A un año del levantamiento popular: ¡la calle no se suelta!

Estamos conmemorando que el movimiento popular, con un nítido papel de la juventud, irrumpió como protagonista y modificó radicalmente la correlación de fuerzas.

Camilo Sánchez. Presidente de las Juventudes Comunistas. 17/10/2020. Estamos ante el primer aniversario de un levantamiento popular con escasos precedentes en nuestra historia y cuyos alcances se resolverán en la cada vez más férrea lucha contra quienes siguen dispuestos a defender sus groseros privilegios violando los Derechos Humanos.

Durante décadas aquellos privilegios que pagamos la inmensa mayoría, y que la sociedad neoliberal ha reservado y concentrado para el disfrute de pocos, también se hicieron extensibles a quienes pactaron administrar la continuidad del proyecto de sociedad que impuso la dictadura.

De allí que la dirigencia del proyecto concertacionista nuevamente optara por pactar con la derecha la contención de los alcances del movimiento popular en las calles, legitimando y justificándose otra vez en el factor del miedo que la derecha impone con un gobierno autoritario, violento y represivo. Como si fuera poca coincidencia, reaparece en los mismos la intención de dar cierre a la manifestación del pueblo desacreditando su rol y reconstruyendo el viejo cuento de que basta con “un lápiz y un papel”. Primero como tragedia y luego como farsa, diría Marx.

Expresar con claridad lo que estamos conmemorando este 18 de octubre importa de sobremanera cuando se articulan sectores que buscan reempoderarse calificando lo que acontece como un “estallido”, una reacción inorgánica y sin capacidad de proyecto, algo así como un llamado de atención que ahora deben procesar las y los mismos responsables de este malestar.

Estamos conmemorando el primer aniversario del momento en que el movimiento popular, con un nítido papel de la juventud, irrumpió como protagonista y modificó radicalmente la correlación de fuerzas en pugna, abriéndole paso a la oportunidad más clara de abandonar y superar un modelo decadente y en crisis.

El plebiscito es resultado de esta fuerza y le pertenece con toda propiedad al pueblo movilizado. Lo contrario es acomodar la realidad para sostener que se lo debemos a la política de los acuerdos y que la movilización es contraproducente en medio de un proceso constitucional.

Junto con el contundente y masivo triunfo de las opciones “Apruebo” y “Convención Constitucional”, debemos asegurar la representación más amplia del movimiento antineoliberal en el órgano constitucional, esto a la vez de impedirle capacidad de veto a una derecha que aspira a superar el tercio de representantes para así dar uso a la trampa que instalaron para el proceso. Tarea difícil y en la cual solo el movimiento popular podrá resguardar el carácter transformador y soberano de un proceso que comienza con garantías ilegítimas para quienes defienden el actual orden.

Todos los esfuerzos deben apuntar a defender y fortalecer el derecho que tiene el pueblo a manifestarse y a seguir corriendo los cercos del debate sobre el Chile y la Constitución que debemos y podemos construir, partiendo por asegurar escaños reservados para Pueblos Originarios y la participación mediante el voto desde los 16 años, terminando con la odiosa exclusión contra quienes han impulsado por décadas cambios democráticos que la sociedad completa aprovecha y aprovechará.

De aquello depende también el que lograremos la verdad y la justicia plena que merecen los y las asesinadas, mutiladas, torturadas y violadas, además de las y los presos políticos -en su mayoría jóvenes- que están pagando con su libertad el precio de manifestarse.

En definitiva, este nuevo 18 de octubre reafirmamos; por una nueva Constitución y un Chile Digno, ¡a no soltar las calles!