Crisis política en EU: J. Biden desiste de la reelección y la impostura de D. Trump
El historiador escocés radicado en los EE.UU., Niall Ferguson señaló sobre Estados Unidos que “ya no vivimos en una democracia. Vivimos en una ‘Emocracia’, donde las emociones gobiernan y los sentimientos importan más que la razón y la verdad”. En un instante, la situación política se transformó cuando un joven disparó a Trump. La Convención Nacional Republicana ratificó el control casi absoluto y la voluntad del nuevo Führer. Es evidente que Biden fue forzado a abandonar su candidatura por el “cogollo” del Partido Demócrata, eso no fue un acto de su propia voluntad ni mucho menos.
José R. Oro. “Granma”. La Habana. 22/7/2024. El historiador escocés radicado en los EE.UU., Niall Ferguson señaló sobre Estados Unidos en 2019 que “Ya no vivimos en una democracia. Vivimos en una ‘Emocracia’, donde las emociones gobiernan y los sentimientos importan más que la razón y la verdad. Cuanto más fuertes sea tu capacidad de comunicar sentimientos, cuanto mejor seas para mostrar un ataque de indignación, más influencia tendrás”. Esta es una explicación del efecto entre amplios sectores del pueblo estadounidense de la manipulación mediática de los valores han hecho que las Telenovelas no traten de parecerse a la vida, sino que la vida pretenda modelarse y compararse a una Telenovela. Leonid Savin, director de la Fundación Fidel Castro para las relaciones ruso-cubanas, llama a la “Emocracia: La nueva arma de destrucción masiva del siglo XXI”.
Un intento de asesinato y su manipulación política y mediática. La violencia política como elemento permanente del capitalismo
En un instante, la situación política en Estados Unidos se transformó cuando un joven armado con un fusil semiautomático disparó a Donald Trump mientras estaba en un mitin en el condado de Butler, Pensilvania, el 13 de julio pasado. El impacto político inicial fue muy favorable para Trump. Tras ordenar a su equipo del Servicio Secreto que hiciera una pausa mientras lo evacuaban del escenario, Trump levantó el puño y gritó a la multitud: “¡Luchen!”, creando instantáneamente imágenes icónicas que hacen que Trump parezca heroico y fuerte. El contraste entre su imagen (autocreada y falsa) de luchador imparable y la debilidad evidente de J. Biden nunca había sido mayor.
Inmediatamente después del tiroteo, la campaña de Biden suspendió sus anuncios. Prácticamente todos los funcionarios electos importantes del Partido Demócrata se apresuraron a expresar su simpatía por Trump y desearle lo mejor.
No debe haber dudas, el terrorismo es un grave desafío para la comunidad internacional. Pero no se puede eliminar si prevalecen los dobles raseros, la manipulación, el oportunismo político y la selectividad. No hay terrorismo bueno y terrorismo malo. Como conocemos, un criminal terrorista de origen cubano Alexander Alazo protagonizó un brutal ataque contra la embajada cubana en Washington D.C. Después de años de dilación fue exonerado de los cargos en la causa 20 – 131 – USA v. Alazo, sin ser castigado por dispararle 32 veces a la Embajada de Cuba en Washington D.C. Estamos contra el terrorismo, pero contra todo el terrorismo.
La ultraderecha, por su parte, pasó inmediatamente al ataque. J. D. Vance, el candidato vicepresidencial de Trump, culpó directamente a la retórica de Biden por el tiroteo. Donald Trump, Jr. dijo inmediatamente después del tiroteo que su padre “nunca dejará de luchar para salvar a Estados Unidos, sin importar lo que la izquierda radical le arroje”. No hay ninguna indicación de que la “izquierda radical” haya tenido algo que ver con esto, ya que el propio tirador era un republicano registrado, pero este tipo de comentarios han saturado el ecosistema político de extrema derecha.
Trump se dirigió a Milwaukee para la Convención Nacional Republicana tratando de mostrar como siempre una imagen de víctima, siendo en realidad un victimario. Trump reescribió su discurso, que originalmente había sido un ataque frontal a Biden, para centrarse más en temas de unidad nacional. Trump calculó que su mejor movimiento sería moverse en una dirección “moderada” y demostrar a los miembros de la élite ultrarrica que puede ser una figura unificadora, “presidencial” y ser la fuerza del Imperio para la mantención de un imposible mundo unipolar. Trump no tiene una ideología fija -dentro de un contexto ultraderechista claro está – y solo se preocupa por su imagen y su legado fascista.
El juez del caso penal de documentos clasificados contra Trump desestimó todos los cargos dos días después del intento de asesinato, aprovechando el momento emotivo.
