Daniel Núñez: Gobierno de Boric “va a requerir fuerza social y ciudadana”

El electo senador del PC, expresó que “para el proyecto en curso, no basta la fuerza política, las mayorías parlamentarias, tiene que haber ciudadanía organizada”. Puntualizó que de eso “carecimos” en la administración de Michelle Bachelet. Sobre cargos en el futuro Gobierno, el actual diputado sostuvo que “lo que más le acomoda al PC es estar en aquel lugar que sea clave para impulsar el proyecto transformador”. Planteó que en Parlamento, dada la correlación de fuerzas, habrá que conversar con todos quienes serán parte del oficialismo y con una derecha alejada de los extremos. El dirigente comunista también se refirió al Congreso que vendrá en su colectividad donde espera “haya una palabra nuestra respecto a qué significa ser comunista en el siglo XXI” y cómo abordar temas contemporáneos y de relacionamiento del socialismo con la democracia.

Hugo Guzmán. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 23/12/2021. Más allá de nombres para ministerios y otros anuncios, ¿qué papel deberá jugar el Partido Comunista en el gabinete, en la administración de Gabriel Boric?

Ser una fuerza constructora del proyecto transformador que la ciudadanía apoyó en la elección. Y ese proyecto transformador se construye desde espacios institucionales, de Gobierno, en el Parlamento, pero también desde la ciudadanía, los movimientos sociales y las calles.

Por lo tanto, uno no puede limitar un proyecto transformador solo a la participación en el gabinete o espacios institucionales como los municipios, consejos regionales o el Parlamento. Acá lo que hay que entender es que debemos generar una fuerza ciudadana y social que defienda al Gobierno y que apoye las transformaciones, de lo cual carecimos, y hay ahí una mirada autocrítica, en el segundo Gobierno de Michelle Bachelet. Por lo tanto, la labor del PC es mucho más integral de discutir cuántos o cuántas ministras, o cuántos cupos aquí o allá.

En ese camino, ¿al PC le acomodaría más uno o dos ministerios del área social?

Lo que más le acomoda al PC es estar en aquel lugar que sea clave para impulsar el proyecto transformador. Y yo no voy a pautear a Gabriel Boric señalándole un lugar a, b, o z, eso no corresponde.

¿Dónde sitúas el papel del movimiento social durante el Gobierno de Gabriel Boric? ¿Protagonista o replegado como sucedió en los primeros gobiernos de la ex Concertación?

Hay una clave fundamental: lo que tenemos que desterrar absolutamente, en las opciones políticas y el lenguaje de un Gobierno de transformaciones, es lo que significó la política de los consensos que se impuso al inicio de los años noventa y que perduró mucho tiempo en Chile y que fue el pacto con los poderes fácticos que postergaron en gran parte el programa inicial que tenía la Concertación. Acá hay un Gobierno que para consolidar, para avanzar, para cumplir con su programa, va a requerir fuerza social y ciudadana.

La forma en cómo esa fuerza social y ciudadana se plasme, las características que tenga, es algo que se verá, que tendrá creatividad, dependerá de los movimientos, no creo que haya una receta, ni un esquema de manual. Lo que pasa es que para el proyecto en curso, no basta la fuerza política, las mayorías parlamentarias, tiene que haber ciudadanía organizada, y eso se demostró para el triunfo del Apruebo (nueva Constitución), para esta segunda vuelta con enorme movilización del pueblo, donde la fuerza de Boric y de la campaña fue mucho más allá de una sumatoria de partidos.  Y cuidado con limitar todo al mundo político, porque eso nos puede dejar aislados de la sociedad, que es una sociedad que mira la política todavía con mucha desconfianza, como un nicho de características peculiares, y se requiere de más cercanía con ella, como se demostró en esta segunda vuelta y otros episodios de los últimos dos años.

