Reforma de pensiones: un avance con proyección

La aprobación de la reforma previsional representa un punto de inflexión en medio de variados intentos frustrados. Es cierto que no logramos, por ahora, el objetivo de construir un sistema público de pensiones, terminando con las AFP. Pero la ley aprobada avanza en aspectos clave que tienen proyección.

Luis Cuello. Diputado del Partido Comunista. Presidente de la Comisión de Trabajo. Valparaíso. 31/1/2025. Con la aprobación de la reforma al sistema de pensiones recién, después de cuarenta y cuatro años, podemos comenzar a hablar de seguridad social. El negocio ilegítimo de las AFP se mantuvo sin variación alguna hasta ahora. Varias generaciones de chilenos, después de trabajar toda una vida, recibieron el castigo de la pobreza, de la miseria, por parte de una industria que se alimenta de la desgracia de otros.

La aprobación de la reforma previsional representa un punto de inflexión en medio de variados intentos frustrados. Es cierto que no logramos, por ahora, el objetivo de construir un sistema público de pensiones, terminando con las AFP. Pero la ley aprobada avanza en aspectos clave que tienen proyección.

Desde luego, la reforma da respuesta a una urgencia social: sube las pensiones, las actuales y las futuras. Suben mediante el nuevo Seguro Social y por el aporte del Estado a la Pensión Garantizada Universal. De aquí hasta 2027, según la gradualidad establecida en la ley, tres millones de personas recibirán el aumento de la PGU a 250.000 pesos. Ello incluye a los beneficiarios de pensiones de reparación, víctimas y perseguidos por la dictadura civil-militar, que accederán al monto total de la PGU, terminando con una exclusión injusta. Al 2026, un millón de jubilados recibirán el beneficio por años cotizados y a 757.000 mujeres se les pagará la compensación por brechas de género. Esto demuestra que sólo la solidaridad y los aportes del Estado incrementan las pensiones, algo que nunca ha logrado la capitalización individual. Los números citados evidencian que aprobamos una Reforma que beneficia a los pobres,  a cientos de miles de personas.

Luego, los cambios que se lograron introducir en la industria, permiten un debilitamiento progresivo de las AFP. La carta dirigida al Presidente Boric por las compañías estadounidenses dueñas de las AFP Provida, Habitat y Cuprum, es reveladora. En tono amenazante, cuestionan la licitación del stock de afiliados y el ingreso del IPS como administrador, pues la combinación de ambos elementos quiebra la línea de defensa de la concentración de la industria, al facilitar la baja de las comisiones y el ingreso de competencia. Los mismos lamentos se escuchan de la Asociación de AFP, que critica la participación del Estado en el sistema y refuerza la identificación del IPS como un riesgo. A ello agrega -era que no- una dura crítica a la incorporación “de reparto para financiar beneficios definidos”.

Entonces, la reforma aprobada da una respuesta material a los jubilados y a los trabajadores, elevando el monto de las pensiones; introduce solidaridad, incorpora al Estado al sistema y obliga al empleador a aportar a la previsión.

Alguien podría cuestionar que, al mismo tiempo, no se terminó con las AFP y que se aumenta el ahorro individual. La lucha política, no obstante, se desarrolla en un escenario concreto. La actual correlación de fuerzas en el Congreso no favorece las ideas progresistas ni los cambios. Sin embargo, aún en ese escenario adverso fue posible alcanzar objetivos muy importantes que, lejos de clausurar un debate, abren nuevas posibilidades. El más importante de todos es dar respuesta a quienes padecen en su vida diaria la falta de alimento, de medicina, de lo más básico. Sin duda, nadie se atrevería a pedirle a los jubilados nuevos sacrificios, algo más de paciencia, hasta que caigan del cielo condiciones políticas ideales.

Ningún proceso histórico es lineal ni está libre de contradicciones. Siempre será mejor construir a partir del mejoramiento de las condiciones materiales de existencia del pueblo, de conquistas para la clase trabajadora, aun cuando éstas sean parciales.

Que la derecha aceptara introducir solidaridad y sumar al Estado al sistema, es un reconocimiento implícito del fracaso de la privatización de las pensiones.

Nuestro objetivo de desterrar para siempre el flagelo de las AFP y dotar a Chile de un sistema público de pensiones, de auténtica seguridad social, sigue vigente. La aprobación de la reforma de pensiones le quita el cerrojo a una puerta que debe ser abierta por la construcción de mayorías parlamentarias y la movilización social.

 

 

La entrada Reforma de pensiones: un avance con proyección se publicó primero en El Siglo.