[Documento] Resoluciones del XXVII Congreso Nacional Partido Comunista de Chile
INFORME DE RESOLUCIONES
XXVII CONGRESO NACIONAL
PARTIDO COMUNISTA DE CHILE
“Es preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños. De examinar con atención la vida real, de confrontar nuestra observación con nuestros sueños, y de realizar escrupulosamente nuestra fantasía.”
Lenin en junio de 1919
Tenemos una alta valoración de la presencia en nuestro acto inaugural del XXVII Congreso Nacional, del saludo enviado por el presidente Gabriel Boric, la presencia de ministras y ministros del gobierno, la presencia de todos los partidos políticos de la coalición de gobierno, la presencia del presidente de la CUT, la presencia de delegaciones de partidos hermanos de Argentina, Brasil, Uruguay, Perú, Brasil, México, China, Vietnam y Cuba
Destacamos el merecido y emocionante homenaje que recibieron cuatro grandes compañeros que fallecieron, el compañero Guillermo Teillier presidente del partido, el compañero José Figueroa presidente del Tribunal Supremo, el compañero Eduardo Contreras abogado en la querella contra el dictador Pinochet y Juan Carlos Concha el ministro del medio litro de leche de Salvador Allende.
Las veinte comisiones en las que funcionó el XXVII Congreso Nacional del Partido Comunista de Chile dan por aprobado en general el informe sometido a discusión. Por lo que las resoluciones que se presentan se entienden como un complemento al informe central y fueron construidas en base a las síntesis de las 20 Comisiones señaladas y a las precisiones realizadas en la Plenaria correspondiente. De ese modo, las resoluciones son las siguientes:
- ANTIIMPERIALISMO Y LUCHA POR LA PAZ
En materia internacional, reafirmamos que somos un partido antimperialista, internacionalista y solidario con los pueblos que luchan por su autodeterminación. Abogamos por la paz y la resolución política de los conflictos en esa misma línea, respetando y promoviendo siempre los Derechos Humanos en cualquier latitud del mundo. El internacionalismo proletario, como principio, es una de las columnas ideológicas del partido que debe fortalecerse para seguir siendo alternativa de cambio.
Nuestros principios y vocación antiimperialista e internacionalista, deben contribuir decididamente a enfrentar las embestidas realizadas en contra de países que impulsan proyectos transformadores, como es el caso de Cuba, o que sufren el asedio e intento de exterminio hace más de 70 años, como es el caso de Palestina. Particularmente sobre Palestina, se declara fundamental defender en todos los espacios la ruptura de relaciones diplomáticas entre Chile e Israel. Manifestamos igualmente nuestra solidaridad con el pueblo Saharaui en su lucha por la autodeterminación frente a Marruecos.
La situación de Cuba, sometida a un bloqueo de más de 60 años, incluida en la lista de países que promueven el terrorismo, ha causado un daño a su economía y a la calidad de vida, empujando a la isla a vivir carencias extremas. La situación es crítica y nos debe impulsar a tomar acciones más audaces. Debemos buscar cómo fortalecer la solidaridad con Cuba, generando más ayuda en este momento tan difícil.
Se reafirma la importancia de fortalecer las relaciones con China, pero con énfasis en impulsar la cooperación regional. La entrada de Chile al BRICS+ debe considerar una perspectiva soberanista y latinoamericanista, a fin de mantener la autonomía de nuestro país frente a las grandes potencias. El bloque BRICS+ permite el desarrollo de un mundo multipolar, de relaciones más justas y de cooperación que hoy están constreñidas por la influencia norteamericana y europea. Esto debe expresarse en la promoción de la integración regional y en el fortalecimiento de los vínculos con países de América Latina. Dicha política será decisiva para enfrentar al neoliberalismo en el continente, que hoy está causando estragos en países como Argentina. Desde estos espacios de construcción contrahegemónica, es fundamental establecer alianzas para impulsar políticas en materias relevantes para la soberanía de los pueblos como lo referente a políticas medioambientales, la crisis hídrica y alimentaria.
Respecto a Venezuela se manifiestan críticas al proceso que se vive actualmente en el país hermano, distinguiendo valoraciones entre la defensa del proceso bolivariano y el liderazgo de Nicolás Maduro. Junto con ello, se identifican vacíos para hacer una evaluación acabada de los hechos, razón por la que se requiere profundizar a la brevedad el debate con insumos que puedan emanar de la Comisión Nacional de RR. II. Se ratifica la defensa por la soberanía del pueblo venezolano, es decir, el derecho del propio pueblo venezolano a definir su destino, asegurando condiciones para ejercer ello y el rechazo de cualquier tipo de injerencia sobre los asuntos internos de dicho país.
Se propone establecer reuniones bilaterales con partidos hermanos de países vecinos para compartir experiencias frente a problemas comunes. Este mecanismo debe generar iniciativas concretas para abordar dichos asuntos. En un contexto de crisis migratoria, expresamos nuestra preocupación ante el surgimiento y la normalización de discursos xenófobos y racistas, los cuales ponen en peligro la democracia. Debemos desarrollar una política migratoria, respetando el derecho a la libre circulación de todo ser humano.
Se propone: (i) realizar campañas de comunicación que promuevan la profundización de la democracia y el antiimperialismo, (ii) organizar eventos y actividades que muestren apoyo a los procesos revolucionarios en América Latina, en articulación con movimientos internacionalistas aliados, (iii) impulsar comités de trabajo conjunto con otros movimientos de izquierda en América Latina.
Se saluda la participación de delegaciones internacionales en nuestro XXVII Congreso Nacional.
- La contradicción Neoliberalismo y Democracia
El Congreso reafirma que la contradicción principal de este período es entre el neoliberalismo y la democracia. El modelo neoliberal ha erosionado los valores democráticos, transformando a la democracia en un instrumento formal y burocrático que no responde a las demandas populares. Esta crisis se agrava con el avance del neo-fascismo, que amenaza los espacios de organización social y los procesos electorales. El Partido asume como misión contrarrestar estas tendencias mediante una práctica democrática sustantiva y transformadora.
La democracia representativa heredada de la dictadura ha fracasado en cumplir los anhelos populares, generando apatía y desconfianza en la ciudadanía. Esto ha llevado a una crisis de legitimidad que incluso abre espacio para miradas autoritarias como solución a problemas urgentes, como la delincuencia y la inmigración. El Partido debe superar esta crisis ofreciendo alternativas antineoliberales que recuperen la confianza en la política como herramienta de cambio.
El Congreso subraya la necesidad de redefinir la democracia como un instrumento de liberación del pueblo. Frente a la tecnocracia y elitismo de la democracia neoliberal, se propone una democracia que sea participativa, inclusiva, vinculante y enraizada en las comunidades. Este modelo debe ser capaz de avanzar hacia la justicia social, promoviendo una organización basada en la solidaridad y la cooperación para avanzar hacia el socialismo.
Esta contradicción se ha expresado en un Estado neoliberal diseñado para transitar de lo público a lo privado, pero no de lo privado a lo público. La tarea en los inmediato es superar el Estado subsidiario y reemplazarlo por un Estado Social y Democrático de Derecho.
Esto incluye garantizar la participación efectiva de las masas en las decisiones políticas y fortalecer los derechos sociales, especialmente frente al desmantelamiento de servicios públicos impulsado por la derecha. Este proceso es clave para superar las brechas sociales y avanzar hacia una sociedad más equitativa.
