“El Día de la Victoria adquiere un significado especial, en una situación en la que el nazismo vuelve a resurgir”: Embajador de Rusia en Chile

Vladimir Belinsky indicó que “asistimos ahora a la reencarnación del nazismo y el fascismo en Europa, la cuna histórica de la teoría y la práctica racistas”. Al cumplirse 80 años de la derrota del régimen nazi con la entrada en Berlín del Ejército Rojo, el diplomático sostuvo que “gracias al heroísmo y sacrificio del pueblo soviético, que perdió más de 27 millones de vidas, se logró salvar a Europa y a toda la Humanidad del mal del nazismo. El Ejército Rojo no sólo liberó su tierra natal de los nazis, sino que hizo posible que los pueblos de los países europeos ocupados o subyugados por la dictadura de Hitler sobrevivieran y preservaran su independencia nacional…la Europa que conocemos hoy, existe ante todo gracias a la valentía del soldado soviético”. En entrevista, indicó que desde Europa y Estados Unidos “se pretende olvidar el inmenso precio que pagamos por la victoria”, pero aseveró que “la victoria en la Gran Guerra Patria situó a la Unión Soviética y a la Federación de Rusia, en calidad de su continuadora, como uno de los garantes clave del orden mundial contemporáneo”. También apuntó que “los procesos de Núremberg, realizados contra los colaboradores del régimen de Hitler para sancionar los crímenes cometidos contra la Humanidad, sentaron las bases para la formación del derecho internacional”. El diplomático ruso señaló que “este aniversario constituye una ocasión propicia para reflexionar sobre el papel de cada país en la construcción de un sistema internacional más justo, equitativo y seguro para todos”. Y sobre las declaraciones de autoridades ucranianas frente a esta fecha, planteó que “la negativa de Zelensky al alto al fuego y las amenazas a la celebración del desfile de la Plaza Roja con presencia de decenas de altos invitados internacionales demuestran una vez más la esencia terrorista del régimen de Kiev”.
Hugo Guzmán. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 8/5/2025. ¿Qué significado tiene para la Rusia actual el Día de la Victoria, en que el Ejército Rojo tomó Berlín y derrotó a las fuerzas nazis?
El Día de la Victoria, cuyo 80 aniversario celebramos este 9 de mayo, es la fecha más importante y sagrada para cada ruso, ya que no hay familia en Rusia que no lleve la profunda huella de la guerra. Es más que una celebración, es una conmemoración de la gesta heroica de los pueblos de todas las antiguas repúblicas soviéticas, que en los años de la Gran Guerra Patria (1941-1945) resistieron las pruebas más duras, defendieron la independencia de su estado común, derrotaron al nazismo y aseguraron a sus descendientes -a todos nosotros- el derecho a la vida. Sin ellos no estaríamos aquí. Hoy, el Día de la Victoria adquiere un significado especial, en una situación en la que el nazismo vuelve a resurgir. Los herederos de Napoleón y Hitler, junto con los anglosajones, pretenden de nuevo infligir una derrota estratégica a nuestro país, destruirlo, subordinarlo a sus intereses hegemónicos. Utilizan para ello el régimen abiertamente nazi de Ucrania alimentado por ellos durante muchos años. Los soldados rusos que están en los frentes de la Operación Militar Especial continúan sin duda la hazaña de nuestros padres, abuelos y bisabuelos.
¿Qué decir ante la insistencia de países europeos y Estados Unidos de disminuir o invisibilizar el papel de la Unión Soviética en la derrota del nazismo?
