Unas 100 naciones sin acceso a vacunas. 13% de países ricos compró 51% de dosis

Diez países están concentrando el 95% de las vacunas. OMS: “39 millones de dosis de anticovid-19 administradas en 49 países”. África tiene mil trescientos millones de habitantes y llegarán apenas 55 millones de dosis. Todo en medio de una batalla de ribetes ideológicos y de instalación de prejuicios. Karen Pierce: “China y Rusia no deben sobresalir como los grandes ganadores de la pandemia”.

Hugo Guzmán. Periodista. El Siglo. 27/01/2921. Unos cien países están sin acceso o acceso muy limitado a las vacunas anti Covid-19. Los datos apuntan a que solo entre 50 y 70 naciones están vacunando a sus habitantes. Por eso desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) se dijo que “el mundo está al borde un fracaso moral” en el combate a la pandemia del nuevo coronavirus.

En un marco donde está desatada una batalla ideológica, de prejuicios y financiera, que afecta la distribución y acceso a vacunas y medicinas paliativas del virus.

Según analistas, este mapa es reflejo de la estructura desigual a nivel planetario, de las diferencias Norte-Sur, de la hegemonía de trasnacionales, y de un cuadro de permanente discriminación y desprotección de poblaciones pobres y regiones subdesarrolladas.

Las pugnas y los prejuicios

Los puntos de ejemplo son esclarecedores. Muchos gobiernos, medios de prensa y trasnacionales levantan desconfianzas por las vacunas de Rusia o China; los consorcios farmacéuticos no tienen intenciones de llegar a naciones en África, Centroamérica o Asia donde no hay capacidad de pagos millonarios; Israel avanza rápido en la vacunación, pero la vecina población palestina presenta una situación deficitaria; desde Irán se anunció que no dejarán entrar vacunas provenientes de Estados Unidos o el Reino Unido porque pueden contener elementos contaminantes; siguen las campañas en contra de medicamentos probados, de origen cubano; la guerra es soterrada entre las grandes empresas farmacéuticas pero todas están subiendo las ganancias de manera sustantiva, obteniendo miles de millones de dólares de ganancias.

La embajadora del Reino Unido en Estados Unidos, Karen Pierce, fue muy precisa respecto a esta batalla internacional. Hablando a Bloomberg, declaró que “China y Rusia no deben sobresalir como los grandes ganadores de la pandemia. Gran Bretaña y Estados Unidos tienen que colaborar estrechamente para contrarrestar el reto estratégico” frente a rusos y chinos.

El líder iraní, ayatola Alí Jamenei, dijo explícitamente que “está estrictamente prohibido importar a Irán vacunas anticovid-19 de Estados Unidos y Gran Bretaña” y enfatizó que “desconfiamos de estos países porque no se puede descartar que busquen contaminar a otras naciones”.

Varios gobiernos latinoamericanos, europeos y el estadounidense, están reticentes o en contra de importar la vacuna rusa Sputnik V, y se bien los argumentos no son explícitos, se sabe que hay un sesgo ideológico y de establecer desconfianzas respecto a los científicos y productos rusos. Pese a eso, desde Moscú hay un diseño a nivel mundial para llegar con su producto anti coronavirus, como es el caso de Argentina y México.

Hablando de prejuicios y bloqueos, el caso de Cuba parece emblemático, ya que existe una silenciosa campaña contra las vacunas o medicinas producidas en sus centros científicos para combatir el Covid-19 y sus efectos. Un factor determinante es el bloqueo a los productos cubanos, establecido por Estados Unidos, y las instrucciones que se trasladan a gobiernos latinoamericanos, africanos y de otras latitudes. Agencias informativas indicaron hace una semana que Cuba producirá 100 millones de dosis de su vacuna contra el nuevo coronavirus Soberana 02 este año con el objetivo de responder a su propia demanda y las de otros países. Esta información, debido a consideraciones ideológicas, fue ocultada o distorsionada en la mayoría de las naciones latinoamericanas y de otras regiones.

Una situación que describe esta batalla ideológica y discriminatoria es el comparativo de Israel y Palestina. El gobierno israelita encargó a Pfizer ocho millones de dosis, pagando un precio más alto del establecio por la vacuna, buscando garantizar la vacunación a su población.  Eso incluye a las colonias de israelitas en Cisjordania. Pero los palestinos no tienen acceso a la vacuna, no tienen dinero para operaciones efectivas y rápidas, y las farmacéuticas trasnacionales no tienen el menor interés en asumir algún apoyo. Todo eso, considerando la estrecha cercanía fronteriza, territorial y de población entre Israel y Palestina. Es una zona símbolo de la guerra por la vacuna. Hay ocho millones de israelíes que serán vacunados y 2 millones 800 mil palestinos sin acceso a la inmunización.