Enfrentar la contradicción neoliberalismo/democracia exige una estrategia política clara que priorice alianzas con fuerzas comprometidas con transformaciones democráticas, sin diluir el proyecto político del Partido. La formación política debe ser una prioridad, con un enfoque en conectar los principios del Partido con las demandas populares y en transformar la mentalidad individualista hacia una visión colectiva. La democracia, entendida como un camino hacia el socialismo y el socialismo como la más alta expresión de la democracia, debe consolidarse como herramienta para enfrentar al neoliberalismo, entendido como la fase actual de capitalismo, y responder de manera efectiva a las demandas del pueblo.
II.1. La política de revolución democrática
La democracia debe ser entendida como un proceso continuo que trascienda los mecanismos electorales tradicionales, avanzando hacia una revolución democrática. Esto implica construir un sistema inclusivo y participativo donde la ciudadanía tenga un rol activo en la toma de decisiones y en la creación de un modelo social que responda a sus demandas, superando las limitaciones del enfoque meramente representativo.
La democratización debe abarcar todos los ámbitos de la sociedad, promoviendo la participación desde los organismos de masas y fortaleciendo los espacios democráticos en territorios y comunidades. Este enfoque busca garantizar que la democracia no se limite a actos electorales, sino que se exprese de manera constante en la vida cotidiana, conectando a las organizaciones populares con los procesos de toma de decisiones.
Para enfrentar el avance de la derecha, es crucial organizar las demandas sociales, fortalecer los movimientos de masas y promover la más amplia unidad de los sectores democráticos. La articulación de estas fuerzas permitirá construir una alternativa política sólida que confronte las propuestas regresivas de la derecha y fomente un modelo más justo y equitativo.
Un paso esencial para profundizar la democracia en Chile es derogar la prohibición que impide a los dirigentes sindicales postular a cargos de representación popular. Esto fortalecería el derecho de participación de los trabajadores, conectando sus intereses con la construcción de políticas públicas y ampliando su incidencia en las decisiones políticas.
El fortalecimiento de la organización sindical, incluyendo la creación de “sindicatos territoriales”, es central para la democratización y para la vinculación con los pobladores y sus movimientos. Esta estrategia busca reconectar a los sindicatos con las bases sociales, fortaleciendo su capacidad de lucha por derechos laborales y sociales, y consolidando un modelo participativo que permita avanzar hacia una alternativa al neoliberalismo y un futuro más justo.
II.2. Sujeto de los cambios
El sujeto principal del cambio sigue siendo las trabajadoras y los trabajadores, quienes enfrentan la contradicción capital-trabajo. Sin embargo, las nuevas dinámicas laborales, como la precarización, subcontratación, el trabajo en plataformas, la autoexplotación y el trabajo a distancia, exigen una caracterización profunda y actualizada. Este análisis debe incluir fenómenos como el trabajo de cuidados, históricamente invisibilizado, y considerar sectores estratégicos como minería, pesca y transporte, junto con agentes dinamizadores como los movimientos feministas, de pobladores, medioambientales y estudiantiles.
El sindicalismo debe ser una herramienta central para promover la democracia y la justicia social. Esto incluye impulsar la negociación colectiva ramal, combatir la fragmentación sindical y fortalecer organizaciones como la CUT. Es necesario destinar cuadros específicos y recursos para consolidar el trabajo sindical, evitando su dispersión. Fortalecer el sindicalismo no es necesariamente crear más sindicatos, sino consolidar organizaciones más grandes y fuertes que aumenten el poder sindical. La organización sindical también debe adaptarse al neoliberalismo digital, ampliando su alcance a sectores emergentes, como las plataformas digitales, y renovando su capacidad de lucha.
El feminismo interseccional debe articular las luchas de género con las demandas de clase, etnia y nacionalidad. Es crucial incorporar a mujeres trabajadoras precarizadas, como campesinas, pescadoras y cuidadoras, en un movimiento feminista transformador. Como partido feminista de clase, debemos llevar estas luchas a las masas, construyendo mayores niveles de unidad política y social con organizaciones feministas y potenciando su impacto en el contexto político actual.
Asimismo, nuestra política debe darle la relevancia que se merece a la organización de la lucha de las personas mayores, sometidas a la precarización laboral, a trabajo a honorarios e informalidad como medidas de sobrevivencia ante la ausencia de un sistema de seguridad social que asegure una vejez digna.
La crisis climática, impulsada por el neoliberalismo, exige un enfoque basado en la justicia climática y el ecosocialismo. Estos conceptos promueven una relación sostenible entre el ser humano y su entorno, conjugando praxis revolucionaria con una gestión responsable de los ecosistemas. Abordar el cambio climático desde la justicia territorial es fundamental para garantizar el buen vivir y enfrentar la incompatibilidad entre sostenibilidad y capitalismo.
El Partido debe penetrar en todos los espacios de sociabilidad habitual, utilizando su estructura celular para articular un trabajo efectivo en los frentes de masas, pero no para suplantar la organización social, sino para incorporarnos a ella y fortalecer las organizaciones sociales.
Además, la lucha por los derechos humanos debe ser central en nuestras acciones, garantizando la paz y condenando los crímenes de lesa humanidad e impulsando el Plan Nacional de Búsqueda de Verdad y Justicia, interpelando a las otras fuerzas políticas para que colaboren en esta tarea, particularmente a la derecha para que se rompa el pacto de silencio. Este enfoque permitirá movilizar a la población hacia un modelo social que responda a sus necesidades y supere las contradicciones del modelo neoliberal.
II.3. Hacia una Nueva Etapa de Lucha
El Partido debe posicionarse como el impulsor de una perspectiva de cambios profundos con un carácter socialista, presentando un modelo de desarrollo claro que aborde los problemas materiales, medioambientales, económicos y sociales. Esto implica no solo proponer soluciones, sino también involucrar activamente al pueblo en la lucha colectiva por transformar la sociedad y superar la desigualdad, mediante un proyecto socialista.
La movilización social es la principal herramienta para generar cambios estructurales, y para ello el Partido debe volcarse completamente hacia los organismos de masas. Esto requiere una estrategia y táctica claras que fortalezcan las organizaciones sociales, transformándolas en espacios de acción colectiva y movilización transformadora.
El plan de lucha del Partido debe ser político-estratégico, con prioridades claras y basadas en la identificación del sujeto clave del cambio: trabajadoras, trabajadores y sectores populares. Además de ganar el próximo gobierno, el Partido debe desarrollar un programa estratégico de izquierda que trascienda las elecciones, marcando la dirección política a largo plazo y respondiendo a las demandas del pueblo.
La debilidad en el trabajo de masas ha llevado a perder espacios fundamentales con sectores sociales clave y ha reducido el poder del Partido en la política de alianzas. Es imprescindible implementar un plan de lucha en todos los niveles, con objetivos definidos y mecanismos de seguimiento que fortalezcan la conexión con el pueblo y permitan recuperar espacios frente a nuestros adversarios.
En el centenario de la muerte de Luis Emilio Recabarren, su legado debe guiar al Partido en la construcción de un modelo político que promueva justicia, igualdad y socialismo. Este sentido histórico exige una estrategia integral que articule las luchas sociales, el fortalecimiento de las masas y la construcción de alianzas sólidas, consolidando al Partido como el actor principal de los cambios profundos que Chile necesita.
III. El Cuadro Nacional y Los Desafíos de la Política
Es necesario dar un salto paradigmático desde la mera administración del modelo neoliberal hacia un enfoque transformador del poder y las instituciones. El descanso en la institucionalidad y el estancamiento de la orgánica interna han debilitado el trabajo de masas, un eje fundamental para lograr las transformaciones sociales. Superar esta inercia pasa por revitalizar nuestras relaciones con la base social y priorizar el trabajo sindical, cultural, medioambiental y organizativo desde una perspectiva de clase.
