7 datos sobre la desigualdad de género en Afganistán

El 87% de las mujeres afganas ha sido víctima de violencia física, sexual o psicológica. 2,2 millones de niñas afganas no van a la escuela. Desde 2005 fueron asesinadas 16 periodistas de esa nación asiática. Los recuentos hablan de calles donde la ausencia femenina es dolorosamente evidente; de universitarias rompiendo o escondiendo sus certificaciones de notas y diplomas; de antiguas funcionarias de Gobierno pugnando por abandonar el país; de periodistas escondidas o de activistas por la igualdad de género que miran con desesperanza hacia el futuro.

Dixie Edith. Periodista. “Cubadebate”. La Habana. 27/08/2021. “Hay muchas situaciones, muchas, en las que ser mujer puede suponer un drama y una de ellas es haber nacido en Afganistán”. Lo asevera la periodista española Carmen Domingo en un comentario de este agosto y lo prueban las alarmas que han saltado, una tras otra en las últimas jornadas, junto a la noticia de que el movimiento talibán había recuperado el control del país asiático. 

Organizaciones feministas, movimientos de solidaridad, instituciones académicas y agencias de las Naciones Unidas han llamado a respetar la vida, la seguridad, la protección, el derecho a la evacuación, al refugio y al asilo. La amenaza de la nueva situación, en particular para las mujeres, las consecuencias enormes que puede representar para sus derechos, penden como puntiaguda espada de Damocles en cada reporte, crónica o análisis.

Los recuentos de las primeras horas hablan de calles donde la ausencia femenina es dolorosamente evidente; de universitarias rompiendo o escondiendo sus certificaciones de notas y diplomas; de antiguas funcionarias de Gobierno pugnando por abandonar el país a toda costa; de periodistas escondidas o de activistas por la igualdad de género que miran con desesperanza hacia el futuro.

La Asociación Revolucionaria de las Mujeres de Afganistán enumeró medidas posibles contra la porción femenina de la población que podrían entrar en vigor en las próximas semanas: imposibilidad de acceder al trabajo remunerado o de realizar cualquier tipo de actividad fuera de casa si no van acompañadas de un pariente hombre; la prohibición de que sean visitadas por médicos; la obligación de llevar burka y la posibilidad de ser azotadas si no lo hacen; la lapidación por mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio. Todas las señales apuntan que para ellas de nuevo no habrá sayas, deportes, maquillaje o uñas pintadas…

“Afganistán, crónica de una ficción”, un libro publicado hace pocos años por la periodista y activista por los derechos humanos Mónica Bernabé, cuenta de primera mano la realidad difícil y contradictoria de ese país que ha sido estigmatizado como uno “que no quiere a sus mujeres”.

La década de los 90, bajo el control talibán, se caracterizó por las bodas de menores, las niñas y jóvenes sin derecho a la enseñanza y una caída estrepitosa de todos los derechos básicos para ellas, cual efecto dominó. Sin embargo, los avances en materia de género e igualdad alcanzados después de 2001 no son sólidos ni suficientes: “…nos han vendido una democracia que nunca lo fue del todo”, asevera Domingo.

Y con el retorno del Talibán, esos pequeños pasos peligran ante una interpretación radical, restrictiva y cruel de la ley islámica que parece mordaza más que religión.

¿De qué realidad estamos hablando? ¿Qué cuentan las estadísticas internacionales de este estado fallido -este sí- en materia de derechos humanos y de género?

Ausencia de indicadores de medición

A pesar de los avances registrados en los últimos 20 años, la situación de las mujeres en Afganistán sigue clasificando entre las peores del mundo. En muchos casos ni siquiera se cuenta con datos confiables para realizar análisis.

Según datos de ONU Mujeres publicados en 2020, esa organización internacional contaba con menos del 40% de los indicadores establecidos para monitorear la igualdad de género en el país. Afganistán ocupa el puesto 157 de 162, según el Índice de desigualdad de género (GII) de Naciones Unidas.

Violencia de género, números que espantan

Según el UNFPA, Fondo de Población de las Naciones Unidas, el 87% de las mujeres afganas han sido víctimas de violencia física, sexual o psicológica alguna vez en sus vidas. El 62%, en tanto, ha experimentado más de una de estas manifestaciones de maltrato a la vez.

Las afganas mueren jóvenes

Según datos del Banco Mundial, la esperanza de vida para las mujeres de Afganistán es de 66 años. Al cierre de 2019, esta cifra era de 77 años para el conjunto de naciones del mundo.

Si en 2001, bajo el control talibán, la razón de mortalidad materna era de 1.390 muertes de mujeres por cada cien mil nacidos vivos, según el Banco Mundial; para 2017 este indicador se había reducido hasta 638 por cada 100.000 nacidos vivos.

Aun así, la cifra no es comparable con la realidad de otros países. Para ese mismo año, por solo poner un par de ejemplos, el mundo en su totalidad reportaba 211 fallecimientos de mujeres por cada 100 mil nacidos vivos y Cuba, 36.

La utopía del acceso a la salud sexual y reproductiva

En 2017, 62 de cada mil afganas de 15 a 19 años eran madres adolescentes, según ONU Mujeres. Mientras, el 28,3% de las mujeres de entre 20 y 24 años se casaron antes de los 18 y el 4,2% antes de los 15.

En tanto, solo cuatro de cada 10 mujeres podían articular una planificación familiar con métodos modernos y apenas el 18,9% llegaba a emplear algún método anticonceptivo, como recoge también el Banco Mundial.

El largo y difícil camino a la escuela

2,2 millones de niñas afganas no van a la escuela y según estadísticas de UNICEF, la asistencia escolar femenina es menor en todos los rangos de edad.

En 2018 las mujeres representaban el 26,4% de los estudiantes universitarios y apenas el 14% de los claustros de altos estudios, precisan cifras de la Agencia estatal de estadísticas de Afganistán. 

Representación política y social en la mirilla

Afganistán tiene un Ministerio de Asuntos de las Mujeres. Hasta este agosto. No se sabe lo que sucederá en el futuro. Las mujeres habían logrado acceder al 27% de los escaños del Parlamento, pero la representación en altos cargos siempre fue un camino cuesta arriba: ocupan solo el 4,1% de los puestos directivos.

Un informe de la Fundación Internacional para Sistemas Electorales en 2020 denunció el uso creciente de las redes sociales para desacreditar y humillar a las candidatas, barreras sociales para las mujeres votantes y altas tasas de acoso sexual y violencia contra ellas en la vida pública.

Según reportó en 2020 el canal de noticias Al Jazeera, el Gobierno aprobó una ley que permitía la inclusión del nombre de la madre en los documentos nacionales de identidad, tras una larga batalla de las activistas feministas bajo la campaña #Whereismyname. Según la tradición afgana, el nombre de una mujer no debe ser conocido por personas ajenas al círculo familiar y si una mujer infringe esta costumbre puede ser castigada “por deshonrar a su familia”. Esa tan reclamada norma jurídica puede tener los días contados.

Periodistas amenazadas

Según la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género (RIPVG), Afganistán es considerado uno de los países más peligrosos del mundo para que las mujeres ejerzan el periodismo. De 2005 a la fecha, han asesinado a 16 colegas en ese país y 5 de estos crímenes en un lapso de 7 meses.

Como consecuencia de esta escalada de violencia, al menos 300 mujeres periodistas y trabajadoras de la prensa han renunciado por los asesinatos selectivos y amenazas a su seguridad, o han perdido su trabajo por la crisis financiera que enfrentan los medios de comunicación por la pandemia de Covid-19.