Gladys Marín. “La lucha no se puede detener y esto tiene que cambiar”

Aquel acto de homenaje en el Centro Cultural Estación Mapocho y su afirmación de que “he tomado más consciencia de que la gran mayoría de la gente es mucho más bondadosa, mientras que los que producen las calamidades en el mundo son una absoluta minoría”. La querella que presentó contra el dictador Pinochet. Su mirada sobre la muerte: “He tenido una vida de bastantes riesgos y mi experiencia con la muerte es como la de muchos luchadores que han expuesto sus vidas por los ideales. La muerte ha sido para mí algo cercano, muy cercano”.

“El Siglo”. Santiago. 4/3/2025. El siguiente es el texto del capítulo “Despedida en la Estación Mapocho” del libro “Gladys Marín. Una vida revolucionaria” del periodista español Mario Amorós (Penguin Random House Grupo Editorial).

Llegó a Santiago el 14 de marzo, acompañada por el doctor Javier Figueredo, quien destacó que había respondido bien al tratamiento y en aquel momento no había signos de la reaparición de un tumor. En los días posteriores, en su hogar recibió visitas como la del ministro José Miguel Insulza, quien declaró a los periodistas que se conocían desde los años sesenta, “cuando yo era dirigente estudiantil y ella era la secretaria general de la Jota; lo primero que hicimos juntos fueron las marchas de solidaridad con Vietnam”. Por su parte, la ministra de Defensa, Michelle Bachelet, explicó, tras saludarla, que se conocieron personalmente en 1975 en el exilio en Europa.

Visitó la casa de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y el 21 de marzo participó en una marcha por la Alameda contra el presidente George W. Bush, al cumplirse un año de la guerra en Irak. En una entrevista conjunta con la Radio Nuevo Mundo y El Siglo explicó cómo se sentía al regresar a Chile después de cuatro meses y medio; “Es un cúmulo de sentimientos que se agolpan y son muy difíciles de describir, pero he tomado más consciencia de que la gran mayoría de la gente es mucho más bondadosa, mientras que los que producen las calamidades en el mundo son una absoluta minoría. Los grandes intereses económicos transnacionales y nacionales son los que impiden que haya felicidad para todo el mundo, pero la lucha no se puede detener y esto tiene que cambiar, porque la gente existe. Estamos viendo todos los días el drama de que hay niños que no tienen para comer, para estudiar, el drama de las mujeres…”

Reconoció también su asombro ante las muestras incesantes de aprecio, pero subrayó que trascendían su persona: “Creo que ha sido una sorpresa porque uno no tiene noción de la fuerza de nuestras ideas. Ahora vemos el producto de todo lo que el partido ha hecho durante tantos y tantos años, siempre identificado con los trabajadores, con la educación y la cultura. Entonces, es una sorpresa, pero también una confirmación de que tenemos la razón, de que otro mundo es posible, un mundo distinto del neoliberalismo, que entre ancho por los caminos de la paz, porque -como dijo Gabriela Mistral- la paz no es una jalea dulzona. La paz es un llamado a la lucha, a la guerra por la paz, a la guerra contra el hambre, contra la infelicidad. La vida permanentemente es un batallar, abrir una y otra puerta. A eso tenemos que llegar: a una sociedad más plena”.

Destacó también la creación a fines del año anterior de la alianza Juntos Podemos Más, encabezada por los partidos Comunista y Humanista, y llamó a organizarla en cada lugar de trabajo y de estudio, en los barrios y en las poblaciones, como hiciera el allendismo desde los años cincuenta.

El sábado 27 de marzo, en el Centro Cultural Estación Mapocho le tributaron un acto político y cultural de bienvenida al que asistieron cerca de doce mil personas. Lalo Parra, Isabel Parra, Inti-Illimani, Legua York, Los Prisioneros, la Sonora de Tommy Rey…ofrecieron sus canciones a lo largo de una jornada conducida por Miguel Davagnino, mientras que el actor Daniel Alcaíno leyó el saludo en representación del Comité de Iniciativas de la campaña “Fuerza Gladys”. También estuvieron presentes Andrés Aylwin, Julio Silva Solar, Luis Corvalán, Volodia Teitelboim, Lorena Pizarro, Patricio Bunster, José Balmes, Marés González, Tomás Moulian y Pedro Lemebel. Por su parte, Daniel Ortega le entregó la Condecoración Augusto César Sandino, que solo cuatro personas no nicaragüenses, entre ellas Fidel Castro, habían recibido antes.

En el que fue su último discurso expresó que aún se sentía “muy fuerte” para “seguir luchando por los trabajadores, por las mujeres, por los jóvenes, para que juntos construyamos una nueva patria buena para todos”. Agradeció la solidaridad que había recibido, pero sobre todo quiso referirse a los desafíos políticos: “Hoy, la tarea principal que tenemos todos y todas, que pido la tomen en sus manos, es la batalla contra la guerra y por la paz en el mundo entero”.

Citó a Gabriel Mistral y a Pablo Neruda (en el año de su centenario) y evocó a Sola Sierra para señalar que jamás dejarían de buscar a los detenidos desaparecidos y que esta no era una lucha personal, sino “la batalla de todo un pueblo”. “Y no vamos a descansar hasta que Pinochet reciba el castigo merecido, que será el repudio de todo el pueblo”. Finalizó su intervención, como tantas veces, recordando al presidente Salvador Allende: “Qué mejor homenaje, entonces, decirles al final de estas cortas palabras que ¡Allende Vive! y que ¡con Allende mil veces venceremos!”.

A principios de abril, regresó a Cuba para proseguir su tratamiento médico durante cuatro semanas. El 9 de mayo volvió a Chile y el 27 de junio viajó otra vez a La Habana. El 18 de agosto, una semana después de encontrarse de nuevo en su país, llegó al Palacio de los Tribunales de Justicia para presentar una querella criminal contra Augusto Pinochet por su presunta responsabilidad en la exhumación ilegal y posterior cremación de detenidos desaparecidos.

Antes de retornar a la isla concedió sus últimas entrevistas, en las que le formularon preguntas descarnadas que respondió con serenidad. “Usted es atea. ¿La cercanía con la muerte le ha hecho meditar?”. “He tenido una vida de bastantes riesgos y mi experiencia con la muerte es como la de muchos luchadores que han expuesto sus vidas por los ideales. La muerte ha sido para mí algo cercano, muy cercano. Respeto mucho las creencias sobre otras vidas, pero yo no tengo creencias religiosas”. Incluso le inquirieron acerca de cómo le gustaría ser recordada. “Como una flor que hizo una vida sencilla, que se sintió siempre muy joven. Una mujer de vida alegre, contenta, bulliciosa”.

“No me arrepiento de nada”, señaló en otra oportunidad. “Estoy feliz con la vida que he hecho. He tenido muchas penas, muchas pérdidas, muchos pesares, pero he sido muy feliz en la vida. Absolutamente feliz”. En esta entrevista intervino Marta Friz: “De mirarla, sé cuándo tiene algo metido adentro. Los medicamentos la ponen más sensible. Ella siempre se ha contenido mucho. Hace muchos años le vi correr las lágrimas por sus hijos y ahora, en este período, la he visto más frágil. ‘Hasta cuándo, Marta?’, me pregunta a veces. Y yo le digo: ‘No te preocupes, hemos salidos de tantas cosas que de esta también vamos a salir’”. A Gladys Marín no le faltó el sentido del humor para responder a la pregunta de su había alcanzado la “paz interior”. “Llamémosle paz interior, porque lo que yo tengo es un alboroto permanente”.

 

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