El neoliberalismo en Chile, impuesto tras el golpe de Estado y continuado en la «transición», ha consolidado un modelo rentista y concentrador de riqueza, sustentado en la explotación de recursos naturales y bajos salarios. Además, ha manipulado el sistema normativo, promovido ideas anticomunistas y populistas, y desmovilizado a la sociedad. El Partido debe evidenciar esta crisis y proponer reformas que impidan la naturalización del abuso y el poder concentrado.
La corrupción debe ser colocada en el centro del debate político y condenada contundentemente, tanto a nivel político como social. Nuestro proyecto de programa de gobierno debe incorporar medidas para garantizar la transparencia, la participación popular en el control de las funciones públicas y el manejo de recursos. Asimismo, se debe terminar con el tráfico de influencias en las decisiones públicas y de gobierno.
Reafirmamos nuestro proyecto político, económico, social y cultural con el objetivo final de construir el socialismo en Chile. Esto exige avanzar en un programa de largo aliento que permita transformaciones estructurales, superando las limitaciones del modelo neoliberal y abordando los problemas materiales, sociales y medioambientales del país.
El fortalecimiento del trabajo de masas debe ser una prioridad estratégica. Esto implica un enfoque sindical más activo, la inserción en organizaciones sociales y medioambientales, y una mayor presencia en los ámbitos culturales. Este esfuerzo debe orientarse a articular a las bases sociales en torno a un proyecto político transformador que coloque al pueblo como protagonista de las decisiones y garantice una participación activa en el proceso de cambio.
III.1. La desigualdad al centro
El neoliberalismo, como fase actual del capitalismo, más que comprenderse en su abstracción se padece y se refleja en la enorme desigualdad. Es ahí donde debe emerger la clase trabajadora que permita ganar terreno al neoliberalismo aumentando la participación democrática del pueblo. El partido debe reforzar fuertemente la orientación de las masas mediante una inserción más profunda en todos los niveles.
- Movilizaciones Sociales y la Revuelta Popular
Desde la revuelta social de octubre de 2019, el país ha experimentado una ofensiva de la derecha que se refleja en retrocesos significativos para la izquierda y el progresismo. Esto se ha manifestado en el plebiscito del proyecto constitucional de 2022, la elección de los Consejeros Constitucionales y las municipales de 2024. Estos resultados evidencian la necesidad de evaluar el período completo, reconociendo tanto las limitaciones internas como la influencia de los poderes fácticos.
La revuelta social marcó un momento de quiebre al poner en jaque al modelo político y económico imperante. Las movilizaciones expresaron el descontento y la frustración acumulados por décadas de desigualdad, abuso y exclusión. Estas demandas de dignidad y justicia social siguen vigentes, abriendo espacios para la disputa ideológica y el impulso de transformaciones.
El Partido no estuvo a la altura de los requerimientos de conducción durante la revuelta social. Faltó capacidad de anticipación y una lectura adecuada del contexto que permitiera liderar el proceso. En su lugar, se optó por una salida institucional que favoreció la preservación del status quo, limitando el desarrollo de políticas públicas que respondieran a las demandas populares.
La desconexión del Partido con las masas y la debilidad de su organización social han sido elementos estructurales que limitaron su capacidad de acción. Un partido pequeño, con bajo poder de organización y escasa inserción en los sectores populares, no logró canalizar el potencial transformador de la revuelta hacia cambios profundos.
A pesar de los años transcurridos, no se cuenta con un análisis profundo del sujeto social que se movilizó en la revuelta. La fragmentación y los intereses individuales que caracterizaron estas movilizaciones reflejan la diversidad de las masas, lo que demanda un estudio minucioso para comprender las dinámicas y construir estrategias organizativas efectivas.
Valoramos positivamente las movilizaciones de 2019 por su capacidad para generar conciencia sobre las condiciones de abuso, desigualdad e inequidad. Aunque el Partido no inició este proceso, fue parte de la discusión por el cambio constitucional, lo que representa un avance en la lucha por la transformación democrática.
La experiencia de la revuelta social y los retrocesos electorales recientes demandan una estrategia renovada. Es necesario profundizar en el carácter de las movilizaciones de 2019, reconocer las lecciones aprendidas y construir un proyecto político que lidere las demandas populares y avance hacia transformaciones estructurales que respondan a las aspiraciones de justicia e igualdad del pueblo.
IV.1 Proceso Constitucional
El fracaso del primer plebiscito constitucional se debió a múltiples causas, entre ellas, la amplitud excesiva de la propuesta, que abordó demasiados temas y diluyó el propósito común entre movimientos sociales y políticos. Además, no se priorizaron las demandas más urgentes de la ciudadanía, lo que limitó su conexión electoral y transformó el proceso en un «pliego de peticiones» que perdió la centralidad del cambio constitucional.
La falta de una narrativa que destacara la importancia del cambio constitucional también fue determinante. No se logró subrayar cómo la constitución heredada de la dictadura obstaculiza el avance hacia mayores derechos. En zonas como Puente Alto, donde el trabajo territorial fue más efectivo, se demostró que un enfoque masivo y organizado podría haber marcado la diferencia.
El carácter delegativo y elitista del proceso constitucional alejó al pueblo movilizado que protagonizó la revuelta social. Las posiciones maximalistas y la inmadurez política de algunos actores fragmentaron las propuestas y facilitaron la rearticulación de la derecha, que desplegó una estrategia comunicacional efectiva para debilitar las fuerzas del cambio.
Un error táctico importante fue la inclusión de temas secundarios en el texto constitucional, relegando los puntos centrales que motivaron la revuelta social de 2019. Esto generó una desconexión con las preocupaciones reales de la ciudadanía y debilitó el apoyo electoral al proyecto. Además, la falta de una lectura adecuada de la correlación de fuerzas en el país y las políticas fiscales restrictivas del gobierno limitaron su capacidad para generar respaldo.
A pesar de los errores y derrotas, el cambio constitucional sigue siendo una demanda vigente. Es necesario reflexionar críticamente sobre los procesos anteriores y construir estrategias que prioricen las demandas populares, fomenten la unidad política y movilicen al pueblo en torno a un proyecto transformador que recupere el impulso por una nueva constitución.
IV.2. Segundo Proceso y Rechazo
El segundo proceso constitucional fue un error estratégico en un contexto de arremetida conservadora que debilitó al polo progresista. Este proceso, diseñado y regulado por las élites parlamentarias, terminó siendo cooptado por las fuerzas de derecha, que obtuvieron la mayoría en el Consejo Constitucional. El resultado final, marcado por el triunfo de la opción en contra, dejó al progresismo sin la posibilidad de reinstalar el debate constitucional en el corto plazo, evidenciando la falta de una lectura adecuada de la correlación de fuerzas y de las condiciones políticas adversas.
Sin embargo, ratificamos la importancia del cambio constitucional para Chile, un país que necesita un nuevo acuerdo político que ponga fin a la subordinación del poder político al poder económico y a su expresión institucional, el Estado subsidiario. El desafío sigue siendo construir una estrategia que priorice las demandas populares más urgentes y movilice al pueblo en torno a un proyecto que reemplace la constitución heredada de la dictadura, consolidando mayores derechos y fortaleciendo la democracia en un contexto de profundas desigualdades.
IV.3. Escenario Post Revueltas y Aprendizajes
La movilización social históricamente se intensifica durante los gobiernos de derecha, como ocurrió en 2011 y 2019, con un incremento del interés en nuestro Partido. Sin embargo, nuestra mayor incidencia en las organizaciones sociales ocurre fuera del Gobierno, una desconexión que se ha agravado tras el reflujo producido por la derrota del plebiscito del Apruebo. Este contexto requiere priorizar un trabajo profundo en organizaciones sindicales, movimientos sociales y territoriales para fortalecer un sustento político y social movilizador.
