“Hay que defenderse de la extrema derecha impidiéndoles que ataquen”: Maite Mola

Responsable de la Secretaría Internacional del Partido Comunista de España y Responsable Internacional del Partido de la Izquierda Europea, advirtió que “la ultraderecha está organizada a nivel planetario. Nosotros tenemos que hacer lo mismo y dejar de discutir…”. Añadió que “los gobiernos no son los únicos que deben de tomar medidas contra los antidemócratas; lxs antifascistas, defensores de los derechos humanos, solidarios…tenemos que salir a la calle a manifestarnos”. Sobre la guerra Rusia-Ucrania, sostuvo que “la perspectiva desde América Latina hacia la guerra está basada en el origen del conflicto, que fue la OTAN intentando cercar a Rusia; pero desde Europa estamos diciendo que lo que hizo Rusia es tremendo y que nunca tenía que haber desembocado en una guerra”.

Gema Delgado. “Mundo Obrero” (*). Madrid. 02/2023. Maite Mola (Bilbao, 1953) ha formado parte de todos los órganos de dirección del Partido Comunista de España y de Izquierda Unida. Feminista militante, llevó la Secretaría de la Mujer del PCE, y más tarde la Secretaría de Internacional entre otras muchas responsabilidades de carácter federal y territorial. Ejerció como catedrática de matemáticas en un instituto público de Navarra, hasta que dejó sus clases para trasladarse a Bruselas como vicepresidenta del Partido de la Izquierda Europea, además de coordinadora del Ejecutivo y Responsable de Internacional. Volcó su militancia, su cerebro científico y su vasta capacidad de análisis y de trabajo al Partido de la Izquierda Europa. Y a él llevó su impronta feminista. Es la cara y la referencia no sólo del PIE, sino de los 36 partidos miembros y observadores de la izquierda transformadora europea, la que más en profundidad les conoce en sus diferentes sensibilidades, caras y aristas y en la construcción del consenso con el que funcionan. Ha sido la vicepresidenta del PIE durante cuatro mandatos consecutivos, los dos últimos como vicepresidenta primera; y lo ha hecho con tres presidentes diferentes. En el VII Congreso del PIE, en diciembre, ha dado un paso al lado para dejar espacio a otra gente, pero seguirá participando en el Secretariado y llevando las relaciones internacionales del Partido, actividad que ya ejerce desde 2010.

¿Cómo trabaja el Partido de la Izquierda Europea sus relaciones internacionales?

El PIE es un partido joven. Nació en 2004 y fue creciendo con el tiempo. Los primeros años las relaciones internacionales tenían una mirada hacia América Latina y el Foro de Sao Paulo, que siempre han sido una referencia para el PIE. Pero a partir de 2015 empezamos a trabajar más fuerte en Oriente Medio, a mirar hacia Asia y a América del Norte. Ahora toca reforzar esa relación y mirar también hacia Oceanía.

La guerra mata en Ucrania pero los impactos retumban en todo el planeta y no sólo a nivel geopolítico y económico. También golpea en lo ideológico ¿cómo está repercutiendo en la izquierda?

Es un problema importante y que nos divide. La perspectiva desde América Latina hacia la guerra está basada en el origen del conflicto, que fue la OTAN intentando cercar a Rusia; pero desde Europa estamos diciendo que lo que hizo Rusia es tremendo y que nunca tenía que haber desembocado en una guerra. Y a partir de ahí existe una división de miradas: las de algunas izquierdas europeas que consideran que el único culpable es Rusia, y otras miradas que dicen que aunque ha sido Putin quien ha desencadenado la guerra, la OTAN ha tenido un papel importante. La guerra nos ha dividido a las izquierdas a nivel internacional.

Salimos de Europa para irnos a una América Latina convulsa, el año pasado nos dejó importantes victorias de la izquierda, como la de Colombia y Brasil, pero este año comenzamos con un intento de golpe de Estado en el gigante latinoamericano y un Perú donde un gobierno impuesto aumenta la represión y dispara a matar al pueblo que se manifiesta en las calles.

Por una parte la situación es buena. En Colombia es maravilloso que por fin las fuerzas progresistas hayan ganado las elecciones y que se firmen tratados de paz después de tantas décadas de muerte y asesinatos. Pero hay fuerzas muy potentes que intentan desestabilizar y es muy preocupante.

