Si no van a ayudar, no estorben

Difícilmente encontraremos episodios que revelan una actuación tan contraria a la dignidad como bajo el Gobierno de Sebastián Piñera y su Ministro de Hacienda, Ignacio Briones.

Karol Cariola. Diputada. 11/11/2020. Si bien la historia de nuestro país registra mucha miseria y abuso contra nuestro pueblo, difícilmente encontraremos episodios que revelan una actuación tan contraria a la dignidad que merecemos como lo que hemos visto bajo el Gobierno de Sebastián Piñera y su Ministro de Hacienda, Ignacio Briones.

En la actual crisis sanitaria -con consecuencias económica y sociales-, hemos visto que las familias de la clase trabajadora, principalmente las jefas de hogar, las mujeres, las personas mayores, y en general las y los pobladores y trabajadores, han vivido en carne propia todo lo que ha significado la indolencia y ausencia del Gobierno, enfrentándolo con las únicas herramientas a su disposición: la organización y la solidaridad. De esta manera, las ollas comunes, compras solidarias y colectas, han sido las formas que se han generado para enfrentar la pandemia y sus consecuencias económicas, a las que se suman los problemas sociales de hacinamiento, pobreza, hambre, aumento de la cesantía, los contagios masivos que ha llevado a familias completas a tener que lamentar la pérdida inesperada de los seres queridos.

En todos estos meses justamente lo que menos se ha visto es la ayuda del Estado, lo que más ha faltado es el deber de este Gobierno, y el gran ausente es el Ministro de Hacienda. Un Ministro de Hacienda que ha estado disponible para indagar en la privacidad de las personas recopilando datos para perseguir a quienes, necesitados en lo personal o en su núcleo cercano, requirieron un mínimo de apoyo como el primer retiro del 10% o la solicitud del bono clase media. De esta manera, los defensores del modelo, para proteger a la industria privada de pensiones, rasgan vestiduras hablando de que los cotizantes son los dueños de los fondos, pero cuando esos fondos se requieren con urgencia, cuando buscamos ayuda y salidas urgentes, la amenaza es llevarlo al Tribunal Constitucional, o actuar como un Estado Policial que solicita datos sensibles y personales, casi como medida de amedrentamiento.

El ministro y el Gobierno, condenados a la sobreideología de la injusticia, no miran ni escuchan siquiera a los propios modelos que dicen seguir. El informe “Una mirada a las pensiones” de la OCDE, de 2019, señala que la tasa de reemplazo -esto es, la relación entre el último sueldo percibido y monto de la primera pensión- es de apenas un 37,3%, siendo la séptima peor de un grupo de 36 países. La OCDE, a quien nadie podría acusar de ser una organización de izquierda, le está diciendo al ministro que con o sin retiro del 10%, el sistema de AFP sólo puede entregar pensiones de miseria. La OIT mediante su informe “La reversión de la privatización de las pensiones: Reconstruyendo los sistemas públicos de pensiones en los países de Europa Oriental y América Latina (2000-2018)” señala que entre 1981 y 2014 treinta países privatizaron total o parcialmente sus sistemas de pensiones -a la manera de Chile con las AFP- pero ya en 2018, otros dieciocho países han revertido esa medida, es decir, el único sistema que ha demostrado empíricamente su fracasado, es el de las pensiones privadas, ese sistema que el Ministro Briones y el presidente Piñera defienden a brazo partido, aún a costa de la salud y la vida de nuestros compatriotas.

Es este mismo Gobierno sobreideologizado el que se ha negado persistentemente a otras alternativas. Como Partido Comunista hemos dicho hasta el cansancio que retirar los fondos de los trabajadores no es lo ideal, porque no queremos que nuestro pueblo se vea obligado a rascarse con sus propias uñas, a comerse sus ahorros para que otros puedan seguir acumulando riqueza. Y tenemos una propuesta complementaria a la medida de emergencia del retiro del 10%, que es el proyecto que crea un impuesto por una sola vez a las grandes fortunas de nuestro país, el llamado “Impuesto a los súper ricos”, que es simplemente que las mayores riquezas personales -concentradas en el 0,1% de los chilenos y chilenas-, paguen un impuesto de un 2,5%. Y con la recaudación fiscal que se obtenga se logre solventar una Renta Básica de Emergencia por tres meses, sobre la línea de la pobreza, para quienes hoy lo necesitan.

A diferencia de los retiros de fondos de pensiones, que responden a una idea individual y de propiedad privada de los fondos, un impuesto de este tipo se relaciona más con la idea de responsabilidad, ya que aquellos que más patrimonio han logrado acumular en tiempos de abundancia, en uso y abuso de un modelo económico neoliberal, deben tener mayores responsabilidades para contribuir con el resto de la población, sobre todo en tiempos difíciles. Además, se puede considerar como un impuesto progresivo y redistributivo, ya que, si consideramos que entre el 1% más rico, las mujeres dueñas de esas cantidades de patrimonio son escasas (entre 0 y menos de 10% de quienes pertenecen a ese grupo), y porque distribuye riqueza desde la minoría a la mayoría.

El Ministro Briones tiene que dejar de mentirle a la ciudadanía. Ni el impuesto a los súper ricos, ni el segundo retiro del 10%  provocarán el caos económico con que los agoreros nos amenazan. Los grandes patrimonios gozan de una estabilidad que los fondos de pensiones no tienen. Al contrario del sostenido crecimiento de las utilidades de la industria, la rentabilidad de los fondos sufre los vaivenes de la economía, cuyos costos los pagan los trabajadores y trabajadoras afiliados al sistema privado de pensiones.

Este segundo retiro de un 10% de los fondos de pensiones no es más que la muestra del mayor dilema y contradicción en la seguridad social y en la injusticia en la distribución de las riquezas: O nos enfrentamos de una vez por todas a la barrera de la ideología neoliberal y cambiamos de raíz el sistema de pensiones y el sistema tributario, o dejamos a nuestro pueblo entregado no solo a su suerte, sino que a la inclemencia de las emergencias y a los abusos del mercado.