La prensa durante la Unidad Popular

No hay otro período de la historia contemporánea chilena que dé cuenta de los niveles de diversidad medial, consagración al derecho a la información, de respeto y seguridad a la labor de los periodistas y trabajadores de las comunicaciones, de existencia diversa en la propiedad de la prensa, y de desarrollo de medios.

Hugo Guzmán Rambaldi. Periodista(*). Pasado medio siglo del gobierno de la Unidad Popular (UP) liderado por el médico Salvador Allende Gossens, el sistema medial chileno no ha recuperado la característica de pluralidad política, diversidad informativa, variedad en la propiedad y cantidad de medios que tuvo en ese período.

Ni durante el período dictatorial, ni transicional, existió la mixtura editorial/comunicacional como la que predominó en los tres años de la administración allendista.

No hay otro período de la historia contemporánea chilena que dé cuenta de los niveles de diversidad medial, consagración al derecho a la información, de respeto y seguridad a la labor de los periodistas y trabajadores de las comunicaciones, de existencia diversa en la propiedad de la prensa, y de desarrollo de medios.

Van 50 años de aquello, y el país, su sistema institucional, su marco democrático formal, su Constitución, presentan un déficit sintomático respecto a esta realidad, pasando de una constatable diversidad a una unidireccionalidad informativa/comunicacional. El Estado no responde como respondió en la etapa de la UP. De un sistema abierto, se pasó a un sistema cerrado.

Desde el punto de vista de contenidos, la revisión de la prensa de la época, da cuenta de una expansión casi sin límites de expresiones informativas y analíticas, de posturas editoriales, y del desarrollo material y financiero de todos los medios, desde los empresariales y corporativos, pasando por los estatales, hasta los populares, partidarios y sociales.

Es más, los continuos titulares ofensivos, homofóbicos, discriminadores, groseros, que incluyeron el ataque soez y despiadado a la figura presidencial, dan cuenta de lo que algunos consideraron ruptura de límites en la llamada libertad de prensa.

Los datos

De acuerdo a multiplicidad de investigaciones y fuentes, durante los tres años de la Unidad Popular funcionaron, a lo menos, una veintena de periódicos de circulación nacional con heterogeneidad en la propiedad. La lista de ellos demuestra la prevalencia de un equilibrio político e informativo. Claro que en términos porcentuales se dispara a favor de la prensa conservadora si se consideran los diarios regionales.

Al inicio del periodo del gobierno popular existía la televisión universitaria y se desarrolló y fortaleció Televisión Nacional de Chile como un medio estatal y de servicio público. En el ámbito radial continuaron funcionando al menos una decena de radioemisoras de propiedad empresarial y corte editorial de derecha, junto a la expansión de muchas emisoras populares y vinculadas a partidos de izquierda.

La propiedad de medios fue variada. No se afectó a los grandes consorcios periodísticos, incluido el Grupo Edwards, que llegó a tener financiamiento de la Central de Inteligencia Americana (CIA), de acuerdo a la investigación del Senado de Estados Unidos. Se afianzó la propiedad que tenían algunos partidos políticos y organizaciones sindicales sobre varios medios de comunicación, y algunos subsistieron en base a pequeñas o medianas empresas que tenían solo ese fin.

Destacan medios como Puro Chile, El Siglo, Noticias de Última Hora, Clarín, Punto Final, Principios, Chile Hoy, Paloma, radios Magallanes, Corporación, Nacional, en el espectro popular y adherentes al proceso popular. En el campo conservador y de confrontación al gobierno estuvieron El Mercurio, La Tercera, Tribuna, La Prensa, Qué Pasa, Sepa, La Segunda, PEC, Las Últimas Noticias, Ercilla y radios Agricultura, Minería, Portales, Balmaceda. En materia de canales, el contraste de la lucha ideológica se materializó en los contenidos y transmisiones de Canal 9, comprometido con el proceso transformador, y Canal 13, dedicado a ir en contra de las medidas del gobierno de Allende.

Hay que incluir en ese contexto, la expansión de diversidad de publicaciones de Universidades de todo el país. La creación y producción de una rica variedad de libros y ediciones de la Editorial Quimantú, fundada por el gobierno popular en una iniciativa nunca vista, ni vuelta a repetir.

