HABLEMOS DE LA TELE. Presidenciables en cámara

Sin caudillismos ni personajes altisonantes de raigambre realmente social y popular, los siete postulantes a La Moneda no tuvieron un desempeño lo bastante destacado en televisión.

José Luis Córdova. Periodista. Santiago. 18/11/2021. En vísperas de la primera vuelta presidencial es momento de evaluar el comportamiento de los candidatos ante las cámaras y sus proyecciones mediáticas para la segunda vuelta en el breve período que sigue.

¿Será posible que el debate presidencial televisivo del lunes 15 pasado haya determinado la votación de parte del 40% del electorado que hasta ese día no había tomado una decisión sobre los candidatos a la Moneda?

A partir de la franja electoral y el par de debates televisivos, junto a las apariciones de los postulantes en diversas actividades públicas, encuentros y puntos de prensa -por ejemplo- a Franco Parisi sólo lo podemos aquilatar a través de su comportamiento en las redes sociales dada su no presencia en el país. El original podcast “Bad boys” pareció ser una apuesta eficaz en exclusiva para sus adherentes más acérrimos. Nunca pudo sacarse de encima las acusaciones de “papito corazón” y de “estafas” desde su refugio en Alabama. Candidato ausente pero sólo incidente por la fidelidad de sus seguidores.

Marco Enríquez-Ominami no pareció priorizar en esta -su tercera campaña- la televisión abierta y en la franja se vio poca creatividad y demasiada explotación de su figura, con un ego necesario pero demasiado expuesto para las condiciones actuales. Con el mismo relato de siempre, la promesa del Cambio y una retórica que roza la palabrería con su característica locuacidad, cansa más que interesa. En el último debate se dio el “gustito” de atacar a Provoste y Boric sin remilgos ni límites.

Eduardo Artés se aferró a sus convicciones más acendradas resultando mensajes sólidos pero poco realizables a corto y mediano plazo. Con una simbología y relatos nostálgicos despertó simpatías y antipatías de los dos sectores que se enfrentan en esta elección, con la seguridad de no entrar en disputa por lugares de mayores expectativas. Testimonio vivo de una época que los chilenos no olvidan y todavía exigen respuestas que el candidato -lamentablemente- tampoco puede dar.

Yasna Provoste no consiguió reeditar actitudes o acciones como las de la ex presidenta Michelle Bachelet, siempre empática y ganadora de voluntades más allá del género y los sectores políticos que la impulsaron dos veces con éxito a la carrera presidencial. La candidata de la ex Concertación no logró el arrastre que, su condición de única mujer, podría haber tenido a su favor, ni siquiera su rol de senadora y ex presidenta de la Cámara Alta. La ley de indulto a los presos de la revuelta y el cuarto retiro de las AFP le pasaron permanentemente la cuenta en su sector..

José Antonio Kast transmitió cierta falsa amabilidad con un discurso amenazante y poco conciliador en medio de sonrisas pero con declaraciones negacionistas, homofóbicas, xenófobas y otras lacras que la sociedad chilena de hoy rechaza con fuerza. Sin embargo, apelando a los votantes del Si en el pasado y del Rechazo en el último período, concita apoyo en grupos sociales pinochetistas, militaristas, revanchistas y de peligroso tinte neo fascista.

Sebastián Sichel, huérfano del apoyo del Gobierno saliente y apartándose de la figura del actual alicaído y desprestigiado mandatario quedó prácticamente desnudo ante una ciudadanía que es más propensa a la desconfianza y la poca credibilidad ante promesas y propuestas más que repetidas y nunca ejecutadas. Aprovechó el último debate para polemizar directa y crudamente con Kast en un esfuerzo por arrebatarle votantes decepcionados de sus posiciones pinochetistas.

Gabriel Boric mostró algunas debilidades comunicacionales pero bastante fortaleza en convicciones democráticas que sólo incomodan a la élite gobernante y al gran empresariado, aunque el fantasma de la estampida de inversionistas es un recurso ya demasiado gastado y falso con que se advierte ante cualquier transformación de fondo o cambios necesarios en la estructura política, social o económica de nuestro país.

Sin caudillismos ni personajes altisonantes de raigambre realmente social y popular, los siete postulantes a La Moneda no tuvieron un desempeño lo bastante destacado en televisión como para incidir a través de las cámaras en la trascendente decisión que los votantes de este domingo 21 de noviembre tomarán en primera vuelta. La justa presidencial se dirimirá el 19 de diciembre con sólo dos de los candidatos en comento en esta opinión estrictamente personal.