2024. “Combatir la corrupción como parte del proyecto político transformador”: Álvaro Ramis

El Rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano indicó que casos ocurridos este año como los de Hermosilla, Monsalve, jueces y juezas, fiscales y hasta el jefe de la PDI, “profundizan la desconfianza hacia las élites y las instituciones, tanto públicas como privadas”. Y planteó que “la indignación ciudadana frente a los abusos puede ser canalizada hacia demandas por mayor participación y control social sobre quienes ocupan posiciones de poder”. En el balance, sostuvo que durante 2024 “la oposición, especialmente desde sectores de derecha, ha sido obstructiva y ha priorizado defender los privilegios de las élites económicas”, en tanto el oficialismo “ha demostrado voluntad de avanzar en transformaciones importantes, pero ha enfrentado desafíos significativos debido a la fragmentación política y las resistencias de las élites”. El también teólogo y analista dijo que “desde una perspectiva de los derechos sociales, el 2024 fue un año con avances importantes, pero marcado por tensiones estructurales” y que en la gente convivió “una mezcla de frustración y esperanza” en estos doce meses.

Hugo Guzmán. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 12/2024. ¿Tuvimos un año convulso, malo, enredado, o primaron aspectos positivos, de mejoras, de avances en la sociedad chilena?

Desde una perspectiva de los derechos sociales, el 2024 fue un año con avances importantes, pero marcado por tensiones estructurales. Reformas como las 40 horas laborales y el salario mínimo de 500 mil pesos son conquistas significativas que responden a demandas históricas de los movimientos y sindicatos. Sin embargo, la persistencia de desigualdades, el alza del costo de la vida y las dificultades para avanzar en otras reformas estructurales reflejan que aún enfrentamos un sistema económico que prioriza intereses privados sobre los derechos sociales.

¿Crees que hay frustración o persiste el optimismo en el camino de las transformaciones del país?

Existe una mezcla de frustración y esperanza. Por un lado, las resistencias de sectores conservadores y los límites impuestos por el modelo neoliberal generan desilusión en quienes esperaban cambios más profundos. Por otro lado, las reformas alcanzadas muestran que es posible avanzar cuando se articulan voluntades políticas y sociales. Esto mantiene el optimismo en amplios sectores de la población que siguen comprometidos con un cambio estructural.

¿Cómo impactó y qué huella deja en la gente situaciones como los casos Hermosilla, Monsalve, de las y los miembros de la Corte Suprema, los casos de irregularidades de fiscales y funcionarios públicos, los nuevos casos de corrupción y colusión en el mundo privado?

Estos casos profundizan la desconfianza hacia las élites y las instituciones, tanto públicas como privadas. Desde la izquierda, esto refuerza la necesidad de democratizar el poder, implementar mecanismos de transparencia y combatir la corrupción como parte del proyecto político transformador. Sin embargo, también evidencia cómo la corrupción es inherente a un modelo que prioriza el lucro y los intereses privados sobre el bien común.

¿Crees que al ver los comportamientos de la elite, de quienes tienen posiciones de poder en el Estado y el mundo privado, la gente, sectores de la ciudadanía, tiendan a la desafección con la democracia, a la incivilidad?

La desafección con las élites no debe confundirse con un rechazo a la democracia. Desde una perspectiva de izquierda, la solución no es abandonar la democracia, sino profundizarla, devolviendo el poder a las mayorías. La indignación ciudadana frente a los abusos puede ser canalizada hacia demandas por mayor participación y control social sobre quienes ocupan posiciones de poder.

¿Qué efecto pudieron tener en la ciudadanía los datos del funcionamiento de la economía en 2024?

La inflación, los altos intereses y el bajo crecimiento económico afectan desproporcionadamente a los sectores más vulnerables. Esto agrava la precarización de la vida y refuerza la urgencia de políticas redistributivas, como una reforma tributaria progresiva y el fortalecimiento de derechos sociales. Desde una perspectiva transformadora, estos desafíos económicos deben abordarse mediante un cambio estructural que priorice la justicia social sobre las ganancias corporativas.

¿Cómo definirías el comportamiento de la oposición en estos doce meses?

La oposición, especialmente desde sectores de derecha, ha sido obstructiva y ha priorizado defender los privilegios de las élites económicas. Han usado tácticas de bloqueo legislativo y campañas de desinformación para frenar avances progresistas, evidenciando su falta de compromiso con el bienestar colectivo.

¿Y del oficialismo?

El oficialismo ha demostrado voluntad de avanzar en transformaciones importantes, pero ha enfrentado desafíos significativos debido a la fragmentación política y las resistencias de las élites. Si bien ha logrado avances como el salario mínimo y las 40 horas, necesita fortalecer su vínculo con los movimientos sociales y ser más audaz en propuestas estructurales.

¿Qué mirada tienes del desempeño del Presidente Gabriel Boric?

El Presidente Boric ha liderado con una visión de cambio, pero su Gobierno ha sido limitado por la correlación de fuerzas en el Congreso y la presión de grupos económicos. Por supuesto, se valora su compromiso con ciertas reformas, pero se espera mayor firmeza y una articulación más efectiva con los sectores populares para enfrentar las resistencias del modelo neoliberal.

Después de las elecciones municipales y regionales se dijo que política y electoralmente ganó la moderación, las posturas “más de centro”, que perdieron los extremos en la política. ¿Compartes ese análisis? ¿Crees que eso incidirá en las legislativas y presidenciales del 2025?

El análisis de que ganó la “moderación” es problemático, pues invisibiliza que las demandas de cambio siguen vigentes en amplios sectores de la sociedad. Más que un giro al centro, estas elecciones reflejan el desencanto con la clase política tradicional y la necesidad de construir una izquierda más cercana a las demandas populares. Esto podría influir en 2025, pero dependerá de la capacidad de las fuerzas progresistas de articular un proyecto transformador con respaldo social.

¿Coincides en que el 2024 hubo un movimiento popular y una sociedad civil replegados, al borde de la inacción, sin incidencia en los procesos políticos, económicos y sociales? ¿O no?

No. Aunque el movimiento popular puede haber estado menos visible, no ha estado inactivo. Las luchas por el medioambiente, derechos laborales y feminismo continúan siendo motores de transformación social. La sociedad civil sigue siendo un actor clave, aunque necesita mayor articulación para incidir más directamente en las decisiones políticas. Desde una perspectiva de izquierda, el desafío es canalizar esta energía hacia un proyecto colectivo que enfrente las estructuras de poder existentes.

 

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