De Insulza a Luis Almagro Lemes, ¡la misma nefasta OEA!

“Los pueblos al sur del Río Bravo, que se yerguen para decir ¡Basta!»

Jorge Vera Castillo. Analista Internacional.    08/2021. La Organización de los Estados Americanos (OEA), creada el 30 de abril de 1948, con sede en el Distrito de Columbia, en Washington D.C., ciudad capital de los Estados Unidos de Norteamérica, aún subsiste, en pleno inicio de la tercera década del Siglo XXI, en este 2021. Surgió en la IX Conferencia Internacional Americana, reunida en Bogotá, con 21 Estados.

En su cuestionada existencia, como organización regional interamericana, ha tenido 10 Secretarios Generales, siendo nueve de estos, suramericanos, pero, de solo 6 de países.

En orden cronológico: el primero, de Colombia (Alberto Lleras Camargo, 7 junio 1947 a 31 julio 1954); de Chile (Carlos Dávila Espinoza, 31 julio 1954 a 20 octubre 1955); de Uruguay; de Ecuador; de Argentina; de Brasil; de Colombia; de Chile (José Miguel Insulza Salinas, 26 mayo 2005 a 25 mayo 2015), y, de Uruguay, el actual (Luis Almagro Lemes, desde 25 mayo 2015).

Colombia, Chile y Uruguay han tenido dos de sus nacionales, cada uno, en cargo de Secretario General. Algunos lo fueron por dos períodos de 5 años, sumando 10 años.

Sólo uno de sus Secretarios Generales, ha sido de un país centroamericano, Costa Rica, alcanzando sí a estar solamente un mes en el cargo (Miguel Ángel Rodríguez Echeverría, 15 septiembre 2004 a 15 octubre 2004). Así siguió otra curiosidad y singularidad: la OEA tuvo, entonces, un Secretario General Interino, un norteamericano, de Estados Unidos (Luigi R. Einaudi, 15 octubre 2004 a 26 mayo 2005).

Sin duda, lo que está y ha estado en el centro de un debate subyacente, hace ya algo más de cinco décadas, a lo menos, es la concepción misma y percepción sobre qué es lo interamericano, y si de ello puede surgir un pilar institucional sustantivo, para los llamados Estados Americanos, desconociendo distanciamientos objetivos y fronteras multifacéticas existentes con dos estados norteamericanos, Estados Unidos y Canadá.

Los 33 Estados Latinoamericanos y Caribeños, “al sur del Río Bravo”, tienen y han tenido un distanciamiento objetivo, en particular, con Estados Unidos de Norteamérica, dado el muy largo historial de agresiones, amenazas, bloqueos, desestabilizaciones, golpes de estado (clásicos, de nuevo tipo y/o como conflictos de baja intensidad), injerencias, intervenciones, intromisiones, invasiones, medidas coercitivas unilaterales, presiones, uso de la fuerza y sanciones, de esa potencia imperial, en asuntos internos, culturas, economías, medios ambientes, poblaciones, sociedades, recursos naturales, territorios y vidas de nuestros países y Pueblos.

El rol acomodaticio de pasividad, permisividad, silencios y sometimientos de la OEA, como organización regional, y de sus Secretarios Generales, mayoritariamente, ante conductas estadounidenses norteamericanas, atentatorias y violatorias del Derecho Internacional y de Propósitos y Principios de la Carta de las Naciones Unidos, ya no es aceptable ni tolerable.

Con mayor razón, el incumplimiento e irrespeto de la Carta de la OEA, en particular, en relación al Capítulo II PRINCIPIOS, Artículo 3, letra e): “Todo Estado tiene derecho a elegir, sin injerencias externas, su sistema político, económico y social, y a organizarse en la forma que más le convenga, y tiene el deber de no intervenir en los asuntos de otro Estado. Con sujeción a lo arriba dispuesto, los Estados americanos cooperarán ampliamente entre sí y con independencia de la naturaleza de sus sistemas políticos, económicos y sociales.”

Y se agrega, una constante vulneración del Capítulo IV DERECHOS Y DEBERES FUNDAMENTALES DE LOS ESTADOS, en parte de su Artículo 10: “Los Estados son jurídicamente iguales, disfrutan de iguales derechos e igual capacidad para ejercerlos, y tienen iguales derechos.”, y de su Artículo 19: “Ningún Estado o grupo de Estados tiene derecho a intervenir, directa o indirectamente, y sea cual fuere el motivo, en los asuntos internos o externos de cualquier otro. El principio anterior excluye no solamente la fuerza armada, sino también cualquier otra forma de injerencia o de tendencia atentatoria de la personalidad del Estado, de los elementos políticos, económicos y culturales que lo constituyen.”

Cuestionamientos, a nivel masivo, político y popular, en nuestros Pueblos latinoamericanos y caribeños, se simbolizaron, a través de una suerte de ‘diplomacia mural’, con extensivos y recurrentes rayados con aquella conocida proclama de “Yankee go home”, en barriadas, calles, cantones, ciudades, comunas, departamentos, localidades, municipios, parroquias, poblados, provincias y veredas, con especial énfasis, desde los años 60 del siglo XX.

