Antonio Gramsci; ciencia política y marxismo
“Estructura y Superestructura; la hegemonía de la clase social asalariada sólo se manifestará de 2 modos, como dominio institucional del estado y como dirección intelectual y moral de la sociedad civil. Así, la real liberación política del proletariado se reivindicará creando su propia cultura de clase desde la dominación” (Gramsci; Los Cuadernos de la Cárcel, ed. 1975).
Pablo Monje-Reyes (*). 26/01/2022. El 22 de enero de 1891 en Cerdeña nace Antonio Gramsci, uno de los políticos y teóricos del marxismo más prolíficos del siglo XX. Militante, periodista, filólogo y pensador, fundador del Partido Comunista Italiano en enero de 1921. Este autor ha sido uno de los intelectuales que más ha aportado al desarrollo de la teoría marxista de interpretación de la realidad desde la ciencia política; “la innovación fundamental introducida por el marxismo en la ciencia de la política y de la historia, es la demostración de que no existe una naturaleza humana abstracta, fija e inmutable (…) sino que la naturaleza humana es el conjunto de relaciones sociales históricamente determinadas, es decir, un hecho histórico es verificable, dentro de ciertos límites, con los métodos de la filología y de la crítica. Por lo tanto, la ciencia política debe ser concebida en su contenido concreto (…) como un organismo en desarrollo” (Gramsci; Maquiavelo y Lenin, ed. 1972).
Sus postulados teóricos y metodológicos están desarrollados en extenso en su obra “Los Cuadernos de la Cárcel”, material político que elaboró durante los años de prisión que le impuso la dictadura fascista de Mussolini. Su arresto se produjo pese a su inmunidad parlamentaria en el año 1926, pues, en ese momento este brillante intelectual sardo era diputado de la República italiana, y por su férrea oposición al fascismo que empezaba a asolar Europa fue condenado a 20 años, 4 meses y 5 días de cárcel, el propósito político de ello según el fiscal acusador era; “para detener ese cerebro por lo menos 20 años”, llegó a ser prisionero político durante sus últimos 11 años de vida. Su portentosa obra fue conocida, publicada y estudiada muy posterior a su elaboración, ya que fue ampliamente divulgada por Europa recién desde el año 1947, es decir, 10 años después de su muerte que ocurrió estando aún en prisión el 27 de abril de 1937 a sus tempranos 46 años. En esta obra que mencionamos emergen nuevos conceptos e ideas que ayudan lúcidamente a enriquecer la interpretación de la realidad, sin dejar nunca de lado el aporte metodológico más sustantivo del marxismo; teoría y praxis.
Las contribuciones teóricas más sustanciales de Gramsci fueron, entre otras, el de instalar en el análisis crítico marxista la importancia de la cultura política; la cultura propiamente tal como instrumento de dominación; la hegemonía (la opinión y su esfera pública); el bloque histórico (la sociedad política y la sociedad civil); el homo faber y el homo sapiens uno y el mismo; el intelectual orgánico; la crisis de hegemonía y el rol de los intelectuales. Como notable dato histórico, debemos agregar el encuentro que tuvo Antonio Gramsci en 1922 y con ocasión del IV Congreso de la Internacional Comunista, con nuestro sempiterno Luis Emilio Recabarren, 2 gigantes del pensar y del hacer comunista.
Imposible desarrollar en un pequeña columna los aportes de Gramsci al debate del análisis marxista en su totalidad. Pero debemos destacarlo en el marco que vive hoy la sociedad chilena y la profunda crisis que está generando el actual modelo de dominación de carácter neoliberal. En términos de la “caja de herramientas” conceptuales que Gramsci desarrolla podemos interpretar que la crisis actual en Chile no es sólo económica, también es política; “los grupos sociales se separan de los partidos tradicionales, ya que no son reconocidos como expresión propia de su clase o de una fracción de ella”, esta crisis se desarrolla porque; “la clase dirigente fracasó en alguna gran empresa para la cual demandó o impuso por la fuerza el consenso de las grandes masas (…) o porque vastas masas (…) pasaron de un golpe de la pasividad política a un cierta actividad y plantearon reivindicaciones que en su inorgánico conjunto constituyen una revolución” (Gramsci; Los intelectuales y la organización de la cultura, ed. 1972).
Desde una perspectiva actual y gramsciana para un mejor comprender al Chile de hoy, la nuestra es una crisis de autoridad de las viejas prácticas de los partidos de la Concertación y de la derecha que durante 30 años legitimaron y le dieron conducción política al modelo de desarrollo neoliberal. De este modo, no se puede decir que ha sido o está siendo una crisis orgánica del conjunto del Estado y de sus formas de dominación, porque de hecho sigue operando y hasta ahora con éxito, la construcción legal-racional, en términos weberianos, expresada en el proceso de salida de la crisis con la elección de la Convención constitucional mandatada para un proceso de elaboración de una nueva constitución de la República. Es decir, procurando una relegitimación del Estado desde su misma matriz de dominación.
De esta manera, desde una mirada gramsciana, la sociedad chilena estaría en una potente crisis coyuntural, y que el desafío global que hoy se impone es avanzar sustantiva e integralmente en desarrollar las grandes reformas que terminen por derribar objetiva y subjetivamente las vigas maestras del neoliberalismo, en forma y contenido, estructura y superestructura, en donde los patronos del modelo no puedan seguir dominando ni controlando la hegemonía política y cultural del país, para que se produzca una separación irreconciliable entre la vieja sociedad política de los últimos 30 años con su agónica institucionalidad de dominación, versus la sociedad civil emergente, movilizada y haciéndose escuchar, con la diversidad variopinta de actores sociales que hoy demandan reivindicaciones menores y mayores, desde mejorías básicas en sus condiciones de vida hasta participación, protagonismo y decisión en los asuntos principales en la conducción del Estado, recién ahí se estaría desplazando y vaciando la actual hegemonía neoliberal.
Para que lo anterior ocurra se debe obtener el poder político conquistando el Gobierno, pero ello no es suficiente. La tesis principal de Gramsci, es que el grupo dirigente primero debe dirigir la sociedad civil y debe mantener su capacidad de conducción para, posteriormente, por medio del poder gubernamental construir dominación. Hegemonía, para Gramsci, es ejercer desde el pueblo organizado las funciones de dirección política, intelectual y ética. Condiciones necesarias para un recambio de hegemonía en la conducción y dirección del proceso de cambios en nuestra sociedad. Así, la condición fundamental, según nuestro autor, es que el grupo en el poder no puede dejar de ser dirigente de la sociedad civil, si se separa de esa condición la crisis no se resolverá en favor de la sociedad civil movilizada y que llevó a la crisis y al fracaso de quienes dominaron en los últimos treinta años en Chile.
En síntesis, si seguimos el análisis expuesto, lo importante y clave para el éxito del cambio de hegemonía de una clase a otra, es necesario y fundamental el rol de las organizaciones sociales y el apoyo movilizado a las reformas y a los cambios necesarios para la construcción de un nuevo modelo de desarrollo político, económico y cultural, que es lo principal que se demandó en las grandes movilizaciones sociales que se iniciaron en octubre del 2019 y que se desplegaron por todo el país con un claro y categórico sello transformador.