Ciento siete años de luchas.

Por Patricio Gutiérrez.

Sumergidos como estamos en el fetichismo del «neoliberalismo», asfixiados por la parafernalia enajenante de la propaganda oficial alusiva a nuestros «éxitos» como país y a nuestra pretendida «libertad» como «ciudadanos»; prisioneros del clima promovido por la necesidad de cohesión y estabilidad política de la élite que dirige el Estado expresada en la así llamada «gobernabilidad» —que sabemos tributaria de otras necesidades más profundas de manutención y reproducción del sistema imperante—, el recuerdo de la figura de Luis Emilio Recabarren fundador de nuestro Partido, se yergue ante nosotros como un símbolo de resistencia a la vulgaridad reinante; como una conducta ética y política que, desde sus discursos, iluminaba con una nueva luz nuestros aciagos días de la barbarie capitalista, en los que la derrota perpetrada a los trabajadores por los años de dictadura se prolonga y se perfecciona hasta hoy a través de los gobiernos civiles que le sucedieron, mostrando sus huellas y proyectando sus secuelas sobre nuestra actual sociedad, promoviendo su chauvinismo patriotero y nacionalista con el objetivo de mantener separados a los pueblos de nuestra latinoamerica. 

«Estamos convencidos, desde hace tiempo —escribía Recabarren en 1910, en su folleto Ricos y pobres a través de un siglo de vida republicana—, que no tenemos nada que ver con la fecha llamada el aniversario de la independencia nacional… el pueblo, la clase trabajadora, que siempre vivió en la miseria, no ganó nada y no gana nada con la independencia… La fecha gloriosa de la emancipación del pueblo todavía no ha sonado, las clases populares viven aún en la esclavitud, encadenadas al orden económico por el salario y al orden político por el fraude…». [1]

Al expresarse así, desmitificando el oropel de la «independencia» y su expresión nacionalista junto a la falacia de un pueblo que luchaba por conseguirla, Recabarren estaba perfectamente consciente que no iba a granjearse el favor de la élite y ni menos aún el aplauso de la mayoría de los habitantes del Chile realmente existente, sometidos como éstos estaban y se podría decir sin lugar a equivocarse que están, en su condición subalterna, al sentido común patriotero y mixtificador instalado por el discurso plutocratico y por la historiografía puesta a su servicio de sus propios intereses. Como dijera José Carlos Mariátegui, con relación al Perú de la década de 1920, «la revolución de la independencia está relativamente demasiado próxima, sus mitos y sus símbolos demasiado vivos… la ilusión de la soberanía nacional se conserva en sus principales efectos». [2] Todo esto sin embargo no importaba. Recabarren planteaba el problema porque era necesario hacerlo y con ello contribuir a instalar una mirada que esclareciera el mundo de los trabajadores sobre este aspecto de la historia local; porque, tal como señalaría una década después en su epígrafe el Ordine nuovo de Antonio Gramsci, «la verdad es revolucionaria». [3] Y Recabarren hacía ondear esta concepción, disputándole el lugar a las leyendas de la ideología oligárquica pasadas y actuales que circulan impunemente entre nosotros.

       Es justamente esta extrema radicalidad ética que acompañó a Recabarren, su prédica, sus virtudes cívicas, su denodado esfuerzo en la labor organizativa de la clase obrera y del movimiento popular. Estos elementos de su vida y de su conducta constituyen una lección que conlleva para nosotros, una inmensa actualidad.

       Es en esta lucha social y política que en 1912 Luis Emilio Recabarren junto a unos 30 obreros fundaron en el corazón del enclave capitalista del norte chileno, en la ciudad de Iquique el Partido Obrero Socialista que fuera el primer instrumento político que se propuso luchar por la emancipación de los obreros. Proceso que llevo a Recabarren ir creciendo política e ideológicamente, y es así como, en el III congreso del Partido Obrero Socialista celebrado en Rancagua el primero y segundo día de enero de 1922 que se decide por unanimidad asumir el nombre de Partido Comunista de Chile.

Nuestro Partido así se convierte en un actor relevante en la sociedad y la política chilena, siempre dispuesto a luchar, a pesar de una historia de represión constante; recordemos que estuvo proscrito e ilegalizado entre los años 1927 y 1931 por la dictadura del general Carlos Ibáñez del Campo. Fue ilegalizado, perseguido, relegado, asesinado y sometido a la prisión de muchos de sus militantes en el campo de concentración de Pisagua ocupado muchas veces por el autoritarismo chileno para reprimirnos. Bajo el gobierno de González Videla, entre 1946 y 1952, se Dictó la Ley Maldita que proscribió al Partido, asumiendo un largo periodo de clandestinidad y lucha, situación que continuó bajo el segundo gobierno de Carlos Ibáñez del Campo hasta el año 1958, sin embargo a pesar de las dificultades, sus militantes supieron levantarse y contribuir a forjar la unidad y el entendimiento entre las fuerzas progresistas de izquierda. En plena clandestinidad el año 1952 se formó el Frente del Pueblo que levantó por primera vez la candidatura de Salvador Allende a la Presidencia de la República.