Esto se expandió desde la expulsión de Cuba Revolucionaria, de la OEA, mediante la Resolución VI, adoptada el 31 de enero de 1962, durante Octava Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, en Punta del Este, Montevideo.

La dignidad de la Revolución Cubana no se ha visto horadada por el acuerdo de la OEA, en su Asamblea General, en San Pedro de Sula, Honduras, el 3 de junio de 2009, de dejar sin efecto, ¡47 años después!, esa Resolución VI de 1962, que, la excluyó del Sistema Interamericano. Cuba no tiene ningún interés en volver a la OEA, como lo ha afirmado y reiterado, con total claridad, coherencia y consecuencia políticas.

Desde ámbitos estatales y gubernamentales, han existido períodos de fuerte crítica a la OEA, y a conductas y desempeños de algunos de sus Secretarios Generales, los que, se acrecentaron en este siglo XXI. Además, las llamadas ‘opiniones públicas’ no han estado ajenas.

El abandono formal y oficial de la membresía y pertenencia a esta Organización, se ha concretado ya por uno de sus Estados miembros. Y del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), suscrito en Río de Janeiro, el 2 de septiembre de 1947, para la legítima defensa colectiva, se habían retirado seis Altas Partes Contratantes, hasta fines de 2019.

Durante la 42ª Asamblea Ordinaria de la OEA, en Cochabamba, Bolivia, el martes 5 de junio de 2012, anunciaron su retiro del TIAR, en virtud del Artículo 25 del Tratado, Ecuador, el Estado Plurinacional de Bolivia, Nicaragua y la República Bolivariana de Venezuela. México ya lo había efectuado, casi 10 años antes, el viernes 6 de septiembre de 2002. Y Uruguay, que anunció su retiro del TIAR, el martes 24 de septiembre de 2019, pero, después, su nuevo gobierno, conservador de derechas, dio a conocer su reintegro el martes 10 de marzo de 2020.

Además, la República Bolivariana de Venezuela comunicó el inicio del proceso de su retiro de la OEA, el miércoles 27 de abril de 2017, mediante notificación de denuncia de la Carta, al día siguiente. Ya transcurridos más de dos años, a partir de la fecha de esa soberana decisión política, la Carta cesó en sus efectos respecto de este Estado denunciante, quedando, así, desligado de la Organización (Capítulo XXI RATIFICACIÓN Y VIGENCIA, Artículo 143). Es el primer caso de retiro de uno de sus Estados miembros.

Otro aspecto a considerar, en este enfoque analítico, son los alcances, carácter y rol de LA SECRETARÍA GENERAL, de la Organización, los que, están, extensamente, en el Capítulo XVI de la Carta, incluyendo, por cierto, atribuciones, cumplimiento de deberes y funciones del Secretario General, en Artículos 108, 110, 113 y 118, en particular.

El Artículo 118 adquiere una especial preocupación y relevancia, con inadmisible conducta y desempeño del Secretario General Luis Almagro Lemes: “En el cumplimiento de sus deberes, el Secretario General y el personal de la Secretaría no solicitarán ni recibirán instrucciones de ningún Gobierno ni de ninguna autoridad ajena a la Organización, y se abstendrán de actuar en forma alguna que sea incompatible con su condición de funcionarios internacionales responsables únicamente ante la Organización.”

En el contexto de todos estos antecedentes, y con la recurrente búsqueda de esquemas y mecanismos de cooperación e integración de “los pueblos al sur del Río Bravo”, resurgen fuertes cuestionamientos a la OEA, incluso sobre continuidad de su existencia, y conducta y desempeño del actual Secretario General.

Paralelamente, algunos Gobiernos de la subregión suramericana se pronuncian, abiertamente, por la reconstitución de la UNASUR, y la gran mayoría ha vuelto a participar entusiastamente en la CELAC, reactivada claramente durante Presidencia Pro Témpore (PPT), de México, desde enero de 2020, aún en complejos contextos sanitarios.

El anómalo, completamente destemplado y maniaco rol de Luis Almagro Lemes, en relación a la República Bolivariana de Venezuela, incluso ahora que ya no es Estado miembro de la Organización, rebasa toda práctica equilibrada para su cargo.

Sumemos, el siniestro desempeño de la OEA, a través de cuestionado y viciado proceso de observación electoral en elección presidencial del Estado Plurinacional de Bolivia, en octubre de 2019, que facilitó condiciones para un golpe de estado, de nuevo tipo. Resultado fue el exilio del ex Presidente Evo Morales Ayma, con vital asilo político otorgado por México, y esencial ayuda del entonces Presidente electo de Argentina Alberto Fernández, junto a otros.