La correlación de fuerzas en el Parlamento estará estrecha entre los sectores transformadores y conservadores. ¿Qué se requerirá para avanzar en los proyectos de ley que impulse el nuevo Gobierno, en iniciativas legislativas?

Lo que hay que hacer, en primer lugar, es que todos los proyectos de ley, reformas sustanciales, cambios profundos y transformadores, sean discutidos, trabajados, generados, en conjunto con el movimiento social y la ciudadanía, eso es lo primero. No proyectos de ley elaborados por expertos entre cuatro paredes. Será fundamental que los proyectos de ley tengan legitimidad social, algo de lo que carecimos en el Gobierno de Michelle Bachelet. Obviamente, ya en el Parlamento, habrá que hacer el debate, la discusión, la explicación e incluso la presión que sea necesaria cuando la derecha quiera frenar u obstaculizar proyectos emblemáticos, sobre todo en el Senado.

Yo no descarto que en el marco de la nueva Constitución -que me parece la primera gran reforma en el Gobierno de Gabriel Boric, y que debería estar resulta al final del 2022-, durante el 2023 ante un boicot de la derecha, tengamos recursos como el plebiscito ciudadano que nos permita desbloquear situaciones. La nueva Constitución abrirá un repertorio de espacios y de posibilidades. Por eso, creo que el primer gran esfuerzo de Boric es asegurar que Chile cuente con la nueva Constitución, aunque no depende solo del Gobierno, y vemos que la Convención Constitucional tiene toda la voluntad para avanzar en ese sentido.

Porque incluso la nueva Carta Magna podría modificar los quórum actuales que hay en el Parlamento, y que son una valla inmensa para hacer avanzar leyes.

Por supuesto, se puede contener en el texto constitucional o haber una ley especifica.

Se señala mucho este escenario de fuerzas casi equiparadas en el Parlamento, específicamente en el Senado, donde las y los legisladores de Apruebo Dignidad no tienen mayoría. ¿Cómo van a conversar, a intentar acuerdos, lograr los votos para las iniciativas? ¿Se requerirá diálogo, habilidad?

En el Senado, más allá de si nos gusta o no, tenemos la necesidad imprescindible, ineludible, de actuar unidos como oficialismo, en ese momento. Ahí incluyo la capacidad de sumar acuerdo con la senadora Fabiola Campillai, a Karim Bianchi, que son senadores independientes. Eso nos permite, recién, tener los 25 votos y tendremos que ser capaces de interlocutar con la derecha, especialmente con sectores que se den cuenta que estas visiones extremas de José Antonio Kast los condena a ser minoría eternamente. Habrá que ver si vuelven a tomar las banderas de la derecha liberal o la “derecha social”, y haya una derecha que salga de la trinchera y tenga la capacidad de hablar con la sociedad chilena y las fuerzas de centroizquierda. No sé si ocurrirá o no, pero veo que se generó un gran vacío en la derecha, y hay situaciones como Evópoli, que dijo que era derecha liberal, y ahora recibió un mazazo con el apoyo incondicional que le dio a Kast en la presidencial, cuando la derecha pinochetista está condenada a ser minoría en Chile.

¿En tú opinión personal, hay que avanzar a que otros partidos se integren al conglomerado Apruebo Dignidad?

Es un debate que recién el presidente electo le planteó a los partidos de Apruebo Dignidad, no lo daría por resuelto en 24 o 48 horas, hay que esperar que los partidos lo discutan, que lo analicen, es un tema planteado, y por supuesto es un debate que tenemos que hacer en el Partido Comunista antes de hacer una opinión pública.

Lo que podría traer el Congreso  del PC

Se dijo, aunque extraoficialmente, que el PC podría tener su Congreso en abril del próximo año, o por esos meses. Siempre en la prensa se centra todo en posibles cambios en la directiva, se barajan nombres. Pero en lo más sustancial, ¿no se prevé que ese Congreso se pueda aprovechar para ver cuestiones de contenido, programáticas, políticas, con los cuatro años enfrente del Gobierno de Apruebo Dignidad e  incluso más, definiciones para la próxima década dada las transformaciones que vive el país?

