EL EDITORIAL. 18/O. Un momento de esperanza

Pese a que la derecha y la extrema derecha, en sus expresiones políticas, financieras y comunicacionales, quieren poner un manto oscuro y odioso sobre lo ocurrido en 2019, es evidente que se trató de una jornada esperanzadora, luminosa, positiva, desafiante, propositiva, ciudadana, donde se dijo que este país debe cambiar en beneficio de las grandes mayorías, de un modelo de desarrollo sustentable y equitativo, un sistema político democrático y participativo, una institucionalidad proba y transparente, donde primen los derechos sociales y humanos, la dignidad de las personas, la solidaridad humana, y el respeto a la diversidad.

“El Siglo”. El Editorial. Santiago. 10/2024. La revuelta social de 2019 fue un momento de esperanza. Millones de chilenas y chilenos se activaron en multiformas de expresión ciudadana para protestar por los abusos, la desigualdad y las injusticias, pero ante todo, para demandar dignidad, equidad, derechos y un buen vivir.

La gente salió a las calles, las plazas, los parques, los barrios, las poblaciones, las avenidas, los espacios públicos y mostró su rostro, levantó su voz, expresó sus demandas. Se exigió mejores pensiones, sueldos y empleos dignos, acceso a la salud y la educación, más cultura, mejor democracia, y una nueva Constitución.

Hubo decenas de miles de cabildos ciudadanos, se realizó la marcha más multitudinaria en décadas, hubo un centenar de actos culturales y musicales, se efectuaron movilizaciones de todo tipo durante tres meses en las 16 regiones del país, se potenciaron actividades en centros culturales, juntas de vecinos, clubes deportivos, hubo una veintena de manifestaciones feministas con carácter nacional y regional, se materializó una huelga nacional, se generaron diversas formas de organización popular y territorial, se articularon distintos sectores y espacios de la sociedad civil en todo el país como nunca había ocurrido en este siglo.

Frente a toda esa evidencia, que está registrada en reportajes, documentales, libros, investigaciones, tesis universitarias, etcétera, es grotesco e irracional que las representaciones políticas e intelectuales de la derecha y la extrema derecha quieran convertir antojadiza y falazmente la revuelta social en un suceso violento y vandálico, condenable y despreciable.

Sólo miradas conservadoras, elitistas, reaccionarias, fascistas, neoliberales, autoritarias y retrógradas pueden promover una visión criminalizadora, violentista, sesgada, odiosa, sobre todo lo que fue la expresión ciudadana transversal, masiva, extendida y robusta durante el 2019.

La revuelta ciudadana hizo concluir un largo período en el país y colocó un punto de inflexión sobre la construcción de la sociedad chilena, lo que incluyó, por demanda soberana popular, entrar en procesos constituyentes para tener una nueva Constitución. Pese a que eso no se logró finalmente, dejó abierta la puerta para transformaciones estructurales profundas y, claro, para asumir el desafío de una nueva Carta Magna en el futuro.

Lo ocurrido en octubre de 2019 y meses subsiguientes, demostró que el pueblo movilizado puede incidir radical y positivamente en los destinos del país.

Por eso la insistencia en que frente a las demandas ciudadanas, los proyectos transformadores, las reformas y los cambios necesarios para garantizar derechos, es fundamental que el pueblo, la sociedad civil, las organizaciones populares, se movilicen, se activen y sean protagonistas de los procesos que vive Chile.

Pese a que la derecha y la extrema derecha, en sus expresiones políticas, financieras y comunicacionales, quieren poner un manto oscuro y odioso sobre lo ocurrido en 2019, es evidente que se trató de una jornada esperanzadora, luminosa, positiva, desafiante, propositiva, ciudadana, donde se dijo que este país debe cambiar en beneficio de las grandes mayorías, de un modelo de desarrollo sustentable y equitativo, un sistema político democrático y participativo, una institucionalidad proba y transparente, donde primen los derechos sociales y humanos, la dignidad de las personas, la solidaridad humana, y el respeto a la diversidad.

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