El Chile que viene o el que fue

El problema de la unidad no es solo tener un enemigo común, sino que exista un punto al cual converger, ese punto político depende de las hegemonías que se construyan en la izquierda.

Fernando Carmona Alert. Economista. 02/10/2020. Luego de que los partidos políticos de oposición no pudieran ponerse de acuerdo en una primaria común para las candidaturas de alcaldes y gobernadores, han aparecido las explicaciones de todos los incumbentes, pero más allá de la casuística, la imposibilidad de las alianzas viene de un diagnóstico que aún no ha hecho síntesis, que dice relación con cuál es la evaluación de los gobiernos de Concertación para el país y con cuanta fuerza vuelve la ciudadanía a las elecciones.

El estallido social dejó en la retina una frase, “no fueron 30 pesos fueron 30 años”, para dejar en claro que el malestar empezó con la salida de la dictadura, pues si bien se entiende que la dictadura iba a impulsar las nefastas políticas neoliberales, lo que se cuestiona es por qué en democracia esas mismas políticas no se revirtieron.

El problema así definido tiene muchos ámbitos de discusión, como por ejemplo cuál es la evaluación de la política de los consensos, cuál es la evaluación de las privatizaciones y concesiones, cuál es la evaluación sobre las políticas en materia de educación, salud o pensiones, cuál es la evaluación del espacio que se le dio al movimiento sindical, cuál es la evaluación sobre las políticas macro y los tratados de libre comercio, cuáles fueron los derechos medioambientales etc.

En general, los partidos de la ex Concertación, defienden su legado, paradójicamente lo hacen igual que la dictadura, parten de sus logros económicos. Pero además alegan que en esas circunstancias no se podía más, que hacer consensos con la derecha era el camino de darle viabilidad institucional a la democracia reciente.

De manera paternalista, algunos miembros de la ex Concertación, piensan que esta es una pataleta, que al final del día son los hijos que no quieren reconocer al padre, que no queda otra opción que la unidad para derrotar a la derecha y que ese objetivo nos debe convocar a todos.

Por otro lado, los partidos de izquierda han construido su épica post dictadura, en el conflicto con las políticas impulsadas por la Concertación, denunciando el mercantilismo de los derechos sociales y la ausencia de un Estado que pudiera ayudar a contrapesar el gran poder del empresariado Chileno.

Los partidos de izquierda, dudan de la legitimidad de la ex Concertación en el marco del estallido social, aparecen como políticos que se tratan de incluir en un proceso del que no son parte, un proceso que los interpela, entonces el desafío es derrotar todo aquello que gobernó durante 30 años con la reglas de la dictadura.

Llevado al desacuerdo sobre las primarias se puede incluir un elemento más. Para las últimas presidenciales votaron 6.9 millones de personas, el 49% del padrón y de ellos la Nueva Mayoría (incluyendo al PC) obtuvo poco más del 20% en un empate técnico con el Frente Amplio. Hay quienes piensen que la responsabilidad es de las candidaturas, pero parece más bien un llamado de atención previó al estallido de octubre, la política de los consensos ya no era capaz de estabilizar la amplia desigualdad que vivía el país.

Luego, si tomamos en consideración que el plebiscito podría llegar a tener una participación de hasta un 80%, es decir, 11.2 millones de personas y que por lo tanto  4.2 millones de votantes se sumarán a la disputa democrática, con el efecto directo en las municipales donde se espera que la votación doble a lo acostumbrado, entonces el escenario democrático ha entrado en una situación de amplia incertidumbre.

En esta incertidumbre, saber qué valoración sobre los gobiernos de la Concertación será mayoritaria no es tarea fácil, es claro que si los partidos de la ex concertación reagrupados tienen razón, entonces la equivocación es de la izquierda y corre el serio riesgo de volver a una zona marginal de la política, volvemos a la política de lo que fue.

Si en cambio, la opinión de las fuerzas de izquierda es mayoritaria, entonces los partidos de la ex Concertación corren el riesgo de quedar disminuidos, ha sido un gran error volver a conformarse como bloque pues se han  expuestos frente a los votantes. En este caso no hacer el acuerdo es un camino acertado y la convocatoria es a derrotar la política de los 90.

Todo esto va a quedar más definido a partir del 25 de octubre, donde una de las principales métricas será el nivel de participación y convención constituyente, que nos dará la nueva dimensión de la derecha y la izquierda, luego en un escenario convulso la izquierda  se disputará entre la profundidad de los cambios es capaz de ofrecer al pueblo cada conglomerado.

Un elemento prospectivo parece ser la nula capacidad de la ex Concertación de tener candidatos presidenciales creíbles y la consolidación  de la candidatura de Daniel Jadue con un discurso que interpreta el 18 de octubre en clave capital/trabajo.

El problema de la unidad no es solo tener un enemigo común, sino el que exista un punto al cual converger, ese punto político depende de las hegemonías que se construyan en la izquierda, así la unidad queda determinada no solo por el acuerdo con el proyecto político de unidad, también por el abandono del proyecto minoritario, algo que ninguna fuerza política está disponible a hacer, mientras no sepamos si estamos en el Chile que viene o en el que fue.