EL EDITORIAL. El legado de “Pepe” Mujica traza un desafío para las representaciones de la izquierda

Nunca se distanció del pueblo, ni dejó de nombrarlo. Nunca apartó las convicciones, y asumió nuevas conceptualizaciones. Nunca dejó su chacra. Nunca dejó de trabajar con la base militante de su organización. Nunca operó para beneficio propio o cambió de estilo para congraciarse con formatos mediáticos. Nunca dio espacio para una disputa entre generaciones. Nunca sucumbió a tendencias mediáticas, a tecnócratas, a presiones, a las medias tintas.
“El Siglo”. El Editorial. Santiago. 5/2025. La batalla ideológica, las disyuntivas culturales, la ejecución de una ética, la instalación de una estética, la probidad y la transparencia, son factores que deben estar latentes en el quehacer de las y los representantes de la izquierda.
Mucho más cuando el ecosistema societal está invadido por una cultura oscurantistas e individualista, un modelo económico inequitativo que impacta las relaciones sociales, un relato conservador, un imaginario mediático fantasioso, por actividades corruptas e inescrupulosas, discursos desinformadores y falsos, actitudes narcisistas, comportamientos maltratadores y prácticas distorsionadoras y diversionistas que remueven la realidad.
En la actualidad, es imperativo que quienes asumen representaciones y liderazgos de la izquierda se alejen de esos formatos negativos que parecen imperar en nuestra sociedad, y que muestren conductas éticas, probas, transparentes, austeras, sencillas, humanas, veraces y coherentes.
“La mejor forma de decir es hacer”, sentenció el Apóstol de Cuba, José Martí. Una premisa que no deberían perder de vista las y los dirigentes de izquierda.
Hoy, un ejemplo de todo aquello es José “Pepe” Mujica. Guerrillero urbano, víctima de tortura y cárcel a manos de una dictadura, dirigente de una organización político-militar como los Tupamaros que lograron transformarse en un sólido partido político (Movimiento de Participación Popular), convertido en legislador y Presidente de la República promoviendo ideas de izquierda, Mujica encarna la austeridad, la honestidad, la consecuencia, la probidad y la constancia en la convicción de las ideas transformadoras.
Con humildad, José Mujica fue un hombre de izquierda que tomó las armas para combatir a una tiranía, y luego tomó la lucha social y política para avanzar en más justicia y más democracia. Siempre manteniendo la sencillez, la humanidad, la templanza, la inteligencia, la consecuencia con su origen. En él había un sabio y honesto equilibrio de ética con estética.
Fue un hombre que encaró la mentira y la desidia, que combatió el consumismo y la fanfarronería, que evitó el lujo y la soberbia, que habló de la belleza y el amor.
Nunca se distanció del pueblo, ni dejó de nombrarlo. Nunca apartó las convicciones, y asumió nuevas conceptualizaciones. Nunca dejó su chacra. Nunca dejó de trabajar con la base militante de su organización. Nunca operó para beneficio propio o cambió se estilo para congraciarse con formatos mediáticos. Nunca dio espacio para una disputa entre generaciones. Nunca sucumbió a tendencias mediáticas, a tecnócratas, a presiones, a las medias tintas.
“Pepe” Mujica encarnó el militante de izquierda consecuente, sobrio, austero, humano, inteligente, pertinaz, honesto, trabajador, estudioso, sencillo, constante, que no busca posiciones ni cargos, sino asumir responsabilidades dentro de un colectivo, en una vinculación permanente con las bases.
Su legado debiera ir, para las y los militantes de izquierda, más allá de la retórica, y servir como un ejemplo reflejo, como una hoja de ruta, como una síntesis de la honestidad y el compromiso, como un formato de conducta que siempre contribuirá a estar más y mejor vinculado con el pueblo.
Se ocupa menos el término, pero en el concepto original pareciera vigente. Ser realmente revolucionarias y revolucionarios. José Mujica lo fue siempre. Siempre comprendió el desafío de revolucionar las realidades y las luchas.
Parafraseando el concepto de revolución expresado por Fidel Castro, “Pepe” Mujica asumió la tarea de cambiar todo lo que debe ser cambiado, tratar a los demás como seres humanos, fue capaz de emanciparse, defendió valores al precio de cualquier sacrificio, fue modesto, desinteresado, altruista, solidario y heroico, audaz e inteligente, no violó principios éticos, tuvo la convicción profunda de que no existe fuerza capaz de aplastar la verdad y las ideas, bregó por la unidad.
Ideas y acciones que deberían sellar el rumbo de quienes asumen representaciones de la izquierda.
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