Fue un verdadero operativo de rescate, poniéndolo a salvo, junto al Vicepresidente y la  Ministra de Salud, en obstaculizado y riesgoso vuelo aéreo, con prohibiciones de aterrizajes y uso de espacios aéreos, en el periplo suramericano del avión de la Fuerza Aérea Mexicana, que, logró aterrizar en el aeropuerto de Chimoré, en Cochabamba, Bolivia, el lunes 11 de noviembre de 2019, hacia las 19h00.

El sábado 24 de julio de 2021, en ceremonia conmemorativa del 238º Natalicio del Libertador Simón Bolívar, el Presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, fue categórico y contundente en aserciones sobre la OEA, como organización regional interamericana, sin acostumbrados eufemismos latinoamericanos.

 

Expresó: “Es ya inaceptable la política de los últimos dos siglos, caracterizada por invasiones para poner o quitar gobernantes al antojo de la superpotencia” (ergo, Estados Unidos de Norteamérica). “En ese espíritu, no debe descartarse la sustitución de la OEA por un organismo verdaderamente autónomo, no lacayo de nadie, sino mediador, a petición y aceptación de las partes en conflicto”.

A nombre de los 33 Estados miembros de la CELAC, propuso: “Digamos adiós a las imposiciones, las injerencias, las sanciones, las exclusiones y los bloqueos; apliquemos, en cambio, los principios de no intervención, autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de las controversias”. “Washington nunca ha dejado de realizar operaciones abiertas o encubiertas contra los países independientes situados al sur del Río Bravo”.

Recordemos que, en conferencia de prensa matutina, el viernes 4 de junio de 2021, Marcelo Ebrard Casaubón, Secretario de Relaciones Exteriores de México, afirmó: “La actuación del secretario general de la OEA, el señor Almagro, ha sido una de las peores en la historia”, fundamentando que, ha actuado sin consultar a los Estados miembros y ha tenido “dudosas actuaciones” para intervenir en conflictos internos de éstos.

Por su parte, el lunes 26 de julio de 2021, el Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Luis Arce Catacora, expresó: “Hacemos eco de las palabras del hermano López Obrador en la idea de sustituir a la OEA por otro organismo verdaderamente autónomo, que exprese los equilibrios regionales, respete la autodeterminación de los pueblos y no dé cabida a la hegemonía de un solo Estado”.

A su vez, el Presidente de la Nación Argentina, Alberto Fernández, en reunión virtual por el 2º Aniversario del Grupo de Puebla, el viernes 30 de julio de 2021, dijo que, la OEA no sirve en la actualidad y cumple un rol que no contribuye a la unidad latinoamericana: “el primero que tiene que hacer su mea culpa es su secretario general Luis Almagro, por la cantidad de cosas que ha hecho y también la institucionalidad de los Estados Unidos por haber propuesto y sostenido a un hombre como Almagro”.

Agregó que: “La OEA fue una suerte de escuadrón de gendarmería para avanzar sobre los gobiernos populares”. Concluyó: “Lo que la OEA hizo en Bolivia tiene que ser investigado y juzgado porque no cabe dudas de lo que pasó. La OEA es hoy un lugar donde solo nos desencontramos, tal como está, no sirve”.

Cancillerías de Cuba, Nicaragua y Venezuela coinciden con estos balances y juicios críticos.

En Perú, el ahora renunciado ex Ministro de Relaciones Exteriores, Héctor Béjar Rivera, en el discurso de asunción de su cargo, el lunes 2 de agosto de 2021, anticipó la orientación hacia estos puntos de vista, anunciando una decidida opción y voluntad política estratégica por la reconstitución y la modernización de la UNASUR – “retiraremos del Congreso la solicitud para que el Perú denuncie el tratado que instituyó la UNASUR” -, y por el fortalecimiento e impulso de la capacidad de acción de la CELAC.

Ciertamente, el nuevo Canciller Óscar Maúrtua de Romaña, experimentado Diplomático, y que fuera Ministro de Relaciones Exteriores, del 16 de agosto de 2005 al 27 de julio de 2006, irá construyendo este camino, ya definido por el Presidente Castillo Terrones, para la Política Exterior del Perú.

Desde el viernes 11 de marzo de 2022, la Política Exterior Chilena no podrá eludir estas realidades, mediante ambigüedades integracionistas.

Todo permite afirmar, argumentar y sostener que, considerando sus dos últimos Secretarios Generales, José Miguel Insulza Salinas y el execrable Luis Almagro Lemes, ¡es la misma nefasta OEA!

Aún, con distancia histórica, resuenan muy premonitorias palabras, largamente ovacionadas, de diagnóstico y mirada de futuro, expresadas por el Presidente Salvador Allende Gossens, en una atiborrada Asamblea General de Naciones Unidas, el lunes 4 de diciembre de 1972: “Son los pueblos, todos los pueblos al sur del Río Bravo, que se yerguen para decir: ¡Basta! ¡Basta a la dependencia! ¡Basta a las presiones” ¡Basta a la intervención!»