“La ultraderecha está organizada a nivel planetario. Nosotros tenemos que hacer lo mismo y dejar de discutir sin son galgos o podencos”

Como científica creo poco en las casualidades. Es muy curioso que en Chile haya ahora un problema enorme con la derecha desatada por la amnistía que Boric por fin dio a presos del estallido social de 2019, como llevaba en su programa electoral. Y en Bolivia la situación es muy grave con la derecha intentando desestabilizar el país desde Santa Cruz; un modelo similar al de Perú, aunque también hay que decir que Castillo tuvo deficiencias y no tuvo capacidad para mantener unida a la izquierda. En Bolivia el objetivo era recuperar la economía y se está haciendo. Por otra parte está el intento de asesinato de Cristina Kirchner o el intento de atentar contra la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, con siete kilos de explosivos hallados cerca de su casa. Hay mentes pensantes a las que no les gusta nada el auge de las fuerzas progresistas en América Latina, están organizados y están respondiendo. No creo en las casualidades.

Lula tiene que tomar medidas radicales. Y lo está haciendo. Dice que si el estado de Brasilia no es capaz de solucionar el tema, el gobierno Central tomamos el poder en ese estado para que se recupere la democracia. Ante tanta agresión lo que hay que hacer es mostrarse fuertes como lo hace Lula en Brasil.

Lo que no es casualidad es que el 18 de noviembre se reunieran en México las fuerzas de la ultraderecha con el ex asesor de Trump, Steve Bannon, diciendo que había que dar un golpe fuerte en Brasil. Y ahí estaba desde el hijo de Bolsonaro a Vox pasando por el Kast, el candidato chileno de las últimas elecciones, la Fundación Disenso y Abogados Cristianos.

El mismo día en el que el Secretariado del Foro de Sao Paulo se reunía en Caracas, la ultraderecha planetaria se reunía en México. Y eso tampoco es casualidad. En el Foro se interpretó directamente como una agresión. Ese cónclave fue una demostración matemática de lo organizada que está la extrema derecha y cómo actúa.

Y ahí estuvo Vox. Cada vez que yo he estado como observadora internacional en unas elecciones como Ecuador, Bolivia, Chile o Colombia, allí estaba Vox en el mismo hotel. Tenemos que estar atentos porque lo que pasó con Trump con la toma del Capitolio y lo que ha pasado en Brasil a la semana de la toma de posesión de Lula, demuestra que están organizados a nivel internacional. También muestra cómo se ha permitido el ataque a las más altas instituciones de Brasil. Hasta el 31 de diciembre, el presidente era Bolsonaro y permitió que sus seguidores estuvieran acampados frente a los cuarteles pidiendo la intervención militar.

Al capitalismo le da igual hacerle el juego a la derecha, a la extrema derecha o lo que sea con tal de que impere la ley del mercado.

Estoy totalmente de acuerdo con la posición de Lula de que desaparecieran los campamentos. En una democracia no puede ser que cada uno hago lo que le dé la gana. Hay que respetar las reglas. Y hay que defenderse de la extrema derecha. Pero defenderse no significa criticarles cuando hayan atacado, sino impedirles que ataquen; si no cumplen las leyes de un país, ya sea Brasil, España o cualquier otro, tienen que ir a los tribunales y si hace falta a la cárcel. Lo que no se puede permitir es que haya impunidad. Lula lo está haciendo bien en Brasil. Y hay que ir más allá. Los gobiernos no son los únicos que deben de tomar medidas contra los anti demócratas; la gente que nos consideramos antifascistas, defensores de los derechos humanos, solidarios…y ni siquiera estoy diciendo de izquierdas, me refiero a quienes compartimos esos valores tenemos que salir a la calle a manifestarnos en contra de estas acciones. Si no ligamos el tema institucional a la calle tenemos un problema.

Lo que está pasando tiene un patrón que se repite y que comienza deslegitimando los gobiernos y los resultados de las urnas, desde Evo a Biden y desde Lula a Castillo.

Tenemos un problema gravísimo a nivel mundial con los medios de comunicación, prácticamente concentrados en un capitalismo cada vez más escorado a la extrema derecha. Al capitalismo le da igual hacerle el juego a la derecha, a la extrema derecha o lo que sea con tal de que impere la ley del mercado. Y también invierten en las redes sociales llenas de trolls y gente pagada para mentir, generar odio y desestabilizar.

Quitando China, Venezuela o Cuba, los medios de comunicación se dirigen a todo lo que pueda suponer un problema para la ley del mercado. Por eso, los gobiernos progresistas que cuestionan los tratados de libre comercio o el desastre que ha hecho Bolsonaro en la Amazonía, los gobiernos que cuestionan que el litio de Chile se lo lleven las grandes empresas son atacados desde los medios y las redes. Las multinacionales quieren seguir funcionando como lo hacían con los anteriores gobiernos de Chile, Colombia y Brasil. En Bolivia en el año que gobernaron los golpistas casi destrozan el país.