Creo que nosotros tenemos condiciones políticas, con los resultados que obtuvo el Partido Comunista en las elecciones parlamentarias, municipales y presidenciales, que son positivas para dar el debate respecto a los desafíos que tenemos. Ser Gobierno es un desafío de marca mayor, considerando que acumulamos la experiencia reciente de ser parte del Gobierno de la Nueva Mayoría, y sobre eso hay muchas ideas, muchas propuestas que analizar.

Pero también creo que el resultado que hemos obtenido que están en las máximas responsabilidades como es ser Gobierno, y en otros espacios como el Parlamento y gobiernos locales, nos permite plantearnos horizontes de debate de mayor alcance. La sociedad chilena, por ejemplo, espera una palabra nuestra respecto a qué significa ser comunista en el siglo XXI, que sin lugar a dudas, es un desafío distinto al que se tuvo en otros períodos históricos. Eso tiene que ver nuestra posición y mirada hacia el movimiento feminista, sus demandas, con la significación que le coloquemos a la crisis civilizatoria que amenaza a la Humanidad vinculada a los temas medioambientales, ya con Gladys (Marín) hicimos la consideración de la importancia que tiene la diversidad en la opciones sexuales, y hay muchos otros temas de futuro que son importantes de discutir.

También una mirada programática nuestra de cómo entendemos el socialismo y su relación con la democracia, su horizonte de construcción, entendiendo que valoramos en el siglo XXI las enormes luchas y aportes que ha hecho la izquierda y los partidos comunistas en el mundo desde el siglo XX, considerando los errores que se cometieron y los desacierto en la construcción histórica del socialismo.

El Congreso del Partido Comunista puede ser un gran aporte para darle contenido y significación al ser comunista en el siglo XXI, a los temas y desafíos de ahora y el futuro, y que se ha llenado del optimismo que generó una ola de cuestionamiento a las política neoliberales que tanto daño le hicieron a Latinoamérica, al mundo y a Chile.

Hace muchos años se decretó la muerte de los partidos comunistas. En el caso de Chile, es un partido que tiene presencia en dos gobiernos, que sube su votación, que presenta nuevos liderazgos, que tiene palabra en temas contemporáneos. Parece una excepción.

Eso tiene un valor tremendo, más cuando hace 20 o 30 años atrás se decía que los partidos comunistas estaban condenados a su desaparición y que eran dinosaurios que eran incapaces de comprender las dinámicas contemporáneas y de la sociedad actual. Hay un gran mérito de todas y todos los militantes, de quienes han estado a la cabeza de la conducción del partido, particularmente del presidente actual, Guillermo Teillier, y que se pudo capitalizar toda una etapa y camino que dejó Gladys Marín, incluso de sobrevivencia del partido.

Dada la situación actual, estamos en inmejorable condiciones, pero también con desafíos muy grandes, nuevos, con un partido que crece y que tiene que fortalecerse. Y todo eso tenemos que enfrentarlo ahora, porque lo peor es que uno pueda creer que hay que quedarse dormido en los laureles, pensar que todo está bien así, y no considerar la resistencia que va a despertar un proyecto de la envergadura del Gobierno de Gabriel Boric. Este avance que tuvo la derecha facistoide, de esta extrema derecha, es un aviso de que pueden recurrir a las peores fórmulas reaccionarias para resistirse a las transformaciones y frenar los cambios. Tenemos que prepararnos para momentos que serán difíciles y para eso debemos estar a la altura de las circunstancia y enriquecer nuestros contenidos, las autocríticas, mirar los fenómenos del siglo XXI, y experiencias como el peso que adquirió China en el mundo, la relación que hizo China entre Estado y mercado, con cuestiones muy innovadoras y que debemos considerar.