El Partido debe realizar una autocrítica por la falta de seguimiento a las víctimas del estallido social y la insuficiente reivindicación de sus demandas. Estas omisiones debilitan nuestra capacidad de transformar el descontento en acción política organizada. Además, la derecha ha capitalizado su control mediático y político, descalificando el proceso constitucional y levantando demandas populistas, lo que refuerza la necesidad de disputar estos espacios ideológicos con propuestas claras y soluciones concretas a los problemas de la población.
Transformar el descontento social en acción organizada requiere representantes conectados con sus territorios y un lenguaje claro y directo que evite el tecnicismo. Es necesario fortalecer nuestra política sindical adaptándola a las dinámicas laborales actuales, marcadas por el individualismo, y construir un proyecto político que vincule demandas sociales como pensiones, alto costo de vida y redistribución de la riqueza con una narrativa que conecte con las aspiraciones del pueblo.
Aunque los procesos constitucionales fracasados evidenciaron la incapacidad del sistema político para responder a las demandas del pueblo, el objetivo de una nueva constitución sigue vigente. Debemos considerar estrategias progresivas, como reformas constitucionales e institucionales, sin perder de vista las demandas que originaron el estallido social, que permanecen latentes y podrían desencadenar un nuevo proceso constituyente.
Para enfrentar los desafíos actuales, el Partido debe crecer numéricamente, fortalecer su funcionamiento orgánico y refinar su comprensión política. La desconexión con las masas debe ser superada mediante una inserción profunda en todos los niveles, fortaleciendo organizaciones sociales y sindicales, y anticipándose a liderar futuros procesos de movilización. Solo así podremos responder a las demandas masivas expresadas durante la revuelta popular y construir un proyecto político transformador frente al modelo neoliberal.
- Tarea Estratégica del Partido
La tarea es la construcción y consolidación de una mayoría político-social que tenga como pilar a los trabajadores y trabajadoras. Dicha construcción sólo será posible con el reimpulso del trabajo de masas, territorial y en estrecho contacto con las organizaciones sociales. El trabajo de masas es la base para la construcción de la unidad del pueblo.
Para cumplir con la tarea se requiere la elaboración de un plan de lucha que articule la movilización de amplios sectores para promover la concreción de políticas que se hagan cargo de las urgencias sociales. El plan debe definir con claridad objetivos y tácticas, para de él derivar planes de lucha regionales y comunales, coherentes con la estrategia general.
Hay que disputar todos los espacios de poder, desde la Junta de Vecinos hasta el parlamento. Las luchas desde abajo y las luchas en el marco institucional se deben potenciar mutuamente de modo dialéctico.
También hay un poder por construir, recomponiendo el tejido social y los espacios comunitarios. Para hacerlo, hay que aterrizar los debates profundos en el pueblo. El desafío es construir un relato que dispute el sentido común del modelo y que ofrezca una visión esperanzadora del futuro con justicia material, igualdad de género, sostenibilidad.
Nuestra presencia en espacios institucionales debe mostrar que el Estado se puede poner al servicio de las grandes mayorías, mejorando la realidad material del pueblo y mostrando que los comunistas somos capaces de gobernar y que cuando lo hacemos es para transformar. Debe haber mayor vinculación entre el partido que trabaja en roles de Gobierno y quienes trabajan en roles sociales, sindicales y territoriales.
Más aún si consideramos la emergencia de un “nuevo elector” desinteresado en la política y eventualmente seducible por el discurso conservador, simplista y autoritario de la derecha. Debemos ser capaces de disputar las conciencias de esa parte del pueblo, para ello tenemos que llegar donde ellos están e innovar en nuestras formas de comunicación.
Nuestro Gobierno
El Partido Comunista ha sido leal al gobierno de Gabriel Boric y su participación en él ha sido determinante para avanzar en su programa de transformaciones. Varios de nuestros cuadros han sido los encargados/as de implementar algunas de las medidas más emblemáticas del gobierno: las 40 horas, el sistema nacional de cuidados, el aumento del sueldo mínimo, plan de vivienda, la condonación de la deuda del CAE, el pago de la deuda histórica y el copago cero en salud.
Nuestro rol, en el ejecutivo, implica seguir empujando avances concretos en beneficio del pueblo, teniendo como norte el cumplimiento del programa, pero mejorando nuestra capacidad para comunicar los avances y para denunciar a la derecha en su papel obstruccionista y de defensa de los intereses de los grandes empresarios.
Nuestro Congreso valora la participación de los militantes de nuestro partido en el gobierno y en la histórica dirección de poderes del Estado, pero se reconoce la necesidad de una mayor colectivización de las discusiones con las bases del partido.
Nuestra lealtad con el gobierno no se contradice con el señalamiento de las deudas en la gestión (como la desconcentración del Estado), la afirmación de nuestras aspiraciones históricas y de una voz propia como partido, no para buscar la diferenciación, sino para contribuir a impulsar con más fuerza las transformaciones y porque la participación en el gobierno implica una constante disputa ideológica y política. Pero, al mismo tiempo, estando conscientes de las adversas condiciones en la que se instala el gobierno: post-pandemia, con minoría en el Congreso y sin capacidad para que la coalición de origen pudiera gobernar por sí misma, con una derrota constitucional que condicionó parte del programa de gobierno y con crisis migratoria y de seguridad heredadas del gobierno de derecha. En ese cuadro, la movilización y organización del descontento es determinante. El bloqueo legislativo que impone la derecha solo se puede superar con la alianza y movilización del pueblo de Chile.
Debemos reconocer autocríticamente nuestra responsabilidad por no haber tensionado a las fuerzas populares en favor del avance del programa que nace también con nuestras propuestas y que sólo ha ido desarrollándose a nivel parlamentario y de gobierno, sin que la movilización juegue un rol determinante.
El último año de gobierno
El periodo final del gobierno nos depara con las reformas estratégicas del último año alojadas en carteras de conducción comunista (reforma previsional, negociación multinivel, fin del CAE, FES y plan de búsqueda) y como tales deberían ser nuestra prioridad. Este año debería estar marcado por una mayor audacia política para lograr avanzar con éxito en esas transformaciones y así incrementar las posibilidades de conquistar un nuevo gobierno transformador, pues un triunfo de la derecha sería extremadamente perjudicial para el pueblo.
Hay muchas urgencias en las necesidades del pueblo y debemos ser capaces de avanzar en resolverlas, erradicando las trabas burocráticas, el centralismo y siendo intolerantes ante la más mínima forma de corrupción.
Para eso, complementamos el informe con los siguientes énfasis:
Es necesario dar centralidad y urgencia a la presentación del proyecto de ley de la negociación ramal, que abre puertas al fortalecimiento del sujeto principal.
Respecto a pensiones, el Partido debe hacer todos los esfuerzos para que se apruebe una una reforma que logre el objetivo de mejorar las pensiones actuales y terminar con los abusos de las AFPs, para generar las condiciones para terminar con ese sistema.
La salud está dentro de las principales preocupaciones del pueblo. La derecha ha impedido avanzar con decisión en esta materia, pero la reducción de los tiempos en las listas de espera debería ser prioritario en los esfuerzos del gobierno. Nuestros esfuerzos de masas deberían poner de relieve la salud primaria, acorde con un paradigma de salud pública orientado a la prevención, aumentando el per cápita y, con él, la equidad territorial y, en particular avanzar, en más bases de Ancosalud. La salud mental debe ser una preocupación del partido.