¿Qué papel tiene que jugar la izquierda en este contexto?

El capitalismo financiero está organizado a nivel planetario. Y eso es lo que la izquierda debemos hacer en lugar de ponernos a discutir si son galgos o podencos. Se trata de organizarnos para luchar no contra el pueblo, sino con el pueblo, por nuestros pueblos. No se trata sólo de construir el futuro del socialismo y luego el comunismo, sino que se trata también de mejorar la vida de la gente mientras que vamos hacia ese camino, porque si demostramos que la izquierda somos quienes estamos mejorando la vida de la gente, será el camino que agrupe a toda la gente para llegar al socialismo. Eso no se consigue con una teoría sino con la práctica.

Los gobiernos no son los únicos que deben de tomar medidas contra los antidemócratas; lxs antifascistas, defensores de los derechos humanos, solidarios…tenemos que salir a la calle a manifestarnos.

Nos tenemos que poner las pilas y dedicar tiempo y medios para intentar, dentro de nuestras posibilidades, contrarrestar esas presión mediática y de las redes. Es muy importante que bajo ningún concepto un Gobierno pierda la perspectiva y deje de trabajar con los sindicatos y en la calle. Y cuando el Gobierno no haga bien las cosas, la gente tiene que salir a protestar. También con el Gobierno del Estado Español.

Hablando de unidad, el PIE siempre ha tenido una estrecha relación con el Foro de Sao Paulo, ¿en qué situación está?

Siempre ha sido fundamental. Desde el 2008 el PIE hemos ido a todos los foros. Y el Foro nos valora mucho. Juntos realizamos el seminario anual de Visiones Compartidas, para intercambiar análisis y experiencias. Y este año nos invitaron no ya a la reunión del Foro sino a la de su Secretariado, que se hizo en noviembre en Caracas. Allí tuvimos un encuentro con Maduro y de las más cien personas que estábamos sólo nos dieron la palabra a tres, y una fue al PIE. En la declaración que sacaron con el plan de trabajo para 2023, una de las tareas es reforzar, aún más, las relaciones con “nuestro referente en Europa” que es el Partido de la Izquierda Europea. Es un trabajo fundamental que hay que seguir de cerca porque América Latina está en una situación muy compleja. Y el Foro también está muy interesado en el Foro.

Este año tenemos dobles elecciones en España, y la ultraderecha ha intentado deslegitimar al Gobierno progresista desde que comenzó a gobernar. Enrique Santiago nos pedía estar alerta ante la posibilidad de que las derechas no reconozcan los resultados de las urnas ¿Podemos llevarnos alguna sorpresa como la de Estados Unidos o Brasil?

¿Puede pasar esto en un Estado español, después de una larga dictadura, con el dictador muerto en la cama? La verdad no lo sé. Lo que es cierto es que la posición del Partido Popular es cada vez más preocupante. Las declaraciones de Cuca Gamarra en el intento de golpe contra Lula fueron tremendas, a diferencia del presidente alemán, por ejemplo. Tenemos un Partido Popular que está muy volcado en parecerse a Vox. Si el PP pasa de ser derecha a ser derecha extrema y sigue por este camino, no digo que no pueda ocurrir.

Vivimos una polarización cada vez mayor que se traduce en unos resultados electorales muy iguales en América Latina, del casi 50/50, un caldo de cultivo muy pantanoso.

Es preocupante, pero también lo es lo que hacen los medios de comunicación. En el referéndum de Chile les decían que si ganaba el sí, les iban a quitar la casa, les iban a pedir el pasaporte para entre en la zona mapuche…etc. Hay mucha gente que vota basándose en las falsas informaciones. Les inyectan el miedo. Les convencen que si ganan los progresistas será un caos. Pero un 20 o 30% de esos votantes cambiaría de opinión si se les demuestra con políticas claras que eso no es cierto, sino que sería justo lo contrario. Pero eso no es teoría sino práctica.

El caso de España es interesante. Las encuestas dan a la extrema derecha un porcentaje estable en la intención del voto en torno al 10, 12%, que ya me parece muchísimo, pero no como en Francia con Marie Le Pen disputando la presidencia a Macron. En España las políticas que se están haciendo desde el gobierno progresista demuestran que la vida de la gente mejora con un escudo social protegiendo el trabajo, subiendo el salario mínimo interprofesional, las pensiones, controlando los alquileres, etc. Y no hay que olvidarse de los altísimos niveles de abstención. Pero si la gente ve los resultados votará conscientemente.

(*) Medio colaborativo con El Siglo.

 

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