Seguramente han escuchado hablar de Bitcoin

En esencia, es una tecnología abierta, inclusiva, justa, democrática, y neutra de dinero. Solamente con un teléfono móvil y acceso a Internet, puedes entrar a participar de la economía global. Sin importar tu raza, género, inclinación política, ocupación, orientación sexual, ni lugar de origen.  

Pedro Solimano. Economista. Estados Unidos. 20/06/2021. La sociedad del siglo pasado -cuya arquitectura sigue impuesta- se apoyaba en la inexistencia de canales de comunicación instantáneos, cuando era difícil compartir información, y donde los rieles de distribución “necesitaban” ser pocos y muy bien resguardados. Los sistemas centralizados son arcaicos y opacos, donde quienes tienen acceso al poder pueden hacer y deshacer los sistemas que utilizamos. Imponen reglas y barreras de entradas altísimas, y su estructura sigue siendo excluyente y exclusiva.

Más aún, la sociedad está constituida por fronteras arbitrarias que nos dividen artificialmente. Gobiernos y Estados han creado límites invisibles que aplican a la fuerza y a través de su burocracia antihumana. Ciertas razas no se permiten en otros lugares del mismo planeta donde todos nacimos. Etnias que no se les deja construir cultura donde legítimamente han existido por milenios. Personas sin derechos, por mandamientos elitistas.

Esta centralización ha aprovechado de imponer y normalizar la idea de imperios. No sólo imperios como Estados Unidos, sino también los que existen en nuestros propios países. En Chile existen dos diarios, dos bancos, dos farmacias, dos partidos políticos, dos cadenas de supermercados, y así vamos sumando imperios. Nos hemos rendido ante sus monopolios y hemos aceptado que así es la realidad. No nos dejan mucha más opción que consumir sus noticias, sus tasas de intereses, sus alimentos, sus remedios, y su dinero.

Bitcoin viene a alterar fundamentalmente esta estructura.

A fines de 2008, un desconocido hacker llamado Satoshi Nakamoto lo cambió todo. Publicó un documento donde esbozaba un protocolo de dinero sin control gubernamental, ni autoridad central emisora. Una red basada en la computación, colaboración, y criptografía. Un sistema con un máximo de monedas que existirán y una política monetaria inalterable. Un proyecto de certeza monetaria, gobernado por matemáticas y algoritmos. Y este protocolo cambia totalmente las cosas.

Seguramente han escuchado hablar de Bitcoin. En esencia, es una tecnología abierta, inclusiva, justa, democrática, y neutra de dinero. Solamente con un teléfono móvil y acceso a Internet, puedes entrar a participar de la economía global. Sin importar tu raza, género, inclinación política, ocupación, orientación sexual, ni lugar de origen.

Más aún, Bitcoin viene a apoyar la conversación sobre cómo hacemos las cosas. Cómo se organiza la sociedad. Quienes toman decisiones. Cómo se toman decisiones. Cuáles decisiones son aceptables. Que nos rindan cuentas. Que cambie el sistema de confianza. Revolucionar la manera en que transferimos valor. Interrumpir los canales centralizados de información.

Bitcoin es la democratización de todo. Nos dice que podemos participar de la economía simplemente por ser humanos. Nos permite la opción de interactuar con cualquier individuo -u organización- del planeta, sin importar quienes somos nosotros y quienes son ellos. Nos posibilita conectarnos y colaborar con otros y otras, apoyándonos y creando una red humanizada de apoyo.

La era digital viene a crear una nueva estructura de poder. El internet ha traído consigo redes distribuidas de conexión, información, cooperación y colaboración (a pesar de que hoy ha sido secuestrada por un puñado de plataformas). Nos ofrece la opción de cambiar la confianza en terceros por confianza en redes. Es una arquitectura voluntaria, que te tiende la mano y te invita a participar. En un mundo como el de hoy, es lo que más necesitamos.

El mundo de redes descentralizadas de valor e información ha levantado el velo de las élites y su estructura centralizada de poder. Ha provocado una crisis de la confianza ciega que nos exigen. Ha construido sistemas paralelos y rieles alternativos. Nos libera de los límites arbitrarios que nos han impuesto. Más importante aún, ha creado una oportunidad llamada Bitcoin.

La oportunidad vive en su libre flujo de información, sin autoridad central que dicte las reglas y regulaciones. Es la primera vez en la historia que tenemos un dinero basado en redes y no terceros, y que miles de desconocidos alrededor del mundo se apoyen en la computación, colaboración y cooperación para mantener viva una red ajena a las directrices de la elite.

La posibilidad reside en su inmutabilidad. Que las reglas, establecidas por un código computacional inalterable sean las mismas para todos y todas, las no se pueden cambiar arbitrariamente para beneficiar a algunos sobre otros.

La importancia existe en su aspecto público. El libro de cuentas, donde ocurren sus transacciones es transparente y de conocimiento general.

El fundamento se basa en lo colaborativo. Bitcoin es una red voluntaria de colaboración para implementar sus reglas.

La oportunidad yace en su neutralidad. Bitcoin no conoce colores políticos ni inclinaciones militares. No busca invadir otros por su petróleo, ni negar la dignidad económica a millones. No encierra a personas en cuarentena sin apoyo, manteniendo toques de quedas insensatos, ni castiga a vecinos que vienen en búsqueda de mejor vida.

Bitcoin es abierto, y es el mundo sin fronteras que realmente necesitamos. Nacimos para movilizarnos e interactuar, no para encerrarnos y vivir en burbujas rodeados de personas iguales. Preguntémonos, todas esas jaulas físicas, monetarias, digitales e ideológicas: ¿a quién le sirven?

Su posibilidad radica en su resistencia a la censura. Es la promulgación del derecho más básico del ser humano: la libertad de expresión.

Por lo demás, Bitcoin es una idea.

Nos obliga a preguntarnos: ¿Cómo construimos una sociedad sin reyes y reinas? ¿Cómo construimos una sociedad sin tener que confiar ciegamente en instituciones? ¿Cómo construimos una sociedad que elimina al intermediario parasitario? ¿Cómo creamos un sistema que sea justo para el qué menos tiene al igual que para el que más tiene?

Bitcoin es la idea de que la desigualdad está mal. De que la inflación nos está haciendo más pobres; y que las instituciones ya no nos representan. La percepción de que necesitamos crear y participar de un sistema más justo, libre y democrático. Una idea de que la centralización solamente beneficia a unos pocos, mientras el 99% sufre.

Bitcoin importa porque altera radicalmente la confianza. Ya no necesitamos instituciones encabezadas por las elites. Ya no necesitamos gobiernos ilegítimos que solamente sirven los intereses del 1%. Ya no necesitamos sistemas centralizados basados en exclusión y exclusividad.

Ahora podemos decidir confiar en una red de computadores voluntarios que implementan reglas iguales para todos. Es un cambio radical, pero que nos va a traer más prosperidad y justicia al mundo.

(El Siglo es Soberanía Informativa. Información para el Conocimiento. Por ello es generador de contenidos que contribuyen al análisis, el debate, la profundización temática)