En vivienda, valoramos el Plan de Emergencia Habitacional de nuestro gobierno. Sin embargo, aún hay déficit de planificación territorial y el mercado especulativo del suelo sigue modelando la ciudad de acuerdo a sus intereses en detrimento de la vivienda social. El fortalecimiento de los comités de vivienda debería ir de la mano con la promoción de respuestas habitacionales en otros formatos, como arriendos y mejoramiento de viviendas y barrios, así como la regularización de los más de mil campamentos existentes. Es una necesidad urgente avanzar hacia una Planificación y ordenamiento territorial democrático y vinculante.
En relación al pueblo mapuche, hay que abordar políticamente el conflicto, generando las condiciones para el fin de los Estados de excepción en la Araucanía, promoviendo la entrega de tierras y el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas. Valoramos el encuentro Kayagtün Tapiwe que conmemoró los 200 años del “Pu kuifike Lonko Gülmen ñi Nutram”, que conmemora el tratado de Tapiwe que se encuentra plenamente vigente y no se respeta por parte del estado de Chile
Seguridad
La seguridad es un derecho y hoy está amenazada por la internacionalización del crimen organizado, que es parte del proceso de globalización capitalista y como tal debería incorporarse a nuestro análisis en RRII. La realidad del delito y de la organización criminal han cambiado, llegando a niveles sin precedentes, ponteciándose por las desigualdades que produce el sistema (económicas, territoriales, educacionales), por el debilitamiento del Estado y por la ausencia de derechos. La inseguridad golpea directamente a la calidad de vida del pueblo, y nuestro deber es tener propuestas e iniciativas que enfrenten esta necesidad. La principal víctima del crimen organizado es el pueblo trabajador. El descuido de este tema de nuestra parte ha permitido el avance oportunista de la derecha para avanzar en una agenda represiva y restrictiva de los derechos y la democracia.
La lucha por la seguridad debe convertirse en un frente de nuestra lucha territorial de masas, ampliando nuestro conocimiento como partido, realizando acciones con un enfoque de seguridad comunitaria, con perspectiva de género y con énfasis preventivo para fortalecer la cohesión y el tejido social. Los Comités de Seguridad son un espacio que deberíamos priorizar para avanzar con una perspectiva civil y democrática centrada en la prevención y la ocupación de los espacios públicos. Por eso, también valoramos lo que han hecho nuestras alcaldías, especialmente a través de la recuperación de espacios seguros.
El reconocimiento de la relevancia de esta demanda implica que todos los avances en materia legislativa relacionados con la seguridad deben respetar los DDHH, vigilando que no se vulneren los derechos del pueblo ni se le criminalice, como ocurre con algunos aspectos de la Ley Naín-Retamal. Por lo mismo, la reforma a Carabineros aparece como una cuestión urgente, así como la desmilitarización del Wallmapu.
Programa
La actualización del programa es un deber a realizar con urgencia. Esa elaboración debería incluir medidas de corto plazo que signifiquen mejoras de la vida material del pueblo, como la disminución de su poder adquisitivo o las brechas salariales; y un horizonte de transformaciones que nos permita superar el neoliberalismo, articular las luchas sociales y servir como brújula para la elaboración de programas electorales en sus distintas escalas. Dicha discusión debería contribuir a la definición de qué es lo que significa la vía chilena al socialismo hoy.
El Partido debe desarrollar un programa estratégico de izquierda y contribuir más allá de una coyuntura presidencial.
Para esa elaboración, valoramos las experiencias y gestiones de los gobiernos locales que han sido liderados por nuestras compañeras y compañeros. Los servicios populares, las políticas de cuidados, las políticas participativas y la recuperación de espacios públicos; medidas implementadas en Recoleta, Santiago, Lo Espejo o Los Lagos han representado un ejemplo e inspiración de políticas concretas que mejoran la vida de la clase trabajadora.
Para conquistar un gobierno que realmente sea de nuevo tipo debemos contar con un programa de izquierda antineoliberal que ofrezca una alternativa viable ante el agotamiento del modelo económico y que considere las contradicciones geopolíticas que influyen en los procesos de cambios sociales y políticos de diversas partes del mundo.
El programa debe trazar los ejes para construir un nuevo modelo de desarrollo y propender a la profundización de la democracia, la participación, la defensa de los recursos naturales y acceso a ellos y en la equidad en el acceso a los servicios y bienes públicos. También debe enfrentar la crisis climática, la crisis hídrica, las energías alternativas, desarrollar áreas de producción especializadas, implementación adecuada de explotación minera, etc.
La crisis climática pone de relieve el tema agrario y el objetivo de resguardar y promover la soberanía alimentaria. Necesitamos comprender con mayor detalle las realidades del mundo rural, tanto en la producción agrícola como en la dimensión socio cultural-rural. Necesitamos una mirada integral de la producción, del consumo y la alimentación, como uno de los fundamentos de la calidad de vida de la población.
Un programa que busque superar el neoliberalismo debe resituar lo público. Por ejemplo, fortaleciendo la educación y salud públicas o cuestionando el modelo de concesiones, en materia de hospitales, transporte, desaladoras y en general.
El profundo carácter de clase que debería mover esta propuesta debe aplicarse con un sentido antipatriarcal, como un elemento que permite el mejoramiento de las condiciones de vida de sectores del pueblo históricamente postergados y oprimidos.
El tema de la migración es clave, porque los migrantes son víctimas de explotación laboral o trata de personas. Debemos hacernos cargo de esta realidad en coherencia con un enfoque de DDHH y considerando que, aunque, por un lado, la derecha promueve un discurso xenófobo, por otro, la estimula para contar con mano de obra precarizada y como base electoral.
Desafío electoral
Reafirmamos la vocación de poder del partido de participar en todas las instancias que permitan ponerlo al servicio del pueblo, incluyendo el gobierno.
Este Congreso resuelve que nuestro Partido debe disputar la próxima elección presidencial, a través de una primaria amplia y contribuir a ganar la elección presidencial. El objetivo en las elecciones presidenciales 2025 es frenar a la derecha, con un gobierno amplio y tener una mayoría parlamentaria de las fuerzas transformadoras para empujar los cambios que Chile requiere.
Los recientes resultados electorales nos obligan a hacer una autocrítica profunda como partido, pues hemos sido incapaces de realizar definiciones políticas que nos permitan una electividad acorde al peso político y electoral que tenemos, cayendo incluso en improvisaciones que han tenido altos costos. Se debe mejorar la planificación, los criterios de selección y promoción de cuadros destinados a tareas electorales, la pertinencia territorial, las estrategias de negociación y la ingeniería político-electoral.
Los planes electorales deben estar en relación dialéctica con la elaboración de un plan de lucha político-estratégico. La tarea no es solo construir unidad política, sino también la unidad de las luchas sociales del pueblo para detener a la derecha y su proyecto de profundización neoliberal.
Política de alianzas
Nuestra política de alianzas debe buscar la unidad más amplia para derrotar a la derecha y al neoliberalismo. Esto implica articular a todas las fuerzas transformadoras, pero esa condición se debe expresar programáticamente de modo que esa alianza logre proyectarse más allá del éxito o derrota electoral y que el programa sea el parámetro de resolución de las disputas propias de cualquier alianza.
La amplitud no debe diluir el carácter de izquierda de nuestra propuesta transformadora. Para lo cual es fundamental buscar una construcción política hacia los sectores de izquierda que están fuera del oficialismo y también con los movimientos y organizaciones sociales, especialmente en determinados territorios.
La política de alianzas electorales debe tener una expresión social que permita la acumulación de fuerzas. La unidad se debe traducir también en las bases sociales para ampliar el espectro de relación más allá de los partidos políticos o de una coyuntura electoral determinada.