Frente a un escenario de discriminación, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyenm, tuvo que exigir, en el Foro de Davos, que los consorcios privados farmacéuticos cumplan con la producción de vacunas y cumplan con las obligaciones comprometidas, después de recibir millonarios montos de parte de la Unión Europea. Ahí hay un tema sensible.

La desigualdad en el acceso

En estas semanas se conoció un reporte de Oxfam (The Oxford Committee for Famine Relief) en que se señaló que el 13% de los países ricos compró ya el 51% de vacunas que se produjeron o se producirán.

Hay un centenar de naciones cuyos gobiernos no saben a estas alturas cómo van a solucionar el desafío de adquirir las vacunas. No tienen dinero, no se cumplen las medidas de solidaridad que se habían establecido inclusive desde grandes potencias, y los consorcios privados no tienen planes de ayuda. Son miles de millones de seres humanos con problema para prevenir el contagio y bajar la intensidad de los síntomas y peligro en caso de adquirir el Covid-19.

El director de la OMS (Organización Mundial de la Salud), Tedros Adhanom Ghebreyesus, declaró hace una semana que “el mundo está al borde un fracaso moral catastrófico” por la inequidad y discriminación en la distribución y acceso a las vacuna contra el nuevo coronavirus.

Advirtió que los países desarrollados están accediendo a las vacunas, mientras las naciones pobres y subdesarrolladas se ven obligadas a esperar y observar cómo se producen avances que no les llegan.

De acuerdo a estadísticas manejadas por entidades internacionales, hasta mediados de enero de este año se habían administrado más de 63.5 millones de dosis en unas 68 naciones, lo que indica que hay más de cien países a donde no ha llegado alguna vacuna.

Para más precisión, Tedros Adhanom Ghebreyesus, reveló hace unos días que “contabilizamos 39 millones de dosis de vacunas anticovid-19 administradas en 49 países de economías alto y mediana, mientras que un país de ingresos bajos sólo recibió 25 dosis. No digo 25 millones,  no digo 25 mil, digo 25”.

La OMS, en su momento, expresó la inquietud por el hecho de 10 países están concentrando el 95% de las vacunas; Estados Unidos, China, Reino Unido, Israel, Emiratos Árabes Unidos, Italia, Rusia, Alemania, España y Canadá. Todas naciones ricas.

Un caso dramático es el de África, donde se habla que al corto o mediano plazo apenas será vacunado el 20% de la población total del continente, con la llegada de sólo 55 millones de dosis anti Covid-19. No hay que olvidar que África tiene mil trescientos millones de habitantes…es ínfimo lo que llegará de vacunas.

A nivel mundial se creó el fondo Covax, para garantizar el acceso de toda la población del planeta, o un gran porcentaje, a dosis de vacunas y encontrar mecanismos equitativos. Pero el programa debe pelear con criterios de las farmacéuticas y de países ricos y poderosos.

Covax tiene acuerdos con Astra-Zeneca y el Serum Institute de la India para la distribución de sus vacunas tan pronto como obtengan la aprobación de la agencia de la ONU para su uso de emergencia y se continúa negociando con Pfizer. Este fondo espera poder distribuir unas 20 millones de dosis de vacunas contra el nuevo coronavirus solamente en América Latina.

Covax puede ser la esperanza en varias regiones y está promovido por instancias de peso: la Alianza Gavi para las Vacunas, la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias (Cepi) y la OMS.

Desde la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins, se indicó que un 51% de dosis de varios consorcios, se destinarán a países de altos ingresos, que representan apenas el 14% de la población mundial.

Hay varios análisis que apuntan a que la manera en que se están distribuyendo las vacunas y las prioridades del sector trasnacional y de gobiernos de naciones poderosas, podría generar que un porcentaje importante de la población apenas será vacunado el 2022.

Un escenario dramático, sin expectativas alentadoras para los países pobres y miles de millones de personas. Cuando los datos más recientes anotaron 100 millones 216 mil personas contagiadas de Covid-19 y dos millones 155 mil muertas por esa causa.

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