Se nos fué Poli …

Su obra permanecerá como parte del patrimonio cultural nuestro y, como el de los grandes Gabriela Mistral y Pablo Neruda, de México en primer lugar y del resto de América Latina.

Germán Perotti. Poli Délano ocupó un lugar señero entre los creadores de nuestra generación. Además, fue un consecuente militante. Hijo de comunistas queridos por sus aportes a la cultura nacional, Poli supo continuar consecuentemente con esos ideales. Su obra permanecerá como parte del patrimonio cultural nuestro y, como el de los grandes Gabriela Mistral y Pablo Neruda, de México en primer lugar y del resto de América Latina.

Nació en Madrid, cuando sus padres estudiaban. Posteriormente Luis Enrique Délano, su padre, (el escritor más bueno de Chile, según Volodia Teitelboim) combinó una vida diplomática intensa pasando por México, donde trabajó junto a Neruda, por los Estados Unidos como Cónsul en Nueva York, por China varios años como agregado cultural, para culminar su carrera como embajador de Chile en Suecia, durante el gobierno popular. Poli pudo como niño y adolescente acompañar a sus padres en esos menesteres y de esa apertura a la vida y cultura de otros pueblos supo después compartir con nosotros experiencias con gran empatía, enriqueciendo nuestros conocimientos. No en vano ostenta el Premio Casa de las Américas de 1973 y el Premio Nacional de Cuento de México de 1975 entre sus méritos literarios.

Ubico a Poli en la generación de hijos, no solo carnales sino culturales, de esos grandes chilenos que forjaron el Chile que perdimos en 1973. La lista es larga, la encabezan nuestros premios Nobel y la preside Salvador Allende. Poli supo compartir esa experiencia porque tuvo la suerte de crecer al lado de ellos, especialmente Pablo Neruda en México, donde prácticamente convivieron durante buen tiempo. Nos deja una vasta obra en que vemos un Chile integrado a la cultura latinoamericana y mundial, superando el “aislamiento marítimo y cordillerano” en que los fatalistas de derecha nos han querido sumir.

Para los que vivimos en Suecia, la familia Délano tiene una connotación especial. Ha dejado una huella imperecedera como representante del gobierno en Chile que abrió esperanzas en el mundo. La sabiduría del padre y la creatividad de la madre, nos abrieron las puertas de los más variados sectores de la sociedad sueca cuando necesitamos recabar la solidaridad. Sin ellos, nuestra labor como chilenos habría sido mucho más difícil. Poli supo mantener ese recuerdo en su conexión y presencia con nosotros, aportando a la continuidad de los cálidos contactos que nos apoyaron durante casi dos decenios.

Hicimos “buenas migas” en esos aciagos días del fin de 1973 del inicio de la inmensa ola solidaria que nos brindó Suecia. Poli. Después de ser exonerado de su cargo de profesor del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, logró reunirse con sus padres y su familia en Estocolmo, cuando Luis Enrique Délano, en un acto de inmensa dignidad, argumentando que él no era embajador de fascistas, había entregado la embajada. Todo el clan Délano esperaba entonces la burocrática tramitación mexicana de una invitación para vivir y trabajar en México. Empero, no perdieron un día activando la solidaridad y presentándonos a los personeros con que trabajaríamos más tarde.

En México, los Délano jugaron un importante rol y Poli pudo ejercer docencia y escribir. De ellos nos siguieron llegando consejos e inspiración para mantenernos activos en la solidaridad. Más de alguna vez los tuvimos acá, invitados por las organizaciones suecas y aportaron con su conocimiento y sabiduría a mantener encendida la llama solidaria.

Nos seguiremos encontrando en tus libros Poli.

Fuente: El Siglo