raído pero entero, tan solo una palabra escribiría: compañero”. Es que eso era José (Pepe) Mujica Cordano, un compañero, un compañero que caminó con nosotros las y los tupamaros, un largo camino, un compañero tupamaro.

Porque Pepe, cuando los tiempos marcaban otros tipos de violencias, fue guerrillero. Estuvo preso en dos oportunidades, la segunda vez más de 12 años. Nació (1935) y murió en un barrio humilde de las afueras de la capital, Paso de la Arena, porque materialmente se debe haber llevado puesto lo mismo que trajo, nada. Huérfano de padre desde los 6 años y empobrecido. Con 20 años comenzó su activismo social, cercano al entonces Blanco (Partido Nacional) Enrique Erro, quien en 1962 y junto a Mujica, se une a la izquierda y al Partido Socialista. En 1964, Pepe se integró el MLN- Tupamaros, participó en múltiples acciones, entre ellas la toma de la ciudad de Pando: “¿Te acordás Pepe de cuando participaste en la toma de Pando? ¿Que vos comandaste el grupo que ocupó la central telefónica? ¿Y después se retiraron sin novedad?”.

“Sí. Mi grupo planificó la retirada, después de discutirlo con el mapa en la mano, siguiendo un camino muy largo. Nos desviamos hacia Cuchilla Grande, haciendo un rodeo para el lado de Colón y después dimos la vuelta. Junto con el grupo del Banco Pan de Azúcar, comandado por el ‘Viejo’ Cultelli, zafamos justo la línea de la represión que interceptó a los que evacuaban en forma directa hacia Montevideo. Y eso fue lo que nos salvó.” (Reportaje realizado por Rolando Sasso para Mate Amargo 6/5/2024).

Rubén García, otro tupamaro, recuerda cuando lo conoció: “A Pepe Mujica lo conocí en el penal de Punta Carretas cuando a él lo llevaron porque estaba todo baleado. Lo habían intentado asesinar en el bar La Villa. Nosotros ya estábamos presos y buscamos la forma de poder ir al hospital y pudimos ir con el compañero Falucho a llevarle una cremita porque él no podía comer. Y ahí lo vi y pensé que no viviría porque el aspecto que tenía era terrible. Después lo reencontré cuando a él lo llevaron a la cárcel de Punta Carretas. Luego nos fugamos el 6 de septiembre de 1971 con él y otros 109 compañeros más. Yo me fui para el interior antes de caer presos nuevamente. Cuando a ellos (los compañeros rehenes, en 1984) los reintegran al penal de Libertad, que lleva ese nombre por el lugar donde se encuentra, el Pepe vino en unas condiciones lamentables. La verdad es que estaba muy deteriorado. Pero por suerte se fue recuperando con el trabajo con las flores, con las cosas que empezó a plantar ahí.”

Luego, a la salida de la cárcel, cuando cae la dictadura, todos lo recuerdan en la reconstrucción de la organización, en lo que llamamos “mateadas”, o sea, actos que implicaban salir a las plazas, a las esquinas, y ponerse a hablar con la gente sin más arma que un micrófono y algún parlante, micrófono además compartido con todos y todas. Con pocos recursos materiales, y mucho menos financieros, allá iban los compañeros llevando nuestra palabra, allá iba el Pepe, que un día se le ocurrió subirse a un ómnibus con un cartel y con su discurso humano y de cercanías. Y desde el interior del país, William “el Willy” Martínez, diputado hoy y también tupamaro, nos dice que “Pepe Mujica es la tierra adentro de nuestro país. Es el compañero que sembró organización, que aglutinó una cantidad de ideales y de luchas dispersas en nuestro Uruguay. Es la fuerza viva del interior, de nuestro interior profundo, del paisano, del asalariado rural, del productor familiar. Es eso, es el fuego y esa coherencia de vida que es el espejo donde todos nos queremos mirar”.

De hecho, Mujica, el tupamaro, fue muchas cosas, fue floricultor y hasta fue Presidente. Hombre sencillo y austero, que miraba hacia adelante y la venganza nunca fue su compañera.

Una de nuestras políticas establecidas en cada convención, fue y es la continentalidad de la lucha, y Pepe fue un impulsor sin descanso de la Unidad Latinoamericana en aquel período 2010-2015 de su Gobierno.

Asimismo, y por aquellos años nos habíamos planteado el desarrollo de la economía social y solidaria, en ella las empresas recuperadas por sus trabajadores, las cooperativas e incluso las unidades de producción familiares pequeñas, y todo eso se llevó adelante. Las empresas públicas como base material del desarrollo y crecimiento fueron fortalecidas, y multiplicadas las empresas subsidiarias o dependientes de las más grandes, mayoritariamente también de capital estatal. Esas formas de propiedad no son típicamente capitalistas, y apuntan hacia la construcción de un mundo nuevo.

Fue ese quinquenio, otro período de crecimiento de los ingresos familiares, de importante distribución del ingreso y la riqueza, crecimiento del gasto y del sistema educativo, múltiples planes de vivienda recorrieron el país, y el sistema de salud integrado que venía del periodo anterior, alcanzó su madures. Fueron los años de la Revolución de los derechos y en ello la legalización del aborto, el matrimonio igualitario, en definitiva, la modernización social del Uruguay. Nada que no estuviera dentro del programa de la izquierda uruguaya, donde las y los compañeros pusimos nuestro granito de arena. Pero por aquellos años es cierto que le dijo “adiós a la barra”, aunque más por una necesidad de ampliarse en el pueblo que por otra cosa.

Y esta fue la mayor parte de su vida, es este Pepe el que recuerdan los y las humildes, es este otro Don José, también tupamaro como el primero, con el cual nos quedamos para recordar, seguir aprendiendo y cargar la mochila que nos obliga a continuar, porque seguimos creyendo que “La lucha es civilizatoria, porque la lucha es por liberar al oprimido, pero también al opresor” (José Mujica, 2013).

(*) Gabriela Cultelli, Licenciada en Economía Política (Universidad de La Habana), Mag. en Historia Económica (UdelaR), escritora, columnista y co- Directora de “Mate Amargo”. Coordinadora del Capitulo uruguayo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (REDH), miembro del Comité Central del MLN-Tupamaros.

 

La entrada Pepe Mujica, un Tupamaro se publicó primero en El Siglo.