Esto no es ninguna casualidad ni olvido esclerótico. Es una política deliberada y sistemática que suele adquirir formas absolutamente feas. Me refiero ante todo a la demolición y vandalización de monumentos a los soldados soviéticos caídos, una práctica generalizada en Europa, sobre todo en países bálticos y Polonia. Se pretende olvidar también el inmenso precio que pagamos por la victoria. A diferencia de los países de Europa Occidental capturados por los fascistas, los pueblos de la Unión Soviética no se doblegaron ante Hitler. Los hitlerianos planeaban aniquilarnos por completo. Se nos declaró una guerra de exterminio. Antes, durante muchas décadas después de Núremberg, esto no se ponía en duda. Ahora nos vemos obligados a demostrar que fue un verdadero genocidio. Para nosotros el objetivo de dicha política es obvio. Al tachar el papel de la URSS es más fácil hablar, por ejemplo, de una “responsabilidad compartida” del Tercer Reich y la URSS por el inicio de la Segunda Guerra Mundial, un delirio absoluto desde el punto de vista de los hechos históricos, pero sí muy útil para Occidente que trata de esconder muchas situaciones oscuras de su pasado y evitar preguntas incómodas. El fin ulterior de esta amnesia colectiva es revisar toda la arquitectura política internacional establecida después de la Segunda Guerra Mundial con fundación de la ONU (Organización de Naciones Unidas) y cambiar el derecho internacional basado en la Carta de la ONU con constructos como “Orden basado en reglas” que sólo servirían para perpetrar las prácticas neocoloniales de los que erróneamente se creen los dueños del mundo en detrimento del desarrollo soberano de la mayoría global. Es precisamente por ello que atribuimos tanta importancia a los actos conmemorativos de la Gran Guerra Patria y preservación de la memoria histórica.
¿Dónde situaría los principales efectos del triunfo soviético en 1945?
Gracias al heroísmo y sacrificio del pueblo soviético, que perdió más de 27 millones de vidas, se logró salvar a Europa y a toda la Humanidad del mal del nazismo. El Ejército Rojo no sólo liberó su tierra natal de los nazis, sino que hizo posible que los pueblos de los países europeos ocupados o subyugados por la dictadura de Hitler sobrevivieran y preservaran su independencia nacional. Es decir, la Europa que conocemos hoy, existe ante todo gracias a la valentía del soldado soviético. Otro de los resultados más relevantes en términos de relaciones internacionales fue la creación de las Naciones Unidas como pilar principal del sistema internacional de seguridad colectiva, elemento clave de la diplomacia multilateral moderna. Ese hito significó el colapso del sistema colonial, ya que hasta entonces la inmensa mayoría de la población mundial vivía en colonias, cuyo tamaño y población eran muchas veces superiores a las de las metrópolis. Además, los procesos de Núremberg, realizados tras la victoria contra los colaboradores del régimen de Hitler para sancionar los crímenes cometidos contra la Humanidad, sentaron las bases para la formación del derecho internacional. Finalmente, la victoria en la Gran Guerra Patria situó a la Unión Soviética y a la Federación de Rusia, en calidad de su continuadora, como uno de los garantes clave del orden mundial contemporáneo.
El Gobierno ruso conmemorará los 80 años del Día de la Victoria con grandes actividades. Va a llegar una treintena de jefes de Estado a Moscú y se prepara un gran desfile en la Plaza Roja. ¿Se quiere generar un impacto mundial?
Efectivamente, participarán en las actividades 29 líderes mundiales, entre ellos tres de América Latina: Brasil, Cuba y Venezuela. Esta participación es el mejor argumento contra cualquier afirmación falaz de que la Rusia moderna supuestamente se apropia de la victoria. Los pueblos de la Unión Soviética vencieron juntos. Nadie logrará dividirla en victorias separadas. Fue en el Frente Oriental donde la máquina militar del Tercer Reich fue derrotada. Al mismo tiempo, recordamos la contribución de nuestros aliados. Es una muestra de que, incluso en un contexto de tensiones geopolíticas, aún existen espacios donde la historia compartida y el respeto mutuo pueden reunir a naciones diversas. Este aniversario constituye una ocasión propicia para reflexionar sobre el papel de cada país en la construcción de un sistema internacional más justo, equitativo y seguro para todos.
El Presidente Vladimir Putin decretó un alto al fuego en la guerra con Ucrania del 8 al 10 de mayo. Las autoridades ucranianas expresaron desconfianza e incluso amenazaron la realización del desfile de la victoria en Moscú. ¿Cuál es la posición rusa ante estas situaciones?
