A construir un gran frente antifascista

En Chile ha existido fascismo. Con la candidatura de José Antonio Kast, renace con fuerza la más reaccionaria ideología burguesa: el fascismo y sobre nuestra patria se cierne la amenaza de un Bolsonaro criollo.

Iván Ljubetic. Historiador (*). CEILER. Santiago. 24/11/2021.  Lo dijo Gabriel Boric la noche del 21  de noviembre de 2021: “Y es en este desafío, que acogemos con humildad, que caben todos y todas. Tenemos que trabajar por la unidad de los demócratas, quiero contagiarlos hoy de energía y esperanza”.

En 1922 había llegado el fascista Benito Mussolini al poder en Italia; en 1933, Adolfo Hitler iniciaba su feroz dictadura en Alemania. Soplaban vientos de guerra en el mundo. La Internacional Comunista efectuó su VII Congreso en 1935. De allí salió la consigna de la  unidad de los demócratas de todos los países contra el fascismo y la guerra. Una de las formas de esa unidad eran los frentes populares.

 

En Chile, en la tarde del 26 de marzo de 1936, concurrieron a las oficinas del diario “La Opinión” -que estaban ubicadas en la Alameda frente a la calle Estado- dirigentes del Partido Comunista, del Partido Socialista, del Partido Democrático, del Partido Radical-Socialista y del Partido Radical. En la oficina de su Director, Juan Bautista Rosetti, firmaron el pacto que dio vida al Frente Popular (FP).

El Frente Popular de Chile fue uno de los tres que conquistaron el Gobierno  en todo el mundo, junto con el de España y Francia.

En Chile ha existido fascismo

Hernán Ramírez Necochea escribió un trabajo titulado “El fascismo en la evolución política de Chile”, que fue publicado en la Revista Araucaria de  Chile N.º 1-1978.

En esa obra, el historiador  sostuvo: “El desarrollo de tendencias fascistizantes  en Chile se manifestaron especialmente entre los años 1923 y 1931”.

Efectivamente, ya en 1923 surgió un insignificante y efímero Partido Fascista, que imitaba al partido de Mussolini. Su lema era muy simple: “¡Viva Chile; muera el comunismo!”

En ese período no se llegó a constituir un partido o movimiento fascista. Sólo ínfimas o precarias organizaciones.

Entre 1927 y 1931 se instauró la dictadura militar fascistoide del entonces coronel Carlos Ibáñez del Campo.

En 1933 se constituyó el Movimiento Nacional Socialista (MNS), dirigido por el abogado Jorge González von Marees. Jóvenes de este partido llevaron a cabo un intento de putch, el 5 de septiembre de 1938. El Gobierno de Arturo Alessandri respondió con la horrible masacre del Seguro Obrero, donde fueron asesinados fríamente 70 jóvenes.

En la década del 30 surgió el Movimiento Nacionalista, dirigido por Guillermo Izquierda Araya, imitación del partido de Mussolini.

Hacia 1943 existió clandestinamente y bajo directo control de la Embajada Alemana el National Sozialistische Deutsche Arbeiter Partei (Partido Obrero Nacional Socialista Alemán), que agrupó a alemanes residentes en Chile y a chilenos descendientes de alemanes, reconocidos como ciudadanos alemanes. Este partido  realizó un activo trabajo con oficiales de las FFAA, así como con agricultores, industriales y comerciantes de las provincias del sur del país. Su labor fue bastante eficaz. Contribuyó a la formación de gente totalmente influida de la ideología fascista.

La intensa prédica fascista encontró fácil acogida en una porción de la oficialidad del ejército.

En 1945 se fundó el Partido Agrario Laborista, formado por elementos de las clases medias, muchos, provenientes de grupos fascistas. Por ello, predominó la ideología fascista. Aunque en la práctica actuó respetando la democracia burguesa.

Otra organización  fascista que surgió por entonces fue el Grupo Los Estanqueros, liderados por Jorge Prat.

Hacia la fascistización creciente de la burguesía (1965-1970)

En 1966 se fusionaron el Partido Conservador y el Partido Liberal, dando nacimiento al Partido Nacional, que marcó la radicalización ultraderechista de ambos partidos. Adoptaron una orientación francamente fascista. Sus dirigentes eran connotados fascistas. Uno de ellos, Sergio Onofre Jarpa.

Según escribió Hernán Ramírez Necochea, “el Partido Nacional sintetizó absolutamente todas las postulaciones que diversas organizaciones fascistas habían formulado en Chile a lo largo de una cincuentena de años”.

Paralelamente al Partido Nacional surgieron otras agrupaciones fascistas como FIDUCIA, uno de sus líderes fue Jaime Guzmán Errázuriz, y el Movimiento Nacional Sindicalista Revolucionario. Además, el Opus Dei intensificó sus actividades.

La derrota electoral de septiembre de 1970 colocó a la burguesía, ya altamente fascistizada, frente a una realidad nueva. No tenía otra alternativa que recurrir directamente al fascismo. Sólo por medio del fascismo podía recuperar su predominio, producir la regresión a su dominación. Ello lo logró gracias a la ayuda total de imperialismo.

Afirma Ramírez Necochea:

“El imperialismo alimentó, robusteció, preparó y orientó al fascismo para que consumara el golpe del 11 de septiembre de 1973.  Una vez más quedó comprobado que el fascismo no es otra cosa que hijo legítimo del imperialismo”.

Concluyendo que:

“La dinámica de la lucha de clases, junto con colocar a Chile en los comienzos de la ruta que podía conducirlo al socialismo, lo colocó también en los umbrales del fascismo”.

Hoy, con la candidatura de José Antonio Kast, renace con fuerza la más reaccionaria ideología burguesa: el fascismo y sobre nuestra patria se cierne la amenaza de un Bolsonaro criollo.

Levantemos un sólido dique de contención: un amplio Frente Antifascista.

(*)Iván Ljubetic. Historiador chileno, integrante del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren (CEILER), autor de varios libros de historia.