Algo sobre la historia de los campamentos
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Esta historia viene bien recordarla ahora, a raíz del delicado conflicto generado por la megatoma de terrenos en San Antonio, donde 4.000 familias se instalaron en un terreno particular, de hecho, con el beneplácito de sus dueños, quienes, una vez ultimada la ocupación, presentaron una demanda de desalojo, acogidos a la nueva Ley Maldita, aprobada hace poco, por el desprestigiado Parlamento chileno, que castiga severamente las usurpaciones de terrenos.
Miguel Lawner. Premio Nacional de Arquitectura. Santiago. 1/3/2025. En la historia de Chile, los campamentos comenzaron llamándose Poblaciones Callampas, porque surgían de la noche a la mañana. La primera toma de terrenos en Santiago puede situarse en el año 1946, dando lugar a la población que hoy se llama Legua La Vieja, caracterizada por el trazado caótico de sus calles, lo cual impidió por muchos años que se pudiera normalizar su urbanización.
La causa detonante del proceso de migraciones del campo a las ciudades, fue la creciente industrialización del país, iniciada a partir de la creación de la CORFO, durante el Gobierno del Presidente Pedro Aguirre Cerda (1938-1941). Los campesinos y sus familias huían de un régimen semifeudal vigente en las zonas agrarias, que los tenía sometidos al hambre y la miseria, con altos índices de mortalidad infantil y analfabetismo.
En Santiago, miles de familias migrantes, se fueron asentando preferentemente, a ambas orillas del Zanjón de la Aguada, un enorme cauce destinado a recoger las aguas servidas del área sur de la capital, adyacente a la calle Franklin, que se extendía desde la calle Vicuña Mackenna, por el oriente, hasta desembocar en el río Mapocho, a la altura de la comuna que hoy lleva el nombre de Padre Hurtado
Este creciente proceso migratorio, motivó al Partido Comunista, colectividad que dio vida a una organización llamada Comando Provincial de Pobladores, con el propósito de canalizar esta legítima demanda habitacional. Un importante grupo de jóvenes estudiantes de arquitectura de la U. de Chile, nos sumamos a esta iniciativa, en calidad de asesores, con la finalidad de organizar las tomas de terreno, a fin que en el futuro pudieran transformarse en un asentamiento normal.
En noviembre de 1956, un enorme incendio consumió unas 200 modestas viviendas situadas en el mencionado Zanjón de la Aguada. Juan Costa, principal dirigente de los comités sin casa del sector, nos llamó por teléfono convocándonos a un mitin destinado a celebrarse en la mañana de un día domingo en la misma zona afectada por el incendio. El espectáculo y el hedor emanando de la catástrofe eran impactantes. Al término de la reunión, Costa nos llamó a un lado y nos comunicó: la toma va el martes a las 3 de la mañana. Contamos con ustedes.
Nosotros, con anterioridad, habíamos logrado que colegas funcionarios de CORVI (Corporación de la Vivienda), nos facilitaran los planos de dos terrenos adquiridos por dicha institución en la zona Sur de Santiago. Se trataba de las chacras La Feria y Lo Valledor. Habíamos iniciado el proyecto de una ciudad modelo en la chacra La Feria. Calculamos una cabida de 1.200 familias en lotes de 10×20 metros. Sería un conjunto habitacional modelo, diseñado con un gran parque central y complementado con equipamientos sociales, comerciales, educacionales y de esparcimiento.
Participamos en la toma y tras lograr vencer la represión de carabineros, nos instalamos bajo una carpa para concluir el plano general, mientras otros compañeros comenzaban a trazar las calles en terreno, provistos de un taquímetro que habíamos traído desde nuestra Escuela de Arquitectura.
Pero ocurrió que, en la noche del mismo día de la toma, ya habían ingresado 2.000 familias y tres días después fue necesario impedir nuevos ingresos porque ya sumaban 3.200 las familias instaladas en la toma.
En definitiva, debimos achicar los sitios, primero a 9x18m. y finalmente a 8x16m, que es su tamaño definitivo. Además, fue necesario sacrificar el Parque Central, quedando los equipamientos mínimos: una escuela pública, un policlínico y una Iglesia.
Igual, La Victoria marcó un cambio cualitativo en las tomas de terreno: Demostró que, con la organización y unidad de los pobladores, además de una debida asesoría técnica, las tomas de terreno podían evolucionar hasta transformarse en un asentamiento normal.
A la toma de La Victoria, continuó la que dio lugar a la población Santa Adriana y más tarde a la Santa Olga. Se multiplicaron tomas de terreno en la zona sur y poniente de Santiago, culminando con la que dio vida a la población Herminda de la Victoria en el sector poniente de Santiago, que tuvo lugar ya en las proximidades de la elección presidencial de 1970, que otorgó la victoria a Salvador Allende.
En general, la unidad y voluntad de lucha de las familias integrantes de las tomas de terreno, fueron factores fundamentales para alcanzar el objetivo de transformar la toma en un asentamiento normal.
Pero hubo una institución que fue decisiva en esta conquista. Se trata de la COU (Corporación de Obras Urbanas), creada el año 1953, junto con la CORVI (Corporación de la Vivienda).
La COU fue la institución pública encargada de las obras de alcantarillado y pavimentación. Establecida a lo largo de todo Chile, disponía de un completo set de maquinarias distribuidas a lo largo de todo el país. Durante el gobierno de Allende, llegó a incluir unos 20.000 trabajadores.
Con la existencia de la COU, las obras de urbanización de los campamentos se llevaban a cabo sin mayor problema. Las empresas constructoras privadas rehusan intervenir en zonas habitadas o si llegan a hacerlo, cobran valores exorbitantes, cubriéndose de posibles robos de material o inconvenientes similares. La COU, en cambio, sacaba partido de esta situación, invitando a los pobladores de las zonas donde estaban interviniendo, a integrarse a los trabajos. Así es como gran parte de las excavaciones, eran efectuadas por los propios pobladores, así como la elaboración y colocación de los hormigones.
Toda esta contribución de obra de mano, era debidamente registrada, reduciendo la deuda contraída por cada familia, por concepto de urbanización. Demás está decir el entusiasmo que ponían en labores destinadas a su propio beneficio.
Era frecuente celebrar el término de una determinada etapa, con fiestas alegres promovidas por los propios pobladores, compartiendo alegremente con los trabajadores y funcionarios de la COU.
Este cuadro resulta hoy casi la fantasía de un mundo irreal, pero quienes lo conocimos y disfrutamos, sabemos muy bien cuan real y efectivo resultó, en particular para transformar un campamento en un asentamiento absolutamente normal. Nadie puede reconocer hoy día en una población de San Miguel, Santa Rosa o Pudahuel, si tuvo su origen en una toma o en un desarrollo particular.
Esta historia viene bien recordarla ahora, a raíz del delicado conflicto generado por la megatoma de terrenos en San Antonio, donde 4.000 familias se instalaron en un terreno particular, de hecho, con el beneplácito de sus dueños, quienes, una vez ultimada la ocupación, presentaron una demanda de desalojo, acogidos a la nueva Ley Maldita, aprobada hace poco, por el desprestigiado Parlamento chileno, que castiga severamente las usurpaciones de terrenos.
Nosotros continuaremos apoyando, sin reservas, las luchas de los pobladores por conquistar el derecho a vivir bajo un techo digno. No es posible que en Chile, el derecho de propiedad tenga más valor que el derecho a una vida digna.
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