Las mismas personas que se horrorizan de que alguien dispare contra un político no pestañearon ante la noticia de que aviones de combate israelíes acababan de matar a decenas de civiles palestinos en Gaza y a otras decenas en un puerto de Yemen, y eso es así todos los días. Normalizan y defienden toda la violencia llevada a cabo por el Estado, ya sea en los barrios marginales de Estados Unidos, en la frontera entre Estados Unidos y México o en el extranjero. Pero luego se dan vuelta y dicen ante las cámaras de la televisión: “La violencia nunca ha sido la respuesta”. Todos los politiqueros que se han vuelto pacifistas por un fin de semana no lo dicen en serio. Se trata de su propia seguridad y de nadie más.
Contrariamente a las afirmaciones de Biden de que esa violencia política es “inaudita”, los líderes de la clase trabajadora y de los movimientos sociales han sido blanco sistemático de la violencia a lo largo de la historia de Estados Unidos. También ha habido períodos de la historia de Estados Unidos en los que la violencia y el asesinato han sido los métodos utilizados para resolver disputas dentro de la clase dominante. La Guerra Civil estadounidense se produjo después de años de creciente violencia política y poco después de su fin, A. Lincoln fue asesinado. Un siglo después, los asesinatos de John F. Kennedy y Robert F. Kennedy en 1963 y 1968 transformaron profundamente las campañas presidenciales que estaban en marcha en cada uno de esos casos, sin dejar de mencionar el brutal asesinato de Martin Luther King Jr. No les hicieron caso a los informes de la Inteligencia cubana (y nunca los reconocieron) de que se planeaba un atentado contra R. Reagan, que estuvo muy cerca de matarlo. El 6 de enero del 2021, un motín de miles de lumpen que atacaron el Capitolio en Washington.
De cara a las elecciones de 2024, sigue habiendo el mismo potencial explosivo en torno a las elecciones y la transferencia de poder. Las crisis sociales subyacentes (la destrucción de empleos, la destrucción del clima, la confrontación militar, la violencia estatal, la crisis del costo de la vida, etc.) no pueden ser resueltas por ninguna de las facciones de la clase capitalista. Ningún partido puede controlar a los ególatras que los dirigen, en especial a D. Trump. La confianza en el Congreso, la Casa Blanca y la Corte Suprema está en mínimos históricos. Ya hay cientos de millones de armas en circulación entre la población. El país parece estar rumbo a una fuerte colisión social.
Una Convención que terminó con mucho ruido y una sola nuez, la divinización de D. Trump
La Convención Nacional Republicana de Milwaukee ratificó el control casi absoluto de D. Trump sobre el Partido Republicano y la voluntad del nuevo Führer de tener un gobierno unipersonal, efectuar la destrucción de la división de poderes y acabar con los restos de Democracia en los EE.UU. Fue una Convención Nacional Republicana para olvidar. Fascismo sin limitaciones ultranacionalismo xenófobo, racismo, concentración de poder en manos de un criminal convicto y un enorme peligro para la paz y la existencia de la humanidad.
Pero fue también un inaudito acto circense, en el cual se afirmó textualmente que Trump sobrevivió al atentado porque dios quiere protegerlo y que sea presidente de nuevo. Se produjo uno de los actos más eméticos que he visto en mi vida, cuando Trump fue a besar el uniforme y el casco de un bombero retirado que murió en el tiroteo, como asistente al mitin en Pensilvania.
Pero Trump salió fortalecido del atentado y de la Convención. Hasta ahora.
Un presidente que “desiste” reelegirse
El domingo algo después del mediodía, J. Biden anunció por carta que desistía de buscar la reelección y que apoyaba a su vicepresidente Kamala Harris “la mujer invisible” para que fuera la candidata presidencial del Partido Demócrata.
Es evidente que Biden fue forzado a abandonar su candidatura por el “cogollo” del Partido Demócrata, eso no fue un acto de su propia voluntad ni mucho menos. Y esta decisión de los líderes de su partido obedece a la evidencia de que Biden no podría derrotar a Trump en noviembre, ni sería capaz de asistir a los dos debates televisivos planeados, ni siquiera actuar con alguna fortuna en la Convención Nacional Demócrata en Chicago del 19 al 22 de agosto
Otra Convención que se aproxima
La convención nacional de nominaciones es, por lo general, la ceremonia formal durante la cual el partido elige a su candidato y adopta una plataforma partidaria. Los delegados son personas elegidas para representar a su estado o territorio en la convención. En 2024, el Comité Nacional del Partido planea certificar a su candidato presidencial durante una votación nominal virtual que se realizará antes de la convención presencial.
Biden se retiró de la carrera presidencial el 21 de julio de 2024. Biden cruzó el umbral de mayoría de delegados necesario para ganar la nominación demócrata el 12 de marzo de 2024, lo que lo convirtió en el candidato demócrata presunto, que ahora abandonó y apoya a la vicepresidenta Kamala Harris para la candidatura presidencial.El candidato presunto de un partido, es decir, el candidato que recibe una mayoría estimada de delegados después de los eventos de nominación estatales, podría ser reemplazado antes o durante la convención. El Partido Demócrata tiene un total de 739 delegados (de un total de 4,521) no vinculados a ningún candidato. Los delegados no vinculados demócratas solo pueden votar después de la primera ronda de votación.