En 1956 se conforma el Frente de Acción Popular, FRAP, que el año 1957 elige 25 parlamentarios y el año 1958 lleva nuevamente al Compañero Presidente como candidato, quien pierde la elección por muy pocos votos. En 1964 el FRAP insiste con la candidatura a la presidencia de Salvador Allende. Ocasión en que la derecha optó por no llevar candidato y apoyar a Frei Montalva, para evitar el triunfo de Allende. En diciembre de 1969 se forma la Unidad Popular, que logra el histórico triunfo de la clase trabajado y popular de ganar la presidencia con Salvador Allende el 4 de septiembre de 1970, proceso que nos invita constantemente a buscar en dicha experiencia la unidad de todas las fuerzas para transformar la sociedad actual.

El gobierno de Salvador Allende ha quedado en la historia como un intento de avanzar hacia el socialismo por las vías institucionales, profundizando la democracia burguesa en vías del socialismo y mediante las medidas de soberanía y de equidad social que tomó durante su mandato asegurar la nacionalización de las riquezas naturales. Quedan marcadas a fuego la Nacionalización del cobre, La Reforma Agraria con la histórica entrega de tierras a los campesinos, la participación de los trabajadores en la dirección del proceso productivo de empresas del Estado y un creciente desarrollo de la participación popular y de la promoción del arte y la cultura en toda la sociedad.

Proceso de profunda conciencia obrera y popular que terminó abruptamente con El Golpe Cívico Militar. La Dictadura que en sus 17 años de terror se constituyó sin duda alguna en el tiempo más dramático y complejo que debió enfrentar nuestro Partido en su historia. Era difícil imaginar la profundidad y la extensión de la represión desatada, la crueldad y la intensidad de las torturas, el trato inhumano, los crímenes, las vejaciones y el exterminio que se cometieron contra los militantes de izquierda y dirigentes sindicales y sociales. Pero sin duda alguna y gracias a la solidaridad internacional el Partido pudo levantar la organización y la lucha, frente a los asesinatos de sus direcciones y militantes se decide crear el Frente Patriótico Manuel Rodríguez brazo armado que dio una luz de esperanza para salir de las noches más oscura del terror, nos queda más que estar profundamente agradecidos con los héroes del pueblo que dieron la vida para derrocar la Dictadura.

No hay que olvidar que fueron más de mil ejecutados políticos, entre ellos 500 militantes de nuestro Partido, sumado a miles de torturados y exiliados, tenemos que decir además tristemente que existen más de tres mil detenidos desaparecidos que hasta el día de hoy se sigue en su búsqueda, para nuestro Partido, Verdad y Justicia son consignas irrenunciables.

Sin duda que la herencia de muertes e injusticia es el peor legado de la dictadura cívico militar, pero no hay que olvidar que el sistema neoliberal es el fruto más nefasto que sigue oprimiendo a la sociedad, modelo económico social servicial a las elites plutocráticas nacionales e internacionales. Chile se ha convertido en el paradigma de “desarrollo” a imitar por las elites latinoamericanas, sin lugar a duda proyecto hegemónico impulsado por Estados Unidos.

Actualmente, el Partido ha logrado fisurar el proyecto hegemónico de exclusión de la Derecha chilena había sometido al sistema político, logrando participar en el Gobierno de la Nueva Mayoría, liderado por la presidente Michelle Bachelet 2014-218, esto permitió que pudiéramos elegir 6 diputados que han establecido como norte impulsar reformas que alcancen procesos de profundización democrática. En la actualidad y visualizando esta nueva ola neoliberal que ha llevado a Sebastián Piñera a la Presidencia, tenemos 8 representantes que siguen luchando por defender lo ganado en el gobierno anterior y no retroceder en los derechos de los trabajadores bajo este gobierno plutocrático.

En esta perspectiva América Latina hoy se encuentra en un proceso de retroceso político que ha provocado una restauración neoconservadora de la Derecha, lo que ha permitido profundizar en la concentración de la riqueza, la pobreza y la violencia en nuestro continente, esto va de la mano con los gobiernos neoliberales y las elites ligadas al gran capital, la mano de este nuevo Plan Condor lo están sufriendo nuestros pueblos, es imperativo fortalecer la solidaridad y la unión latinoamericana para hacer frente a este nuevo proceso de concentración del capital.