- LA CRISIS DEL MODELO DE DESARROLLO
El modelo de desarrollo imperante ha demostrado sus limitaciones al no ofrecer un crecimiento económico sostenido, ni garantizar empleos de calidad, ni mucho menos propiciar una distribución equitativa de la riqueza. En este contexto, resulta ineludible la necesidad de avanzar hacia un paradigma alternativo que responda de manera efectiva a las demandas sociales, económicas y medioambientales del país. Un nuevo modelo debe orientarse hacia la sostenibilidad, la justicia social y la participación activa de las comunidades, sentando las bases para un desarrollo más inclusivo y equitativo.
El nuevo modelo de desarrollo debe centrarse en la recuperación de los recursos naturales como eje estratégico. Estos recursos, especialmente el agua, el cobre y el litio, deben gestionarse bajo principios de sostenibilidad y equidad, garantizando que sus beneficios posibiliten mejores condiciones de vida para el pueblo de Chile y no propicien un aumento en la concentración de grupos de poder. Asimismo, el fortalecimiento de lo público resulta esencial; sectores clave como la energía, la educación y la salud requieren un rol activo y protagónico del Estado, que asegure su acceso universal y su calidad como bienes comunes fundamentales para el bienestar colectivo.
Desde una perspectiva económica, el nuevo modelo debe fomentar la industrialización con valor agregado y la diversificación de la matriz productiva, incorporando la adopción tecnológica y la innovación como pilares fundamentales, así como la vocación productiva de las regiones. Estas estrategias no solo permitirán generar empleos de calidad y avanzar hacia la carbono-neutralidad, sino que también contribuirán a desconcentrar el poder económico, democratizando las oportunidades y fortaleciendo la soberanía nacional.
El mundo rural, por su parte, debe recibir una atención prioritaria dentro de este nuevo enfoque de desarrollo. Las zonas rurales enfrentan desafíos históricos en términos de seguridad, conectividad y empleo, así como problemáticas específicas relacionadas con la defensa de los suelos cultivables, la preservación de las tierras indígenas y la promoción de la soberanía alimentaria.
La gestión de los recursos hídricos se perfila como un elemento central en este proceso transformador. Es fundamental avanzar hacia la nacionalización del agua, asegurando su distribución justa y priorizando el consumo humano. Además, deben implementarse políticas que promuevan la regeneración hídrica, la desalinización y la recuperación de ecosistemas dañados. Solo a través de estas medidas se podrá garantizar la sostenibilidad de un recurso vital para el desarrollo y la soberanía del país.
En cuanto a la minería, particularmente en el caso del litio, es indispensable superar el modelo extractivista que ha predominado hasta ahora. Este recurso estratégico debe ser gestionado de manera que los beneficios económicos y sociales recaigan directamente en las comunidades y los trabajadores. Para ello, se requiere un diálogo inclusivo y efectivo que trascienda los intereses corporativos y priorice la transición hacia una economía más justa y sostenible. Asimismo, creemos necesaria la superación de la Ley de Concesiones mineras y avanzar hacia un paradigma que erradique la exportación de concentrados.
La justicia climática y social deben concebirse como elementos inseparables en este proceso de transformación. La crisis climática, entendida como consecuencia directa del modelo capitalista de desarrollo, exige una transición energética que priorice el bienestar humano y el equilibrio ecológico. Este enfoque debe estar acompañado de un reconocimiento explícito de las desigualdades de género y de la necesidad de transformar las estructuras culturales de dominación que perpetúan la inequidad en todos los niveles de la sociedad.
Finalmente, un nuevo modelo de desarrollo debe ser capaz de articularse como una alternativa clara al neoliberalismo, no sólo en términos discursivos, sino a través de políticas concretas que propicien una redistribución más justa de la riqueza y el acceso equitativo a los servicios públicos esenciales. Para lograrlo, se requiere la movilización activa de los sectores sociales más afectados, la construcción de conciencia colectiva y la implementación de un programa sólido y validado socialmente, que garantice un desarrollo sostenible en lo económico, lo medioambiental y lo social.
VII. LUCHA IDEOLÓGICA, LA CULTURA Y LAS COMUNICACIONES HACIA UNA HEGEMONÍA TRANSFORMADORA
El escenario contemporáneo plantea la necesidad urgente de fortalecer una lucha ideológica capaz de contrarrestar las narrativas hegemónicas del neoliberalismo. En este contexto, las comunicaciones y la cultura se configuran como herramientas estratégicas para la construcción de una hegemonía transformadora. Esta tarea exige no sólo un enfoque integral y articulado, sino también la profesionalización de los equipos y la asignación adecuada de recursos que permitan diseñar un relato coherente y atractivo para las masas, capaz de consolidar la identidad revolucionaria y movilizar a los sectores desarticulados. La capacidad intelectual y cultural del Partido debe transformarse en un eje central para disputar el sentido común impuesto por el neoliberalismo.
En el ámbito de las comunicaciones, resulta prioritario estructurar un plan nacional que permita disputar el sentido común dominante y posicionar las propuestas del Partido como una alternativa viable y confiable. Para ello, es fundamental diversificar los canales de difusión, desde los medios tradicionales como la radio y los periódicos hasta las plataformas digitales y las redes sociales. En este sentido, deben revitalizarse nuestras herramientas de difusión política, y también como instrumentos educativos y de agitación que fortalezcan las bases militantes. De igual modo, se hace necesario recuperar frecuencias radiales en las zonas donde se han perdido y apoyar el crecimiento de radios comunitarias, barriales y universitarias, cuya labor es esencial para la democratización de las comunicaciones.
En paralelo, es indispensable desarrollar una estrategia comunicacional que no sólo combata la desinformación y la manipulación mediática de los grandes conglomerados económicos, que hoy alcanza una nueva expresión imperial en la figura de Elon Musk, sino que también fomente la apropiación cultural y comunicacional de las propuestas transformadoras de la izquierda. Este enfoque requiere una planificación estratégica de las redes sociales, asegurando su uso efectivo para contrarrestar el monopolio informativo del adversario, sin confundir la agitación digital con el trabajo orgánico de masas. La articulación entre lo digital y lo territorial debe ser un principio rector en la construcción de un mensaje que logre resonar tanto en las bases populares como en los sectores más amplios de la sociedad.
Las Culturas, las Artes y los Patrimonios son un medio de transformación social, por ello es fundamental promover y fortalecer las culturas que emergen de los territorios y profundizar el concepto de democracia cultural. La producción cultural debe trascender el modelo actual de concursabilidad, que limita la sostenibilidad de los proyectos, y orientarse hacia la promoción de políticas públicas robustas, articuladas entre los ministerios de cultura y educación. Estas políticas deben garantizar el acceso de niños, niñas y jóvenes vulnerables a las artes y la cultura, fortaleciendo una identidad colectiva que sea capaz de confrontar las expresiones ultraderechistas que avanzan tanto en el país como en el mundo.
Finalmente, el desafío de construir una hegemonía transformadora exige no sólo una amplia inserción en las luchas de masas, sino también la conformación de un relato cultural alternativo que promueva prácticas populares y tradicionales en estrecha relación con los territorios. Solo a través de una política cultural y comunicacional coherente, articulada y sostenida en el tiempo, será posible disputar con éxito el sentido común impuesto por la derecha y consolidar un modelo de sociedad que priorice la justicia social, la participación democrática y la equidad.