En Chile, en esos tres años, se reforzó el trabajo de agencias informativas estadounidenses, como United Press International (UPI) y Associated Press (AP), junto a France Press (AFP), EFE de España y ANSA de Italia, entre otras. La llegada del gobierno popular y la apertura informativa, permitió que se instalaran las agencias de noticias Xinhua de China, Prensa Latina de Cuba, Tass de la Unión Soviética, entre otras.

El factor cualitativo

En el aspecto cualitativo del escenario medial chileno en esa época, que se fue dibujando desde la década del sesenta del siglo pasado, se constató un alto nivel de tensión y disputa en el espacio informativo/comunicacional, que obedeció a un indesmentible compromiso ideológico y de vínculo a proyectos/país que se confrontaban, de parte de los medios.

Primero, no hubo medio de prensa prácticamente que no tomara posición respecto al proceso que se vivía, y segundo, como nunca en períodos convulsos, quedó expresado de forma latente y convincente que los medios -de cualquier tipo- responden a intereses económicos e ideológicos, a proyectos políticos, dependen de quienes los sostienen e incluso pueden llegar a cumplir roles conspirativos.

Se repitió hasta el cansancio el papel decisivo que cumplen los medios de comunicación en los procesos políticos y sociales, lo que fue asumido por las fuerzas populares tanto como las fuerzas conservadoras. Llama la atención que transcurridos cincuenta años, sobre todo iniciado el proceso pos dictatorial, lo anterior fue relativizado o despreciado por sectores progresistas y de izquierda, renunciando al potenciamiento y apoyo a instrumentos de prensa propia.

En ese marco, se dio la situación compleja -hasta el punto de ser motivo de análisis y debate hasta hoy- de parte del gobierno y particularmente de Salvador Allende, de respetar y garantizar el pleno derecho a la información y el derecho a la expresión de los distintos actores, incluidos los más recalcitrantes opositores al proceso transformador. Se buscó no inhibir, cercar, contener, clausurar los medios que representaban a los sectores de la burguesía, de la derecha (incluida a la Democracia Cristiana), del latifundismo, ultraconservadores y conspiradores.

Al mismo tiempo se hizo un esfuerzo denodado, entusiasta y decidido por desarrollar medios de prensa populares y de izquierda en distinto formatos, reforzando los existentes. Se asumió como nunca la voluntad de contar con medios propios y mantenerlos, como herramienta imprescindible en el decidor momento que se vivía. En definitiva, hubo la conciencia y la gestión para impulsar la existencia y permanencia de medios de izquierda, progresistas, de los trabajadores, populares y emancipadores. Que fueran capaces de vencer en la batalla ideológica, comunicacional y cultural que se libraba y garantizar la información veraz y oportuna.

El Presidente Allende indicó en un momento que “no vamos a suprimir los medios de difusión que tiene la burguesía, pero vamos a cohesionar los nuestros, vamos a aumentar los nuestros”. Además, estableció que “no buscamos el monopolio de la información”.

Eran, por lo demás, los tiempos en que la Constitución de Chile establecía que “no podrá ser constitutivo de delito o abuso sustentar o difundir cualquiera idea política”. Además, que “toda persona natural o jurídica, especialmente las universidades y los partidos políticos, tendrán el derecho de organizar, fundar y mantener diarios, revistas, periódicos y estaciones transmisoras de radio, en las condiciones que establezca la ley”.

Allende y el periodismo

El Presidente Salvador Allende tuvo una habitual y abierta relación con la prensa, ofreció innumerables conferencias de prensa -con periodistas nacionales y extranjeros-, debatió con los medios, mantuvo vínculos con profesionales de distintas tendencias políticas a los que conocía desde sus tiempos de parlamentario. En un momento, al año de haber asumido, el mandatario evaluó el nivel de desinformación y tergiversación que había en torno de la gestión del gobierno de la Unidad Popular y decidió iniciar la Operación Verdad que se convirtió en un bastión comunicacional.

