Gladys Marín. “Era una reina de la rebeldía”

“Se ha convertido en un icono, no solo para el Partido Comunista y la izquierda, sino también para el feminismo y quienes, desde los movimientos sociales, las poblaciones, las organizaciones estudiantiles o los sindicatos, trabajan igualmente por construir un país con más igualdad y justicia social. ‘Lucha como Gladys’, proclama una de las consignas nacidas al calor del estallido social de 2019”.

“El Siglo”. Santiago. 4/3/2025. El siguiente es un extracto de la Presentación del libro “Gladys Marín. Una vida revolucionaria”, escrito por el periodista español Mario Amorós (Penguin Random House Grupo Editorial):

“A veinte años de su fallecimiento, Gladys Marín es reconocida como una de las personalidades políticas más destacadas de la historia de Chile. Fue una de las primeras diputadas de la República (1965-1973), la primera secretaria general de las Juventudes Comunistas (1965-1979) y del Partido Comunista (1994-2002) y su primera presidenta, desde noviembre de 2002 hasta su muerte. Además, fue la primera mujer que inscribió su candidatura a la principal magistratura de la nación, en julio de 1999, seis años y medio antes de que Michelle Bachelet llegara a La Moneda.

Y se ha convertido en un icono, no solo para el Partido Comunista y la izquierda, sino también para el feminismo y quienes, desde los movimientos sociales, las poblaciones, las organizaciones estudiantiles o los sindicatos, trabajan igualmente por construir un país con más igualdad y justicia social. ‘Lucha como Gladys’, proclama una de las consignas nacidas al calor del estallido social de 2019, un reconocimiento anticipado ya por aquel masivo funeral del 8 de marzo de 2005, Día de la Mujer Trabajadora, en el que participaron más de medio millón de personas.

‘Era una reina de la rebeldía, era difícil no ver ese rostro tatuado en la memoria del país…’, escribió su amigo Pedro Lemebel. Desde el último año en la Escuela Normal Nº2 de Santiago, en 1956, cuando ingresó en una base de las Juventudes Comunistas (JJCC), su compromiso político revolucionario fue la causa que dio sentido a su existencia. ‘Después de tantos dolores ¿de dónde saca fuerzas?’, le preguntaron en 1998. ‘De mi tremenda fe en la vida y en las ideas que abracé. Eso me da una razón para vivir. Y claro que he tenido momentos dolorosos, pero no he sido la única’.

 

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“Gladys Marín  nació, vivió y luchó en el Siglo de la Revolución, según la definición de Josep Fontana, maestro de generaciones de historiadores. Desde el Octubre revolucionario de 1917 en Rusia hasta el desmoronamiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y del socialismo en el este de Europa, el comunismo fue la utopía que dio sentido a la vida de millones de personas en los cinco continentes. En muchos países, como Chile, los y las comunistas fueron, y son, parte esencial, imprescindible, en el combate por la democracia y el socialismo. Su trayectoria y la de quienes caminaron junto a ella lo atestiguan.

Su vida cambió para siempre con la derrota del 11 de septiembre de 1973, que significó la separación familiar y un amargo destierro, así como una larga década en la clandestinidad a su regreso. No solo su esposo, sino que muchos de sus compañeros ‘del alma’, como escribiera Miguel Hernández, uno de sus poetas predilectos, fueron víctimas de la dictadura. Nunca los olvidó y en su nombre en 1998 inició la batalla judicial que cercó al tirano y lo llevó a morir procesado por crímenes contra la humanidad y que, además, finalmente ha logrado romper el muro de la impunidad.

La suya fue también una vida a contracorriente. Después del golpe de Estado y de permanecer asilada en la Embajada de Países Bajos partió al exilio y durante casi cuatro años recorrió el planeta convocando a la solidaridad con su pueblo y denunciando la barbarie del régimen. Tras la masacre de su partido en 1976 por parte de la DINA y el Comando Conjunto dio la batalla en la Comisión Política para retornar al país y encabezar la dirección interior, en circunstancias dramáticas y sorteando, sin saberlo entonces, la Operación Cóndor.

A principios de los años ochenta, tuvo un papel capital en la elaboración de la Política de Rebelión Popular de Masas, que fue decisiva en las movilizaciones por la democracia y el final de la dictadura. A fines de aquella década, en medio de la tempestad que sacudía a los partidos comunistas de todo el mundo y de una grave crisis interna, defendió la vigencia de esta identidad política y su necesaria proyección al siglo XXI. Sufrió una decepción amarga en la elección presidencial de 1999, pero en aquellos años también sumó a la izquierda las demandas del pueblo mapuche y de la diversidad sexual o la incorporó al pujante movimiento altermundista. La suya fue, sobre todo, una vida revolucionaria.

‘Así vale la pena vivir: entregada plenamente a la vida, arriesgándose, luchando por los trabajadores, por la gente más sencilla”, expresó en la última de las entrevistas que le hice, el 20 de agosto de 2002. “Es un orgullo tener el reconocimiento del pueblo y luchar por una causa que no es individual, sino colectiva y para el futuro’”.

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