VIII. FORTALECIMIENTO DEL PARTIDO, UN IMPRESCINDIBLE PARA LOGRAR LOS CAMBIOS
Diagnóstico Interno
Se observa al Partido Comunista como una estructura que no ha crecido acorde al incremento de nuestros desafíos, lo que requiere acciones para dar el ancho en términos cualitativos y cuantitativos. Puntualmente se habla de una estructura que desaprovecha su riqueza orgánica, con poca inserción en las organizaciones territoriales y sociales, dispersión en los debates, con una crisis de la subjetividad del militante y su disposición y comprensión de su rol en los cambios que plantea el PC y con brechas importantes en la formación de sus cuadros. En otras palabras, se identifica un desorden en el Partido en un contexto nacional de alta algidez política y nuevas apuestas que nos enfrentan a espacios y escenarios que desconocemos y que requieren mayor definición para avanzar con la casa ordenada y con claridades orientadoras, de la mano con el refuerzo de la mística partidaria.
Por otra parte, ante las evidentes expresiones de falta en la unidad de acción, la dispersión de las opiniones partidarias, el intercambio público fuera de las estructuras del Partido y la consecutiva confusión de la militancia, el Partido propone como respuesta una estructura fortalecida desde la perspectiva orgánica, política y de cuadros, tanto en términos formativos como de acompañamiento. Mas no solo en lo formal, sino que reivindicando nuestra identidad cultural en un esfuerzo para que las discusiones partidarias se den con la debida fraternidad y sinceridad entre militantes. En la misma línea, se hace el llamado de romper con el relato de la existencia de fracciones dentro del Partido, disputando la intervención que los medios quieren hacer en nuestra dinámica interna, como también sucede con la falsa disputa generacional.
En términos normativos, se debe zanjar la dicotomía entre nuestra forma de organización y la Ley de Partidos Políticos. Hay discordancias en al menos la política de cuadros, la elección de estructuras y en finanzas, que requieren una definición ágil, estable y consistente con ambos criterios, sin caer en ambigüedades al atender el quehacer orgánico del Partido. Al respecto, se propone una instancia concreta para la discusión de los estatutos en el corto plazo.
En especial, se recalca la necesidad de afirmar el vínculo entre Jota y Partido, lo que se refleja a partir de la omisión de este elemento en el Informe del Congreso Nacional.
A pesar de estos elementos, se valora el significado detrás de la participación de las delegaciones internacionales, del Gobierno y de partidos hermanos y aliados en la inauguración de nuestro XXVII Congreso. Esto habla de un Partido vigente y capaz de ordenarse para responder a la altura del desafío.
Frente de Organización
Ordenar al Partido es tarea de todas y todos, pero parte por el Frente de Organización. Para iniciar esta tarea se propone hacer un diagnóstico nacional actualizadode cuántos somos y dónde estamos para saber con qué Partido contamos.
Junto con ello, los análisis y propuestas rondan los siguientes cinco ejes: (1) fortalecimiento de las estructuras, (2) profesionalismo en el funcionamiento, (3) comunicación interna, (4) crecimiento y (5) descentralización.
Fortalecimiento de las Comisiones Nacionales, partiendo por la Comisión Nacional de Organización definiendo sus funciones y objetivos, dentro de los que estaría el acompañamiento, potenciación y coordinación entre todas las comisiones y equipos auxiliares, favoreciendo el trabajo conjunto entre comisiones y con las estructuras en los territorios, así como facilitando la divulgación del trabajo realizado e integrantes que las componen a todo el Partido.
Por su lado, se propone evaluar y revitalizar el trabajo de todas las Comisiones Nacionales y los cuadros que los componen, definiendo su rol con mayor profundización a partir de la necesidad de que éstas cumpla con su misión que es nutrir al Partido de elementos políticos sobre temáticas específicas a base del estudio y la elaboración política.
Se puntualiza el refuerzo de la Comisión Nacional de Pueblos Originarios, del Área Nacional de Comunicaciones, de la Comisión Nacional Sindical, de la Comisión Nacional de Cuadros y de flexibilizar el desempeño de la Comisión Nacional Electoral que se evalúa críticamente a partir de la experiencia electoral 2024. Asimismo, se propone la reactivación de todas, especificando la de Personas Mayores, Solidaridad y Medioambiente, y la creación de la Comisión Nacional de Educación que elabore, estudie y analice políticas de educación nacional desde la primera infancia hasta la educación superior y la Comisión Nacional de Vivienda, Ciudad y Territorio.
Fortalecimiento de los zonales regionales junto al concepto de macrozona que debe ser recuperado y aprovechado por el Partido, entendiéndolo como un instrumento efectivo para planificar, ejecutar y evaluar nuestra política. Específicamente, se propone la incorporación del Regional Exterior en los Estatutos del Partido.
Fortalecimiento de las células, como la estructura base del Partido que debe tener espacios de formación, de elaboración política, planificación y ejecución de tareas con vinculación y posibilidad de incidir directamente en los territorios donde están insertas, y con centros de trabajo claros y específicos que faciliten el planteamiento, seguimiento y cumplimiento de objetivos. Todo, con la centralidad de recuperar la vida orgánica partidaria presencial.
Fortalecimiento del Partido a base de nuestros principios como el centralismo democrático, la unidad en la acción, la vigilancia revolucionaria, la disciplina consciente, el marxismo, el leninismo y el feminismo.
Profesionalismo en el funcionamiento desde la planificación, ejecución y seguimiento de tareas en todos los niveles, con objetivos claros y a base de diagnósticos asertivos. Lo anterior, en sintonía con la población de los espacios donde nos desplegamos, es decir, evaluar con esa perspectiva la duración y caracterización de las reuniones y actividades que realizamos. Y, por otro lado, con el desafío de buscar nuevas formas de organización compatibles con nuestra historia, identidad y normas pero que a la vez nos permitan movernos con la versatilidad y rapidez que exige el contexto actual.
Comunicación interna como responsabilidad de la CNO y los frentes de organización, que procure un flujo oportuno y el resguardo de la información partidaria. Desde todos los niveles, en particular entre la Dirección Nacional y los Regionales, respetando los canales establecidos y las atribuciones de cada estructura, regularizando las atenciones por parte del CC a todas las regiones con actas y síntesis que permitan hacer un seguimiento adecuado y se propone que éstas no contemplen a cuadros que sean parte de las estructuras atendidas.
Crecimiento a partir de los 46 mil adherentes, de los que solo militan entre 8 y 10 mil. Ahí hay un punto claro de partida para las células. Para ello es necesario incorporar nuevos cuadros, creando estructuras e integrando a los adherentes. Se propone una Campaña Nacional de Reclutamiento.
Descentralización en miras a que el alcance territorial del Partido sea mucho más amplio, poniendo esfuerzo especial en que el trabajo y decisiones se tomen incluyendo a las estructuras más distantes, sobre todo las que involucran directamente a esas estructuras, como las electorales. Esto, ya sea desde la Región Metropolitana en relación con el resto de las regiones, como desde los comunales capitales respecto de las comunas más alejadas en otras regiones.
Formación y Cuadros
Ordenar la casa significa estudiar más. Debemos volver al fortalecimiento ideológico para conducir a los organismos de masas y educarnos debatiendo donde corresponde. Para ello hace falta fortalecer el ICAL o replicar espacios similares a nivel territorial, reafirmando los principios leninistas de organización con foco en la vigilancia revolucionaria. Se propone realizar escuelas de cuadros con un seguimiento regular que incluya el aporte de los partidos comunistas de otros países.