Hoy, en la boca de sus herederos “liberales” “progresistas” y de “izquierda renovada”, de los que seguramente siempre aspiraron a transformarse en miembros de la élite plutocratica dentro de la que no nacieron, pero a la cual siempre secretamente aspiraron a pertenecer y a cuya visión de mundo se asimilaron, el discurso y la practica neoliberal se hace cada día mas carne en las sociedades latinoamericanas. No olvidemos compañeros que las potencialidades de la ideología neoliberal es ante todo, una teoría político-económica que afirma que la mejor manera de promover el bienestar del ser humano consiste en no restringir el libre desarrollo de las capacidades y de las libertades empresariales del individuo dentro de un marco institucional caracterizado por derechos de propiedad privada incuestionables, mercados libres y libertad de comercio, claro está que dicho proyecto no sería posible sin el rol del Estado donde los atributos coercitivos para asegurar el marco institucional para las elites es fundamental.[4]

Los partidos comunistas y sus aliados de izquierda mediante la solidaridad internacional deben afianzar y buscar un programa continental que de una salida a esta nueva ola neoconservadora y neoliberal. En este proceso, la clase trabajadora debe ir cavando las trincheras destinadas a ir construyendo y reconstruyendo un tejido cultural capaz de operar como eje aglutinador de un movimiento social que vaya potenciando una cultura con miras al socialismo que avance en la formación de una hegemonía de los trabajadores, hegemonía que, siendo ella en sí misma poder, abre el camino, o en rigor, diversos caminos, a la resolución de los problema que éste plantea en cada una de las sociedades, tarea que se hace absolutamente primordial puesto que cada día se avanza con desenfreno a la barbarie.

     Estimados compañeros nos encontramos en una disyuntiva crítica que marca el fin de una historia y el comienzo de otra. La democracia no puede ser concebida como un simple conjunto de instituciones y derechos politicos. Tampoco el hecho de vivir en una sociedad relativamente abierta garantiza la salud del sistema democrático. El mercado capitalista requiere de una sociedad más o menos abierta, pero abierta a la circulación de mercancías y capitales. El capitalismo puede encontrarse perfectamente bien servido por un sistema político democratico y un estado autoritario. Por ello, la democracia está siempre amenazada por aquellas fuerzas económicas que quieren reducir la sociedad al mercado, y el trabajador al simple rol de consumidor.

     Cabe recordar compañeros las palabras siempre actuales de Marx en el Manifiesto el cual señala que “…. espoleado por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía dio un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de los países… las antiguas industrias han sido destruidas y están destruyéndose continuamente…”[5]

     No olvidemos que el neoliberalismo es un proyecto “ideológico que desconfía de la democracia… El neoliberalismo no cree en la justicia social, rechaza la idea de bien común, absolutiza el mercado libre, se opone a los sindicatos como atentatorios a la libertad de empresa. Es una postura ideológica que quiere maximizar la explotación capitalista del trabajo sin limitaciones de ningún tipo que no sean las que el mercado libre tolere.

Compañeros la organización, la lucha y la solidaridad son lo mejor que sabemos hacer y es la mejor arma contra el Capital, nuestra disyuntiva fue sintetizada magistralmente por esa enorme mujer, nuestra querida Rosa Luxemburgo la consigna sigue siendo Socialismo o Barbarie.

Compañeros desde este humilde lugar y cumpliendo 107 años de lucha, se asume que otra sociedad es posible y recordando también en este mes el natalicio de nuestro compañero presidente salvador Allende que en sus últimas horas de vida quizás premonitoriamente señalaba: Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

Por Recabarren, y por los miles de militante que dieron y dan la vida por un mundo mejor mil veces venceremos.

Viva el Partido Comunista de Chile.


[1] Luis Emilio Recabarren, Ricos y pobres a través de un siglo de vida republicana, Santiago de Chile, Imprenta New York, 1910; reproducido in Obras escogidas de Luis Emilio Recabarren, al cuidado de Jorge I. Barría, Julio  César Jobet y Luis Vitale, Santiago de Chile, Editorial Recabarren, 1965, pp. 74 y ss.

[2] José Carlos Mariátegui, «Punto de vista anti-imperialista», in Ideología y política, décimo octava edición, Lima, Amauta, 1987, p. 87.

[3] Cfr., Antonio Gramsci, Socialismo e fascismo. L’Ordine nuovo 1921-1922, settima edizione, Torino, Einaudi, 1978.

[4] Cfr. Harvey, David, Breve historia del Neoliberalismo, Akal, Madrid, España, 2007.

[5] Marx K, Ángel F, Manifiesto del Partido Comunista, Ed, Progreso, Moscú, 1981, Pág. 37.

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