Un precedente de la actual situación lo fue la Convención Nacional Demócrata de 1968 que se celebró también en Chicago. El presidente en ejercicio Lyndon B. Johnson había anunciado que no buscaría la reelección. La convención de 1968 se celebró durante un año de violencia política. Los asesinatos de Martin Luther King Jr. y el del candidato más popular Robert F. Kennedy, intensificaron gravemente las tensiones sociales. El vicepresidente Hubert Humphey y el senador Edmund Muskie fueron nominados para presidente y vicepresidente, respectivamente y derrotados más tarde por los republicanos Richard Nixon y Spiro Agnew.
Donde estamos hoy en las elecciones de los Estados Unidos
Los demócratas y los republicanos ahora quieren invocar la “unidad” y el patriotismo estadounidense para silenciar las críticas a las instituciones cuya legitimidad ha ido decayendo rápidamente. Los republicanos también hablan de unidad y se envuelven en la bandera, pero quieren utilizar este acontecimiento para acabar con cualquier oposición a su radical agenda pro-corporativa.
Dejando a un lado la hipocresía de los políticos de élite, están jugando con un sentimiento sincero entre muchos miembros de la clase trabajadora de que Estados Unidos se ha dividido profundamente de una manera que tiene consecuencias peligrosas. La gente desea la paz en lugar de la inestabilidad, la unidad en lugar de la división y el fin de la así llama “polarización política”.
La clase trabajadora que vota por Kamala o por Trump, o por ninguno de los dos, tiene más en común de lo que ellos mismos creen. Comparten los mismos problemas para pagar el alquiler, la hipoteca, un tanque de gasolina y una docena de huevos, mientras lidian con salarios estancados, jefes irrespetuosos, escuelas decrépitas, guarderías exorbitantes y compañías de seguros parasitarias. No quiere el pueblo tener guerras en el extranjero y preferirían que sus dólares de impuestos se utilizaran para construir comunidades más prosperas y para enfrentar y paliar los cambios climáticos.
A pesar de toda la retórica dura que ambos partidos utilizan entre sí, la verdad es que son apenas matices diferentes. Me recuerdan a Odette y Odile en el “Lago de los Cisnes” una es un cine blanco, la otra un cisne negro, pero ambas son cisnes. En la mayoría de los temas que son importantes para la clase capitalista, están en el mismo equipo. Trabajan juntos para financiar y armar a Israel, Ucrania y los contratistas militares. Ambos utilizan a los inmigrantes como chivos expiatorios por la disminución de los servicios.
Mientras continúe este engaño y los trabajadores tengan que pelearse entre ellos por las migajas que deja la clase multimillonaria, inevitablemente habrá innumerables puntos de división y conflicto. La base de una amplia unidad de la clase trabajadora es un programa que aboga por quitarle el poder a Wall Street y al complejo militar-industrial y utilizar en cambio la riqueza del país para construir viviendas, atención médica, educación y empleos bien remunerados, al tiempo que rechaza todas las formas de odio e intolerancia. Esa es la única manera de enfrentar al fascismo
Desde su fundación hace cerca de 250 años, un pequeño grupo de ricos ha mantenido el poder político en los Estados Unidos. En los últimos 150+ años, han salvaguardado este control del poder a través de dos partidos de la clase dominante. La gran mayoría, aquellos cuyo trabajo crea toda la riqueza real de la sociedad, no tienen ningún poder político y solo se les permite participar como partidarios de uno de los dos partidos que no representan sus necesidades e intereses o como espectadores de un sistema dominado por el Gran Dinero. Esto es una plutocracia, disfrazada de democracia. Biden (y quienes ahora lo sucedan) le dice al público que Trump es el problema. Trump dice que los demócratas “izquierdistas” son el problema. El verdadero problema es y lo representan en ambos partidos el Complejo Militar Industrial y las corporaciones de Wall Street, y sus servidores políticos en el gobierno.
En la situación actual la candidatura de Trump es mucho más mala para el pueblo, por razones harto sabidas. Son al fascismo abierto tratando de imponerse a una sociedad burguesa seudo – liberal. Si no se derrota en noviembre a Trump – Vance, el pueblo estadounidense verá gravemente disminuidas sus reivindicaciones de inmediato.
Como ya este esquema está muy manoseado, sin abandonarlo tratan de mostrar una “Emocracia” donde la política se concentra en la formación de emociones o sentimientos, sean positivos o adversos, contra candidatos, y reemplazar el debate político por la admiración o repulsión de líderes, y estos deben trasmitir bien esas cargas emotivas para lograrlo. No gana el mejor candidato, sino el mejor histrión.
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