Como el Ave Fénix

Por el momento, la derecha no avanzó más y la izquierda tampoco retrocedió como aquella presumía. La situación nacional tiene la apariencia de una calma inconmovible. Eso no significa que este estado vaya a permanecer. Hay fuerzas subterráneas que se mueven lentas pero implacables. Un descontento social, una rabia contenida, que la ultraderecha explota a través de su potente red de medios exacerbando el temor y la desconfianza, a través de denuncias extravagantes; acusaciones vacías; ataques violentos, etc. y por otra un avance electoral y territorial lento pero sostenido de la ultraderecha. 

Hernán González. Profesor. Valparaíso. 11/2024. Como siempre en el caso de cualquier elección, los resultados de la segunda vuelta de las regionales se han prestado para toda clase de interpretaciones. Todos ganaron…¿todos ganaron? Más bien demuestran un inmovilismo alarmante; la incapacidad de la sociedad de concebir y comprometerse con proyectos de cambio respecto de la actualidad. La elección se trató casi de un cambio de elencos, con la excepción de Rodrigo Mundaca, expresión de lo cual es la abrumadora ventaja que le saca a la candidata de la derecha más anacrónica y representativa de la defensa a troche y moche del neoliberalismo y un sistema político acartonado, elitista y hecho a la medida de la mantención del status quo. Lo más relevante de esta elección. Una experiencia que hay que observar y analizar con detención.

Vamos por parte. La derecha avanza de uno a seis gobernadores, pero considerando que para ésta se trataba de un plebiscito del Gobierno, perdió por paliza. En segundo lugar, porque su eventual candidata presidencial se desplegó apoyando a sus candidatos y así y todo, estos no despegan, dejándola de pasada en una incómoda posición. En tercer lugar, porque en las regiones que concentran la mayor cantidad de electores y que destacan por su importancia política -la Metropolitana y Valparaíso- con excepción del Biobío, es derrotada con bastante holgura. Mal por Matthei; su eterna campaña, puede que la termine agotando antes de llegar a la meta y que en el camino le salgan competidores, que desordenen el sector.

Hasta ahí todo bien. Sin embargo, sumando la cantidad total de votos, la derecha obtiene una leve ventaja sobre el oficialismo, que en esta ocasión incluía de un modo confuso a los remanentes de la DC. Nada como para celebrar, pero señal de alarma de la que habría que tomar nota. Además, los Republicanos, pese a no haber elegido gobernadores e incluso haber sido derrotados por sus aliados en la única región donde pasaron a segunda vuelta, avanzan en la conformación de CORES. Los Republicanos, igual que en el caso de los concejales, demuestran una capacidad de avanzar en forma sostenida aunque no espectacular. Los dos millones de Francisco Orrego en la RM no son nada despreciables aun cuando no fueran suficientes para derrotar al incumbente.

Probablemente una de las cuestiones más llamativas es el triunfo de Claudio Orrego en la RM. Por diez puntos y no como él mismo había previsto, por una diferencia marginal. Las razones van desde la calidad del candidato opositor, un desconocido con una performance chabacana y de una agresividad que no tuvo el resultado que este tipo de desfachatez  utilizada por las derechas de todo el mundo, ha tenido. Por ejemplo en los Estados Unidos, donde su candidato, acusado de conspiración contra la democracia, fraude electoral, instigación a la insurrección, procesado por violación, evasión de impuestos, etc. resulta electo. Lo mismo en el caso del bolsonarismo que logra movilizar a miles que creen en la inocencia de su líder o incluso disculpan sus fechorías como si las acusaciones que pesan en su contra fueran no más que el lloriqueo de sus adversarios.

Esta incapacidad de la derecha, debiera motivar un análisis más detenido.

Pese a su sectarismo, en la votación de Orrego debe haber una proporción importante de votantes de izquierda que reaccionaron ante el peligro del triunfo utraderechista. Incluso votos de centroderecha que lo hacen en el mismo sentido. Ningún gran logro, solamente capitalizar un temor extendido a su radicalidad y los efectos desestabilizadores que pudiera provocar en caso de ocupar puestos de poder en el gobierno regional.

El de Saffirio en La Araucanía, viene a reforzar este aparente renacer del humanismo cristiano y las posibilidades de un centro político que se encuentra en retirada hace rato, pero que en estas circunstancias  de aparente empate entre las fuerzas de la reacción y las de la reforma política y social, intuye una posibilidad de renacer de entre sus cenizas. El comportamiento del PPD y la DC en el curso del trámite de la Ley de Presupuesto, también así lo indican. En lugar de comportarse como un centro doctrinario, con propuestas de reforma incluso parciales y gradual, lo hace colocando sus votos en forma aleatoria y circunstancial.

Este aparente equilibrio hacia la inmovilidad, solamente le preparan el camino al avance silencioso y paulatino de los Republicanos y otros sectores emergentes de la ultraderecha, como los socialcristianos que derrotan a un veterano de la transición, el exsenador Alejandro Navarro en el Biobío. Esta convergencia hacia la mantención de un equilibrio que se expresa en un aparente empate y en el renacimiento de fuerzas de centro que presumen transversalidad y moderación, son facilitadas por la desmovilización de los sindicatos, las organizaciones sociales y los partidos de izquierda, que además ostentan en la actualidad condiciones incomparablemente mejores que las que tuvieron en los noventa para hacerlo.

Por el momento, la derecha no avanzó más y la izquierda tampoco retrocedió como aquella presumía. La situación nacional tiene la apariencia de una calma inconmovible. Eso no significa que este estado vaya a permanecer. Hay fuerzas subterráneas que se mueven lentas pero implacables. Un descontento social, una rabia contenida, que la ultraderecha explota a través de su potente red de medios exacerbando el temor y la desconfianza, a través de denuncias extravagantes; acusaciones vacías; ataques violentos, etc. y por otra un avance electoral y territorial lento pero sostenido de la ultraderecha.

Mezcla explosiva que solo mediante una decidida acción y propuesta puede ser detenida, so pena de mantenerse siempre sosteniendo el mal menor que hoy por hoy, le podría abrir las puertas de par en par.

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