La adjudicación que hizo Corfo a consorcio de EU por sobre entidades chilenas

Esta frustrante noticia se recibe como un mensaje claro del Gobierno a su país: que no confía en sus instituciones, ni en sus universidades, ni en sus empresas innovadoras, ni en las capacidades de sus profesionales. La Carta Abierta a Chile y sus autoridades.

Francisco Martínez Concha. Decano Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas. Universidad de Chile. 01/2021. Corfo adjudicó la licitación del Instituto de Tecnologías Limpias (ITL) a un consorcio de universidades de EE.UU. Como Decano de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, sostengo que la calidad técnica de nuestra propuesta -presentada por el Consorcio ASDIT- es igual o superior a la adjudicada, opinión que coincide con la de los expertos internacionales que las evaluaron.

Así, sería la evaluación de las instancias de Corfo lo que cambió el resultado. Además, cabe mencionar que el ITL tiene un presupuesto de 192 millones de dólares, el 30% del presupuesto del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación. Es en base a esta evidencia que manifiesto lo que sigue a continuación.

Esta frustrante noticia se recibe como un mensaje claro del Gobierno a su país: que no confía en sus instituciones, ni en sus universidades, ni en sus empresas innovadoras, ni en las capacidades de sus profesionales. Que no cree en el manoseado discurso de transformar nuestra producción extractiva de recursos en una moderna basada en la innovación nacional. Nos dice que el litio y las energías limpias son recursos naturales explotables por potencias extranjeras, sin desarrollo tecnológico local alguno, como lo fueron el salitre y el cobre, como sabemos se hace en los países subdesarrollados. Que las y los jóvenes brillantes de nuestro país bien pueden estudiar en las mejores universidades nacionales, pero que mejor se doctoren en el extranjero con becas chilenas y se queden allá, porque así tendrán acceso a las mejores oportunidades que Chile ofrece a esos países para hacer innovación avanzada en nuestro suelo y financiada por nuestros recursos. Que las esperanzas y la necesidad de contar con mayores recursos en investigación y desarrollo no serán realidad, aún cuando haya recursos, como es en este caso. En fin, que el acceso a la innovación continuará como hasta ahora, en base a tecnología avanzada extranjera que pagaremos con trabajo de bajo valor agregado y que da lo mismo desarrollar capacidades tecnológicas propias o extranjeras.

Este mensaje nos resulta insultante e ignorante. Desconoce las capacidades creadas con gran esfuerzo en Chile en ciencia y tecnología, las que son reconocidas internacionalmente por nuestros pares expertos. No contempla que el desarrollo sostenible requiere de conocimiento, desarrollo tecnológico e innovación nacional, lo que se basa en formación de recursos humanos avanzados y en instituciones de investigación que le den sustento. En suma, no concibe que es esencial una mayor madurez cultural, en confiar en uno mismo, en dejar de depender de una mano externa para construir un camino propio.

Hago un llamado a las autoridades nacionales a reflexionar muy seriamente sobre las consecuencias de esta decisión en nuestra sociedad. A ponderar el grave impacto que tiene en nuestra soberanía material e intelectual, en los trabajadores y en la población del Norte de Chile, en las empresas nacionales, en nuestras universidades y en los sueños de nuestra juventud. Les llamo a enfrentar este punto de inflexión, entre una visión cómoda, pero dependiente y basada en la extracción de nuestros recursos naturales y la otra, que asume los desafíos de una nueva era basada en el conocimiento y en el desarrollo soberano de nuestros recursos materiales y humanos.

(El Siglo es Soberanía Informativa. Información para el Conocimiento. Por ello es generador de contenidos que contribuyen al análisis, el debate, la profundización temática)