Al mismo tiempo, se requiere que se fortalezcan las capacidades técnico-políticas del Partido para (1) la construcción de un programa de representación popular; (2) la elaboración de insumos para el trabajo legislativo; (3) el acompañamiento permanente de las autoridades electas o de Gobierno, tanto para dotarlos de elementos y orientaciones, como para asegurar la necesaria conciliación de la vida partidaria con el cumplimiento de la responsabilidad pública; (4) la evaluación de cuadros que permita determinar la idoneidad de cada militante para las tareas necesarias, en especial las de Gobierno ya que cada una y uno representa el trabajo partidario; (5) la habilitación de instancias para el oportuno y cabal traspaso de la experiencia de los cuadros que han asumido responsabilidades de alta carga de preparación y desempeño, ya sea de Gobierno o de alguna organización social, (6) favorecer la articulación entre el rol y proyección de los cuadros de Gobierno entre sí y con las estructuras del Partido y (7) colaborar en la definición de límites de roles cuando un cuadro tiene responsabilidades internas y externas, de Partido y de Gobierno, para evitar desdibujar el rol de cada espacio.
Existe la necesidad de que tanto el Tribunal Supremo, los Tribunales Regionales, como la Comisión del Protocolo de Actuación frente a Denuncias de Violencia Contra las Mujeres y de Género actúen de forma oportuna y eficaz para evitar abusos, vulneraciones y revictimizaciones y, por ende, daño también a la estructura. Se particularizan las situaciones de Tarapacá y Melipilla donde hay casos políticos graves, exigiéndose agilidad en la resolución de éstos.
Por último, el rol de las Comisiones de Cuadros sigue vigente y debe plasmarse de una forma integral en torno al desarrollo militante, no solamente con un carácter punitivo y pensando en quienes serán el relevo natural de las dirigencias del partido en todos sus niveles. Y en la línea de la promoción se propone instaurar una medalla a la Mujer Comunista.
En el Frente de Masas se propone poner al centro al trabajo sindical, como eje partidario que implique elaboración, información y despliegue de todas las estructuras, sin que éstas sean sindicales necesariamente, pero que sí aborden la temática y aporten, discutiendo la caracterización del sujeto principal y del capital, por ejemplo. Esto, pues nuestra presencia en gremios y sindicatos se ha debilitado, ante lo cual se ve en la negociación ramal como un tema que promueva su organización como herramienta de aglutinación y futura presión social. Se proponen Encuentros Sindicales para fortalecer la estrategia. En coherencia con el énfasis, se propone la incorporación de las y los Encargadas de Masas y Sindical al Secretariado.
Para este trabajo la célula es fundamental y se debe velar por que ésta sea capaz de ser dirección dentro de su territorio, observándolo y conociéndolo para transformarlo; tanto desde la perspectiva social como electoral. Además de ello, se puede identificar para cada célula una temática central -ya sea permanente como coyuntural-, que permita orientar los esfuerzos con mayor potencia y profundidad, como se ha hecho en Educación desde Jota y Partido.
Se debe poner énfasis en un feminismo de clase, entendiéndolo como eje transversal que permee el trabajo de todas las estructuras, no basta solo con declararlo en nuestros principios, ampliando el concepto y desarrollo político en torno a las nuevas masculinidades convocando a toda la militancia.
Se propone que haya estructuras que tengan un trabajo focalizado en Cultura, valorando el trabajo de la BRP como un frente de masas importante. Del mismo modo, que se desarrolle el trabajo y estudio de la realidad de las diversidades sexogenéricas en Chile, a partir de un encuentro nacional del partido. También se hace necesaria la elaboración de una política de infancias actualizada.
Las comunicaciones del Partido son estratégicas para el cumplimiento de cualquier objetivo político, al magnificar y amplificar la voz de disputa del sentido común a la hegemonía mediática y dar a conocer el trabajo de masas. Tras ellas debe haber (1) una actualización y modernización de las herramientas y en los recursos disponibles, así como un necesario foco en las RRSS y su acompañamiento desde la capacitación partidaria, para lo que se propone una política de alfabetización digital y de ingreso masivo desde la militancia a éstas; (2) la profesionalización de su definición y ejecución con equipos técnicos que apoyen la CNC; (3) una coordinación nacional centralizada en las y los encargados comunales, regionales de comunicaciones; (4) proyectar la construcción de medios de comunicación alternativos, radios comunitarias, revistas y medios digitales, desde las estructuras partidarias o al alero de organizaciones sociales con presencia nacional.
Todo esto de la mano con el apoyo y coordinación con los medios de comunicación y propaganda ligados a la cultura comunista, prevaleciendo siempre la solidez ideológica y la cercanía necesaria como ejes centrales de comunicación.
Las finanzas son un pilar de nuestro Partido y debemos hacer cumplir con esa responsabilidad partiendo por el pago de las cotizaciones de cada militante, según su situación laboral y de responsabilidad partidaria o de Gobierno, propendiendo a su aumento con el resguardo necesario de lo que la Ley de Partidos Políticos exige. Junto a ello, se propone una Planificación Financiera desde la Dirección Nacional, que permita dar a conocer a la militancia el estado financiero del Partido, así como mejorar el control de las finanzas, con mayor transparencia y orden en todos sus niveles. Se propone que la comisión de finanzas defina un porcentaje de aporte de los funcionarios y los representantes electos. Las capacidades del Partido necesitan crecer. Para ello es fundamental conocer qué necesitamos, cuánto nos costará y qué haremos para obtenerlos.
Juventud
La Jota es el futuro y el presente del Partido, por lo que cuidarla y fortalecerla es indispensable. Se reprueba la ausencia del tema Juventud en el documento, pues sin ella existe una falencia crítica en la caracterización de la sociedad y el despliegue de la política comunista. Es fundamental su presencia en las poblaciones para sumarse al trabajo territorial, político y orgánico del PC, colaborando, así, en la superación de rasgos de adultocentrismo y tareísmo en el trato de éste con la Juventud, sin descuidar su papel en el reimpulso del movimiento estudiantil y su inserción en el trabajo sindical. Por ello, el fortalecimiento desde la orgánica es clave, así como la disposición de recursos que colaboren en el desarrollo de su trabajo. En la misma línea, se evalúa como deficiente la atención del CC y la CP del Partido a las JJCC, lo que debe revertirse procurando, entre otros, rigurosidad en el trabajo electoral en su conjunto.
Este debilitamiento entre Jota-Partido ha venido produciendo un vacío generacional y una brecha en el traspaso de experiencias y responsabilidades internas. El ejercicio cotidiano de la militancia y el involucramiento en las reuniones de célula es el mejor mecanismo de aprendizaje para los jóvenes que se unen a nuestras filas.
Otros temas de desarrollo Partidario
Se incorpora la necesidad de tomar medidas de resguardo de la militancia y de ADP ante el avance de la ultraderecha, así como de la ADM. Se sugiere incorporarlos en todas las estructuras, tanto como tarea a ejecutar, y como elemento de formación. Dentro de ese esfuerzo debería estar la celebración del 50 aniversario de la tarea de formación de internacionalistas.
Se plantea la necesidad de una política anticarcelaria, hablar nuevamente de política de drogas y se propone la realización de un encuentro que permita elaborar una propuesta partidaria en política de seguridad para combatir el populismo penal.
MANIFESTACIONES FINALES
Manifestamos nuestro apoyo y solidaridad con el compañero Daniel Jadue ante la injusta persecución que busca anular el proyecto político popular de Recoleta y perjudicar la acción política de nuestro Partido.
Manifestamos nuestro repudio a la desaparición de Julia Chuñil, presidenta de la comunidad mapuche Putreguel, desaparecida el pasado 8 de noviembre tras recibir amenazas por su trabajo en la defensa del bosque nativo en Los Ríos.
Manifestamos nuestra postura en contra de la represión y el abusivo uso de la fuerza en el Wallmapu producto de su militarización y de la criminalización del Pueblo Mapuche.
Santiago, 10 – 11 – 12 de enero 2025
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