HABLEMOS DE LA TELE. Diferencias que sorprenden

“El periodismo no es el encargado de emitir juicios, menos de dictaminar consecuencias o resultados de investigaciones sobre hechos lamentables, condenables y ciertamente punibles. Pero las investigaciones siguen un curso -probablemente más lento de lo que debieran ser- pero en un marco de desconfianza generalizada, poca transparencia y ciertamente con un grado de contradicciones importantes. Ello no es argumento para el irrespeto, las conclusiones apresuradas y los juicios temerarios sobre situaciones complejas a cargo de investigaciones judiciales con carácter de reservadas”.

José Luis Córdova. Periodista. “El Siglo”. 9/11/2024. El ex alcalde de Recoleta Daniel Jadue no parece especialmente empático con los medios de prensa, aunque los periodistas que lo conocen destacan sus atributos de franqueza, buen comunicador, diáfano en sus expresiones e irreverente en política.

Los colegas de todos los medios lo conocen, pero aquella familiaridad le juega en contra, por ejemplo, cuando va a los tribunales a participar en los procesos judiciales donde está envuelto o cuando simplemente acude a votar.

Extrañamente cuando otras personalidades controvertidas -como el ex ministro de Piñera, Andrés Chadwick, las exministras Karla Rubilar o Marcela Cubillos y el mismísimo Andrés Allamand -fueron a cumplir sus deberes cívicos lo pudieron hacer sin mayores contratiempos, mientras camarógrafos, reporteros gráficos y colegas observaron a respetuosa distancia de estos personajes mientras ejercía su derecho a voto.

En el caso de Jadue, la avalancha fue desde que apareció en el lugar de votación. Se dice que había un acuerdo para que hiciera un punto de prensa después de sufragar, pero ello se hizo imposible en medio de la batahola desatada por su presencia.

Posteriormente, el colega Iván Núñez lo citó a una entrevista para TVN, pero la insistencia del profesional en consultarle sobre la misma situación, insinuando que el exalcalde no quería responder, provocó la molestia de Jadue quien trató hasta el cansancio de orientar la conversación hacia trascendentes temas de políticas de actualidad. Fue en vano, el mandato del periodista era claro, molestar al entrevistado, sacarlo de sus casillas, lo que finalmente consiguió.

Algo parecido está ocurriendo con la ministra Carolina Tohá y el subsecretario Luis Cordero, incisivamente hostilizados por la prensa en medio de una crisis de credibilidad y confianza que claramente es responsabilidad de autoridades y de personeros públicos dubitativos y con declaraciones a menudo contradictorias o demasiado vagas.

El periodismo no es el encargado de emitir juicios, menos de dictaminar consecuencias o resultados de investigaciones sobre hechos lamentables, condenables y ciertamente punibles. Pero las investigaciones siguen un curso -probablemente más lento de lo que debieran ser- pero en un marco de desconfianza generalizada, poca transparencia y ciertamente con un grado de contradicciones importantes.

Ello no es argumento para el irrespeto, las conclusiones apresuradas y los juicios temerarios sobre situaciones complejas a cargo de investigaciones judiciales con carácter de reservadas.

Que Daniel Jadue se retirara imprevistamente de una entrevista es una señal de que los periodistas no están haciendo bien su trabajo, mientras las redes sociales y otras plataformas se permiten sentenciar, condenar o argumentar a favor o en contra de autoridades cuestionadas, las instituciones del Estado enfrentan una crisis que sólo favorece a los adversarios de la democracia y contra la necesidad de profundas transformaciones en nuestra sociedad.

La televisión ha convertido a los llamados “rostros” en opinólogos, a periodistas en analistas políticos, a animadores en supuestos expertos en política y a parlamentarios, exfiscales  
y expolicías en “especialistas” en derecho civil o penal y, naturalmente, en analistas políticos. Nada más lejano a los objetivos de un periodismo veraz, equilibrado y responsable. Todo ello hace pensar que Daniel Jadue hizo bien en abandonar el estudio donde un colega intentaba acorralarlo, enfrentarlo e incomodar sin siquiera plantear temas para responder en serio.

Desde luego no es el mismo trato para la alcaldesa Evelyn Matthei ni para el candidato a gobernador, Francisco Orrego y los futuros alcaldes Mario Desborde en Santiago o Sebastián Iglesias -o Sichel- en Ñuñoa. Ediles como Tomás Vodanovic en Maipú, o Matías Toledo en Puente Alto, no parecen de interés para los medos de comunicación.

El periodismo nacional y la televisión continúan por el despeñadero, perdiendo credibilidad y seriedad en el carrusel de programas que no se diferencian mucho de matinales ni de programas “políticos” en radios y canales de dudosa reputación. 

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