Hubo tres sucesos significativos en la exposición del pensamiento de Allende respecto al papel de la prensa y de los periodistas. Sus palabras en el Día Nacional de la Prensa, en febrero de 1971; su discurso ante la Asamblea Nacional de Periodistas de Izquierda en abril de ese mismo año; y el encuentro con la prensa extranjera, en La Moneda, en marzo de 1971.

Siempre reivindicó -desde el papel del cura Camilo Henríquez y su lucha independentista y en la fundación de la Aurora de Chile, pasando por el rol del líder obrero Luis Emilio Recabarren en el impulso de la prensa obrera y emancipadora, hasta compromisos revolucionarios como el del periodista Elmo Catalán- el desempeño de la prensa de izquierda y transformadora, sin dejar de reflexionar y debatir sobre el papel de los medios de comunicación, siempre estableciendo una mirada de clase y de contenido ideológico.

Llegó a ser muy preciso. Por ejemplo, en una de sus intervenciones sostuvo que existía un periodismo de trinchera vinculado al pueblo, y un periodismo de tribuna ligado a la clase dominante. “El periodismo de trinchera está destinado a defender ideas y principios; le tengo más miedo al periodismo de tribuna disimulado que mete el contrabando sobre la base que sus argumentaciones sinuosas y que representan precisamente el escamoteo de la auténtica verdad que vivimos” afirmó.

Hablando del período que se vivía, el Presidente sostuvo en 1971: “Camilo Henríquez fue un periodista de trinchera, porque defendía con pasión la posibilidad de una Patria independiente y soberana. Recabarren fue un periodista de trinchera, porque defendía su concepción de un mundo distinto. Yo no vengo a reclamar como Presidente de Chile sino una cosa de los periodistas: los que comparten nuestras ideas que las defiendan con decisión y valentía, orgullosos de comprender que el mundo avanza, que no puede detenerse ante las mareas de la historia, y aquellos que no comparten nuestras ideas, que tengan la objetividad suficiente para decir la verdad, y que reconozcan que en este gobierno como en pocos o en ninguno, ha habido y habrá la más amplia libertad y el respeto para todas las ideas expresadas dentro de los cauces que implican una ética y una moral dentro de la ley, que los rige”.

Enfatizando en la misión de la prensa y de los periodistas, Salvador Allende preguntó: “¿Quién más que los periodistas para hacer de su tarea y de su labor una función ennoblecida en el planteamiento objetivo y real de los hechos que vive Chile, y de los hechos que más allá de la frontera hacen los pueblos que al igual que el nuestro, luchan y bregan por una sociedad distinta? ¿Quién más que los periodistas pueden contribuir por su propia creación y más allá del subjetivismo que forma indiscutiblemente parte de su labor hacer posible que el hecho real que convivimos tenga la dimensión que tiene y no la que quisieran otros que fuera para poder de esta manera luchar en contra de la voluntad de Chile y abrirse un camino distinto de justicia social y de respeto a la personalidad humana?…¿No habrá llegado acaso y yo le pregunto a los periodistas, el instante de que seamos capaces nosotros de hacer la Operación Verdad, para terminar con la cortina de mentiras que, artificialmente, se levanta en contra de Chile y, precisamente, en contra de los periodistas y en contra de la libertad de prensa? ¿Dónde y en cuántos países de este continente o de otros continentes hay más amplia libertad para expresar lo que se quiera, para disentir diaria y permanentemente de la acción del gobierno y de los gobernantes? ¿Qué periodista puede decir que en Chile no tiene acceso el diálogo, a la conversación o a la discusión no sólo con los funcionarios de la alta jerarquía, con los ministros de Estado, sino con el propio Presidente de la República?”.

En definitiva, los datos y los hechos dan cuenta de que la doctrina democrática y transformadora de la Unidad Popular y del Presidente Allende se reflejó sin cortapisas en el ámbito medial y hasta hoy, transcurrido medio siglo, no se ha podido igualar el escenario diverso, variopinto y de derechos que existió entre 1970 y 1973.

(*)Director de El Siglo. Artículo publicado en el número 49 de 2020 de la revista “Araucaria de Chile”