La posición rusa sigue siendo intacta: el alto al fuego decretado por el Presidente Vladimir Putin para el período de celebraciones con motivo del 80 aniversario de la Gran Victoria constituye otra de las innumerables muestras de la disposición de Rusia a mantener conversaciones de paz sin condiciones previas encaminadas a eliminar las causas profundas de la crisis ucraniana y a cooperar constructivamente con los socios internacionales. Al mismo tiempo, la negativa de (Volodímir) Zelensky al alto al fuego y las amenazas de las autoridades ucranianas a la celebración del desfile de la Plaza Roja con presencia de decenas de altos invitados internacionales demuestran una vez más la esencia terrorista del régimen de Kiev y la falta de voluntad de sentarse en la mesa de negociaciones. Los hechos hablan por sí solos. Por ejemplo, a diferencia de Rusia, las fuerzas armadas ucranianas ni siquiera pensaron en cesar el fuego en Pascua, habiendo violado el régimen de alto al fuego unas cinco mil veces. En marzo y abril, violaron 136 veces el moratorio de 30 días sobre los ataques a instalaciones energéticas. Como una idea a reflexionar: ¿Cómo es posible en el mundo contemporáneo que las personalidades oficiales y los organismos estatales de Ucrania confirmen su participación en los actos terroristas en el territorio de Rusia, en los asesinatos de los periodistas rusos y ataques a la infraestructura civil? Y ahora amenazan a atacar a Moscú justamente en la fecha tan sagrada no solamente para Rusia, sino para el mundo entero. ¿Comprende la comunidad internacional a quién ha criado Occidente en el centro de Europa?
¿Cómo asumen que desde la Unión Europea se dijo que habrá represalias a gobiernos que asistan a las conmemoraciones en Moscú, que se quiera centrar toda esta conmemoración en Occidente y que incluso en medios de prensa se está hablando más de Adolf Hitler que de las víctimas de la Segunda Guerra Mundial?
Como dijo el Mariscal Zhukov, algunos en Europa nunca nos perdonarán por haberlos liberado. ¿Por qué varios países europeos votaron en contra de la resolución rusa destinada a combatir la glorificación del nazismo? ¿Por qué la euroburocracia apoya los movimientos nazis de Ucrania, no se da cuenta del fortalecimiento de las organizaciones neofascistas del Viejo Mundo? Asistimos ahora a la reencarnación del nazismo y el fascismo en Europa, la cuna histórica de la teoría y la práctica racistas. El nazismo y la rusofobia son cada vez más populares en los países del Báltico. Los actos de homenaje a las tropas nazis cada año cuentan con más apoyo y los símbolos fascistas y rusófobos se popularizan. La Unión Europea ha hecho la vista gorda para que en las aldeas bálticas campe el nazismo y la rusofobia a sus anchas. Por lo tanto, el Desfile de la Victoria del 9 de mayo en la Plaza Roja se percibe dolorosamente en los corredores de poder de Europa. No pueden entender cómo una calle de Stalingrado puede resistir por más tiempo que un país promedio de Europa. No pueden entender cómo el soldado ruso vuelve a desnazificar a los mercenarios y títeres del Occidente en Ucrania.
Hay gente que se pregunta por qué Rusia, Putin, conmemora así el triunfo del Ejército Rojo, y permanece una cultura, un patrimonio, una épica soviética, la de esos tiempos en la Rusia actual.
En un mundo donde se distorsiona el pasado y se relativizan los crímenes del nazismo, la conmemoración de la victoria del Ejército Rojo cobra un valor aún más profundo. Preservar la verdad histórica y rendir homenaje a los héroes de la Gran Guerra Patria no es un gesto de fuerza ni de propaganda, sino un acto de respeto, memoria y responsabilidad. Como herederos de aquella gesta, tenemos el deber moral de transmitir esa verdad a las generaciones futuras. Rendir tributo a los héroes, proteger los símbolos y educar con base en hechos -no en narrativas oportunistas- es nuestro compromiso como nación y como parte de una memoria colectiva que no debe ser olvidada ni traicionada. La persistencia del legado cultural de la Gran Guerra Patria, al igual que la profundidad artística de las obras maestras (musicales, literarias, y cinematográficas) creadas durante la guerra y en los años posteriores, es una muestra más de la importancia que tuvo y sigue teniendo la Gran Victoria para nuestra identidad nacional. Al mismo tiempo, las tradiciones no dejan de evolucionar. Una costumbre relativamente nueva -nació en 2012- de celebrar la victoria es la marcha del Regimiento Inmortal, en la que los ciudadanos marchan por las calles con retratos de sus familiares que lucharon en la guerra. La costumbre ha adquirido una dimensión internacional. Chile no es una excepción. La marcha se organiza todos los años por la comunidad rusa en Santiago. Este año tuvo lugar el sábado 3 de mayo en Ñuñoa con participación de centenares de personas tanto rusas como chilenas, a quienes agradecemos mucho por su solidaridad. Invitamos a todos los lectores de El Siglo a sumarse a esta conmemoración abierta para todos en el futuro.
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